Bastante tráfico es el que a ratos impacienta a los siempre tranquilos habitantes de La Paz. A tranco lento, los paceños desarrollan sus actividades diarias, preocupados eso sí de que el gobierno de Evo Morales resuelva los temas que hoy complican al pueblo indígena. Ayer el tránsito fue interrumpido por la marcha de los ponchos rojos, principalmente niños de las comunidades Achacachi que solicitan la renuncia del alcalde Édgar Ramos.

En La Paz es poco lo que se habla de fútbol. De hecho, el entusiasmo en las calles corre por cuenta de los simpatizantes chilenos que llegan poco a poco para adquirir su entrada. Los locales, en su mayoría, lo verán por televisión.

Pese a los esfuerzos del director técnico de la selección de Bolivia, Mauricio Soria, de imprimirle un carácter casi de revanchismo al partido de esta tarde, reflotando una y otra vez el fallo del TAS que favoreció a Chile, otorgándole los tres puntos. Al menos los hinchas altiplánicos no adhieren al archirrepetido llamado del entrenador y optan por destinar para otra cosa los casi 7 mil pesos chilenos que cuesta la entrada popular.

Soria se ha encargado de remover en lo más íntimo a sus jugadores, explicándoles que la historia podría ser distinta. "Hoy estaríamos en una situación diferente con 14 puntos y tenemos diez. Chile, como Perú, está con un puntaje elevado sin ganar en la cancha. Esto podemos usarlo para que nuestra selección entre a desarrollar su fútbol", apuntó el DT.

Los hinchas locales advierten que es a Chile el que le interesa más el duelo de hoy, puesto que a Bolivia no le queda otra que jugar por el honor. Opinión que dista con la propuesta motivadora de Soria, quien no se despega del discurso asociado al fallo del TAS. "La verdad es que el esfuerzo que hicieron los jugadores en los partidos con Chile y Perú fue muy bueno. Ganaron los puntos dentro de la cancha, pero es una pena que administrativamente existieran dificultades. Los jugadores tienen el impulso de jugar con alguien que injustamente ha recibido puntos", sentenció en la conferencia previa al compromiso de hoy.

En La Paz, los hinchas locales están desilusionados de su selección, recuerdan con añoranza a la albiverde de Xabier Azkargorta, esa que cumplió en casa derribando a los rivales más fuertes que aspiraban a llegar al Mundial de Estados Unidos de 1994. En la altura de La Paz aún se habla del Diablo Etcheverry, de Platini Sánchez, de Cristaldo, pero principalmente del Bigotón, quién convenció a un grupo de jugadores talentosos de que llegar a la cima no era utópico.

Los bolivianos miran con distancia las pretensiones chilenas, esas que hoy tendrán a un equipo obligado a sumar los tres puntos para poco a poco ir amarrando la clasificación a Rusia y que se complicó jugando de local.

Juan Antonio Pizzi no quiere cometer errores en lo táctico, y su equipo de trabajo quiere cumplir en lo logístico. Ayer llegaron a La Paz, el paramédico de la Roja, acompañado del jefe de seguridad (Gustavo Navarrete) y del cocinero de Juan Pinto Durán, quienes fueron recibidos por Patricio Jerez.

La presencia de la Roja en la capital altiplánica será corta. No más larga de siete horas. Sin embargo, la custodia policial será amplia: cerca de 1.300 uniformados cuidarán a la delegación nacional. Está estipulado que se canten ambos himnos en la previa del duelo y el llamado a la hinchada local es que respete el chileno.

A 3.640 metros sobre el nivel del mar, La Paz se prepara para un partido vital. Para Chile y su entrenador, no para el dueño de casa.