Parecen arañas pero son humanos. Trepan y trepan en busca de la cima con una concentración máxima. Son los deportistas de la escalada quienes se dieron cita el sábado en la décima fecha del North Face Master de Boulder en el Parque Juan Pablo II en Vitacura. Allí, fue todo fiesta.
Las cinco mil personas le dieron el aliento suficiente a los deportistas: cada vez que empezaban a escalar, aplaudían. Pero también cuando la tensión era máxima, guardaban silencio.
El evento contó con estrellas a nivel internacional. Uno que no pasó inadvertido fue el cinco veces campeón del mundo Killian Fischhuber. El austriaco de 33 años obtuvo el segundo lugar en una final reñida ante el alemán Alex Megos. El ganador alcanzó los cuatro top (cima) en las cuatro rutas al igual que Fischhuber, pero en menor cantidad de intentos.
La vertiginosidad de la competencia es la principal atracción para el público. Cada paso que un escalador da, debe ser preciso y con un máximo grado de concentración. El cartel que dice top, es el objetivo y en su trayecto trepan pareciendo realmente arañas. Algunos optan por descansar en plena competencia manteniéndose agarrados de la presa (roca de plástico) con una mano.
Antes de arrancar, se paran frente a la ruta, la analizan y memorizan en su mente para ver qué estrategia utilizarán. Quien armó el muro es Juan José Fernández, jefe técnico de la prueba, quien entrega algunos detalles de su conformación. "Cada ruta está compuesta por diferente cantidad de presas (ver infografía abajo) y la concentración debe ser máxima porque tienen que calcular muy bien dónde poner los pies y manos. Es un tiempo muy corto de mucha intensidad. Yo siempre lo comparo con la prueba de 100 metros planos". Y agrega: "Cada Boulder tiene diferente dificultad pero a este nivel nada es imposible".
El sueño de Tokio 2020
"Chile va a los Juegos Olímpicos y nunca saca medallas. Pero ojo que estos cabros tienen mucho futuro y algo importante podrían hacer. Quiero es que explote este deporte". Las palabras son de un joven fanático. Pide y pide autógrafos y se saca fotos con todo competidor.
El 3 de agosto se supo que el Boulder será deporte olímpico.
Una voz autorizada para dar su visión sobre esta gran noticia es Fischhuber. Se sienta detrás del muro donde dejó impregnado su sudor y clase y luego arranca. "Es una gran oportunidad para las generaciones más jóvenes porque tendrán más visibilidad a nivel mundial. Obtendrán mayor dinero y las marcas se interesarán en ellos. Pero hay que evitar que la esencia de la escalada se pierda con los Juegos. No quiero que se amolde para ser deporte olímpico".
Asombra su humildad. Ante la pregunta si sueña con colgarse la medalla de oro, hace una pausa y contesta: "No se puede rechazar una medalla de oro, nunca. Pero la verdad no sé. Hay un muy buen nivel y los jóvenes son realmente unas máquinas".
"Chile tiene muy buen potencial. Los escaladores son muy profesionales. Los vi entrenar antes de la competencia y son muy fuertes. Tienen una gran visibilidad del muro", comenta el europeo.
Y la referencia recae indiscutiblemente para uno de los chilenos que acaparó las miradas. Se trata de Facundo Langbehn (22) quien trepó al tercer puesto tras las dos estrellas mundiales. Langbehn analiza su participación: "Quedé bastante conforme con mi nivel. Clasifiqué primero en semifinales y en la final, me costó conectarme al principio en los primeros dos Boulders. El nivel estaba más alto que nunca".
Sobre la inclusión en Tokio, dice estar sorprendido. "Es súper raro porque ningún escalador se imaginó que se transformaría en deporte olímpico. Es una meta increíble poder estar ahí y representar al país", dice. Su hermana, Soho, fue segunda en damas.
El Boulder en Chile dejó su huella y los criollos buscarán hacer lo mismo en el muro olímpico de Tokio.