Brasil es la economía más grande de América Latina, se encuentra entre las 10 primeras del mundo, y conforma casi la mitad de la población regional.
Este poderío se nota en su creciente presencia diplomática o su participación en el club de las nuevas grandes economías, el BRIC.
Las compañías brasileñas invirtieron en 2008 más de $20 mil millones en el exterior, alrededor del 60% de la inversión extranjera directa (IED) de América latina.
Este peso genera tensiones a nivel regional y, especialmente, en los países más vinculados con Brasil, las naciones integrantes o asociadas al Mercosur.
El economista Pablo Kornblum, coordinador del Observatorio de Brasil del CAEI (Centro Argentino de Estudios Internacionales), reconoce la existencia de temores y recelos.
"Por un lado la nueva presencia internacional de Brasil lo lleva naturalmente a desafiar a Estados Unidos en su lugar de potencia hegemónica regional. Por otra parte, en el Mercosur, por ejemplo, hay un reconocimiento de que Brasil puede actuar como locomotora del crecimiento regional y, por tanto, hay una exigencia de las otras naciones para que se comporte de esa manera", le señaló a BBC Mundo.
BRASIL, MODELO POR ARMAR
En este sentido el dilema de Brasil hoy se parece más al que enfrenta Alemania en la Unión Europea que ha actuado como motor económico beneficiándose de la integración, pero al mismo tiempo impulsándola con su crecimiento y su ayuda.
Carlos Maciel, Coordinador del Consejo Científico de la Fundación Mercosul en Uruguay y académico de la Universidad de Nantes, señala que este es el gran déficit que tiene Brasil hoy.
"Lula trató de avanzar en esta dirección, pero tiene sus propios problemas de exclusión social y resistencias internas en Brasil a que asuma un compromiso y liderazgo mayor en la región", le dijo a BBC Mundo.
En la UE los Fondos de Cohesión y otros mecanismos niveladores, fueron especialmente exitosos con España, Portugal y la República de Irlanda y sirvieron para posteriores incorporaciones de países más rezagados a la unión.
En el Mercosur se han hecho intentos en este sentido con la creación del Fondo de Convergencia Estructural en 2004 (en agosto se aprobaron líneas de financiamiento por 800 millones de dólares), pero a una dimensión mucho menor que en la UE.
La Union de Naciones Sudamericanas, UNASUR, es más proyecto que realidad concreta, pero Brasil tampoco ha adoptado un liderazgo que saque a la organización del terreno de las aspiraciones.
EL TAMAÑO IMPORTA
Según Pablo Kornblum Brasil enfrenta tres tipos de conflictos en el Mercosur.
"Con Argentina es una relación de competencia y de principales socios comerciales. Con los países más pequeños la relación es más asimétrica, pero también acá hay diferencias. Con Uruguay hay una relación de complementareidad económica. Con Paraguay y Bolivia, Brasil domina más la agenda, pero con una búsqueda de consenso", apunta, en conversación con BBC Mundo.
A pesar de esto la potencia brasileña se ha hecho sentir sobre grandes y pequeños.
En los dos últimos años, aprovechando el tipo de cambio favorable, compañías brasileñas adquirieron empresas emblemáticas argentinas como Acindar, Quilmes, Paty y Alpargatas.
En Uruguay, empresas brasileñas controlan a ocho de las 30 mayores exportadoras y tienen una fuerte presencia en frigorícos, arroceras, y hasta en el sector de la construcción.
Desde Brasil, la poderosa Federación Industrial de San Pablo vive en un estado de virtual alerta sobre la posible "conducta desleal" de los otros países, especialmente de Argentina.
ACUERDOS
Por el momento estos enfrentamientos han sido encarrilados diplomáticamente.
En la última cumbre del Mercosur, en Argentina, cuando muchos empezaban a escribir el obituario del bloque, los presidentes acordaron el Código Aduanero Común tras seis años de duras negociaciones.
En septiembre los ministros de industria de Argentina y Brasil, Debora Giorgi y Miguel Jorge, firmaron acuerdos para una "integración productiva" en sectores estratégicos (petróleo y gas, maquinaria e insumos agrícolas, aeronáutica y autopartes) para construir economías de escala que potencien la producción y exportación.
"El objetivo es ser más eficientes a nivel regional en un mundo que va a ser más competitivo", dijo Giorgi.
LULA Y DESPUES
La buena sintonía de Lula con los otros mandatarios del Mercosur ha sido importante para superar obstáculos, pero también plantea un problema estratégico: ¿en qué medida el Mercosur depende de la posición de quien ocupa el ejecutivo brasileño?
En Abril José Serra, candidato presidencial opositor en las elecciones de octubre, levantó olas cuando dijo que el Mercosur era "un obstáculo" para Brasil.
"Es un problema. Por el momento parece una política de Estado, pero es un peligro latente", señala Carlos Maciel.
Sectores internos de Brasil creen que el país debe apuntar al mundo y no al terruño.
Pero el economista surcoreano Ha-Joon Chang, especialista en temas de desarrollo de la Universidad de Cambridge y autor de "¿Qué fue del buen samaritano? Naciones ricas, políticas pobres", el problema es otro.
"Todo país que se vuelve fuerte puede ser una amenaza para sus vecinos. Creo que Brasil tiene una política progresista en este sentido, pero ¿es realmente el país que dicen?", se pregunta el experto.
"En Brasil la broma es que 'Brasil es el país del futuro'. En los 60 y 70 Brasil estaba creciendo a un 6 o 7 %, pero desde entonces no ha realizado el potencial que tenía", le señala Ha-Joon Chang a BBC Mundo.