En busca de mejores salarios, los choferes de microbuses de Río de Janeiro -ciudad donde jugará Chile contra España y donde también se realizará la final del Mundial- iniciaron ayer una huelga por 24 horas, una acción que causó caos al dejar sin transporte a más de dos millones de personas en la segunda ciudad más grande del país. La huelga dejó varados al 70% de los casi 9.000 buses de la urbe, dijo Alexandre Almeida, un vocero de Río Onibus. Un día antes, los agentes de la Policía Federal brasileña de varios estados también fueron a huelga para reclamar un aumento de sus sueldos y mayores posibilidades de evolución en sus carreras, al tiempo que amenazaron con no trabajar durante el Mundial. "Mantuvimos un servicio mínimo para el público, especialmente en los aeropuertos, pero pararemos durante la Copa del Mundo si el gobierno no satisface nuestras peticiones", afirmó a AFP el presidente del sindicato de la Policía Federal de Río, André Vaz de Mello. Por otra parte, continuaba ayer el paro de los trabajadores de la autopista Transcarioca, una de las obras para el Mundial, que unirá el aeropuerto con la zona oeste de Río. Profesores de las escuelas públicas del estado de Río de Janeiro también anunciaron que irán de nuevo a la huelga desde el lunes.
A comienzos de años, el gobernador del estado de Sao Paulo, Geraldo Alckmin, ofreció un bono extra al salario de los policías si lograban reducir los homicidios en un 7% durante el primer trimestre del año. Y al menos hasta febrero las cifras eran positivas. A nivel estatal el número de homicidios cayó un 11,3% respecto a igual mes de 2013, mientras que en la ciudad capital estatal -donde Chile se medirá con Holanda- también se registró un descenso de 3,4% en igual período. Sin embargo, los registros de robos tuvieron un aumento de 47,5% en la ciudad y de 37,2% en el estado, en relación al mismo mes del año pasado. En tanto, los asesinatos en el estado de Río de Janeiro crecieron un 23,6% en marzo, en comparación con el año pasado, y un 10% en la propia ciudad de Río, según cifras del Instituto de Seguridad Pública de Río de Janeiro, que también informó del aumento en los robos al transeúnte (46,5%) y de vehículos (50,7%). Pero la Secretaría de Seguridad del estado de Río de Janeiro asegura que la ciudad será "segura" durante el Mundial. Así, el secretario de Seguridad Pública del estado, José M. Beltrame, anunció que 2.000 militares más serán desplegados durante la justa deportiva. La Presidenta Dilma Rousseff informó que habrán comisarías en los estadios.
Uno de los obreros que trabaja en la construcción del estadio Arena Pantanal de la ciudad de Cuiabá, donde Chile se medirá ante Australia en la primera fase, murió electrocutado ayer, elevando a ocho el número de trabajadores fallecidos en las obras de la Copa del Mundo. El obrero fallecido, identificado como Mohamed Ali Maciel, de 32 años, sufrió una descarga eléctrica mientras estaba realizando una instalación dentro del estadio, según explicó a EFE un portavoz de la Secretaría Especial del Mundial de Mato Grosso, estado del que Cuiabá es capital. Los anteriores accidentes mortales tuvieron lugar en los estadios de Brasilia, Manaos y Sao Paulo. Estos dos últimos con tres víctimas cada uno. En la mayoría de los casos se han debido a caídas desde grandes alturas. A poco más de un mes del inicio del Mundial, tres (Cuiabá, Curitiba y Sao Paulo) de los 12 estadios que serán utilizados en la competencia continuaban en obras y seis de los aeropuertos dejarán parte de sus reformas para después del evento. "Los estadios tenían que estar para diciembre, pero vamos a recibirlos el 15 de mayo", criticó el secretario general de la FIFA, Jerome Valcke. El dirigente francés reconoció que el organismo "vivió un infierno" durante los preparativos del torneo.
Los turistas que visiten Sao Paulo para ver los partidos del Mundial podrían encontrarse con que el agua escasea en momentos en que la megaurbe sufre la peor sequía en, por lo menos, cuatro décadas. Los niveles de agua de la cuenca de Cantareira, que abastece a casi la mitad de los 30 millones de habitantes del área metropolitana de Sao Paulo, se redujeron a un 15% de la capacidad a mediados marzo, el nivel más bajo desde 1982, según la Agencia Nacional del Agua. El déficit de lluvias significa que el racionamiento es inevitable y que probablemente abarque la duración completa del torneo, dijo Joao Simanke, hidrólogo de Sao Paulo. La sequía de los últimos meses ha puesto al país al borde de una crisis energética, ya que el sistema hidroeléctrico que alimenta al 70% del territorio brasileño está funcionando por debajo del nivel seguro de represas de agua. Las regiones centro-oeste y sudeste, que tienen la mayor capacidad de almacenamiento están funcionando con el 38% de capacidad. Hace 13 años, en 2001, llegaron al 32% y se desató la alarma. Entonces, el gobierno de Fernando Henrique Cardoso tuvo que implementar medidas de racionamiento, lo que la Presidente Dilma Rousseff quiere evitar por el hecho de que en octubre de este año se juega la reelección.