Para 2011, el único "premio" que ostentaba Bradley Cooper en su palmarés era una Frambuesa Dorada -los siempre célebres Razzies- a la Peor pareja fílmica, junto a Sandra Bullock, por Alocada obsesión. El actor había explotado en Hollywood el año anterior gracias a Qué pasó ayer, cinta que lo lanzó a la fama luego de su carrera televisiva en la serie Alias. Por esa época, parecía que su trayectoria se remitiría a encarnar el rol de galán de comedias. Poco más de un año después, Cooper sería nominado a su primer Oscar, reconocimiento que repetiría tres veces de manera consecutiva, con la última postulación recibida hace casi dos semanas al ser ungido como uno de los candidatos a Mejor Actor en la ceremonia de este año, gracias a Francotirador, de Clint Eastwood. Así, se convierte en el primer nombre en conseguir la marca desde Russell Crowe en el lapso 1999 a 2001.
En tres años, Cooper ha pasado de rostro de éxitos de taquilla a ser catalogado como uno de los mejores intérpretes de su generación, en gran parte gracias al reconocimiento de la Academia. El lado bueno de las cosas (2012), Escándalo americano (2013) y ahora la exitosa Francotirador han cambiado drásticamente su perfil dentro de Hollywood, saltando de la ruta comercial a exigentes roles de carácter.
De todos éstos, el último parece ser el más extremo. En la película de Eastwood, Cooper interpreta a Chris Kyle, el llamado "francotirador más letal en la historia de EE.UU.", rol para el que tuvo que subir 20 kilos en masa muscular en diez semanas, con el fin de representar la apariencia de un soldado. Y el entrenamiento fue bastante más que destacar sus abdominales.
"Kyle no era un tipo tonificado. Era grande como un oso", declaró el actor a la revista Men's Health. Después de un estricto régimen de ejercicios y casi 6000 calorías diarias (el triple de una persona normal), el actor volvió a realizar un esfuerzo sobrehumano para poder bajar los kilos, con el objetivo de presentarse en la obra de Broadway El hombre elefante.
Si bien su giro desde galán hacia actor serio puede resultar sorpresivo, Cooper se formó en el mismo lugar por donde han pasado Al Pacino, Robert De Niro, Jane Fonda y Phillip Seymour Hoffman; el Actor's Studio de Nueva York.
Pero entre el Master en Actuación que obtuvo en 2000, y su primer rol aclamado por la crítica, debió pasar más de una década. Fue el director David O. Russell (El luchador) quien lo ayudó a dar el salto que lo transformó en objeto de aplausos.
Primer fue El lado bueno de las cosas, una cinta que mezclaba de igual manera comedia con drama, donde Cooper encarnó a un hombre diagnosticado con trastorno bipolar, luego de tener una crisis siquiátrica al enterarse que su mujer lo estaba engañando, lo que le valió su primera nominación al Oscar.
La colaboración con O. Russell siguió dando frutos en Escándalo americano, donde dio vida a un histérico agente del FBI con problemas de ira, ganando nuevamente el reconocimiento de la Academia (pese a que tampoco pudo quedarse con la estatuilla).
Y hoy Cooper no sólo goza de reconocimiento profesional; además, rompe récords de taquilla: Francotirador -que llega el 12 de febrero a Chile- recaudó más de US$100 millones en su primer fin de semana (el del día 16 de este mes), mientras que en el reciente se llevó cerca de US$64 millones.