El 31 de agosto de 2016, horas después que el Senado votará la destitución de la Presidenta brasileña Dilma Rousseff, Michel Temer prometía que "lo que quiero es dejar la economía mejor, el Estado pacificado, sin la división que encontré". Rousseff había sido sacada de la Jefatura de Estado acusada de maquillar las cuentas fiscales. "No hay una crisis institucional", insistía el hasta entonces vicepresidente, saliendo al paso de los cuestionamientos por el proceso que terminó con su instalación en el Palacio de Planalto.

Un año después, la sensación en Brasil es de un déjà vu. Temer está contra las cuerdas por una crisis de circunstancias ciertamente diferentes a las de Rousseff, pero igualmente truculentas y que podrían terminar con la caída de un nuevo Presidente en ese país.

El 26 de junio, Temer fue denunciado por presunta corrupción pasiva y se convirtió en el primer mandatario en la historia del país en ser acusado por la Fiscalía General, en pleno ejercicio del poder, por un delito penal, en medio de una crisis política e institucional que parece no tener límites.

Para que la denuncia sea avalada es necesario el voto de dos tercios de los 513 diputados, es decir, 342 parlamentarios. Por lo tanto, Temer necesita 171 votos para impedirla. En caso de que los legisladores la autoricen, la Corte Suprema analizaría el tema en su pleno y, de secundar la decisión de la Cámara Baja, Temer sería suspendido de sus funciones durante 180 días.

De no mediar una postergación de última hora, la votación de la denuncia en la Cámara de Diputados debería realizarse el próximo miércoles. "Espero que el día 2 por la noche podamos tener ese tema cerrado", dijo el presidente de la Cámara de Diputados, Rodrigo Maia, el mismo al que constitucionalmente le tocaría asumir de forma interina la jefatura de Estado si Temer es suspendido.

Aunque a comienzos de julio, en una entrevista a Rádio Bandnews, Temer aseguró tener "casi absoluta certeza de que tendremos éxito en la Cámara de Diputados", el gobernante no ha dejado nada al azar con tal de evitar una votación adversa la próxima semana. Según informó el diario O Globo, el mandatario ha adoptado la estrategia de contactar por teléfono a cerca de 80 diputados indecisos para convencerlos de votar a favor del gobierno. Temer dijo a sus cercanos que ya había conseguido revertir "unos 20 votos" con sus llamadas telefónicas, afirmó el vicelíder del gobierno en la Cámara, el diputado Beto Mansur.

"Temer usó hasta ahora miles de millones de reales para comprar el apoyo de los diputados, con atención a enmiendas parlamentarias, asignación de recursos a los gobernadores, alcaldes, etc. Se trata de la vieja técnica del Pmdb (el partido de Temer), muy usada en el gobierno de José Sarney: 'es dando (fondos y cargos) que se recibe'", comentó a La Tercera Roberto Romano, profesor de Etica y Filosofía Política de la Universidad Estatal de Campinas.

Temer contaría con 188 votos a favor y 95 en contra, de acuerdo con el sondeo publicado el viernes por Folha de Sao Paulo. En tanto, O Globo estima en 196 los diputados que se pronunciarían contra la denuncia, mientras que 112 la apoyarían. La oposición admite que no tiene todos los votos necesarios, pero afirma que Temer tampoco tiene la misma fuerza política del inicio de su mandato.

Una debilidad que también se refleja en las encuestas de opinión pública. El último sondeo de CNI/Ibope mostró que la popularidad del peemedebista cayó a su nivel más bajo: 5%. Según la encuestadora, el nivel de personas que consideran su gobierno como "óptimo o bueno" es el peor desde el final del mandato de José Sarney, en julio de 1989, que fue de 7%. "En términos de 'malo o pésimo', está igual a la evaluación de Dilma próxima al impeachment, 70%", señaló CNI.

"En una situación menos traumática, en términos económicos y sociales, el Presidente ya estaría fuera del Palacio. Pero todas las fuerzas empresariales, al igual que las sindicales, están inseguras en cuanto al paso del gobierno a Rodrigo Maia, persona que no tiene cualidades mínimas para ser jefe de Estado", explicó Romano, quien agregó: "Cierto día yo dije que solo un milagro mantendría a Temer en el gobierno. ¿Hasta cuándo? Todo es imprevisible", concluyó.