"Brasil no es blanco de terrorismo. Pero tenemos que pensar en lo peor y tomar precauciones para eso", afirmó el mes pasado el ministro de Defensa brasileño, Celso Amorim, a la revista Istoé, en relación a las medidas de seguridad que el gobierno de la Presidenta Dilma Rousseff ha preparado para el próximo Mundial de Fútbol, que se desarrollará entre el 12 de junio y el 13 de julio. Sin embargo, existe un alto potencial de que el evento se vea amenazado por multitudinarias manifestaciones, similares a las registradas el año pasado durante el desarrollo de la Copa Confederaciones, además de los problemas de delincuencia que enfrentan algunas ciudades. Estos son algunos de los planes preventivos adoptados por las autoridades brasileñas para asegurar el desarrollo del torneo y resguardar a los cerca de 600 mil visitantes extranjeros y los cerca de dos millones de brasileños que asistirán a los partidos.

Aeronaves no tripuladas de origen israelí vigilarán las fronteras y aquellas zonas con gran aglomeración de personas. Se trata de drones Hermes 900, cuya autonomía de vuelo es de 36 horas. Además, están dotados de sistemas electrónicos para la vigilancia y poseen la capacidad de volar en condiciones meteorológicas adversas, consignó la agencia Efe. Estas aeronaves llegarán poco antes del comienzo del torneo deportivo.

La Fuerza Nacional de Seguridad será la encargada de vigilar las carreteras de seis de las 12 ciudades sedes: Cuiabá, Curitiba, Porto Alegre, Río de Janeiro, Belo Horizonte y Salvador. Las tropas, vinculadas al Ministerio de Justicia, apoyarán a la Policía Federal de Carreteras.

Entre los planes de seguridad se encuentra el relacionado con la delimitación del espacio aéreo en las sedes. En la zona general, que también cubre el área del aeropuerto local, podrán volar las aeronaves identificadas, mientras que en la zona restringida, de un radio de 12,6 kilómetros, no podrá ingresar la aviación general. La zona roja sólo podrá ser sobrevolada por aviones de seguridad y aquellas de captación de imágenes previamente autorizadas. Esta última estará protegida por artillería anti- aérea, helicópteros y aviones de ataque ligero, entre otros, y será supervisada por un avión radar E-99. Tanto para la inauguración del Mundial en Sao Paulo como para la final en Río de Janeiro, las restricciones comenzarán tres horas antes del partido y se extenderán hasta cuatro horas después. Sólo aquellos aeropuertos que se encuentren dentro del área de protección a los estadios, como el carioca Santos Dumont, verán interrumpidas parcialmente sus actividades, pero nunca al 100%.

En cada una de las ciudades sedes se ultiman los detalles para la puesta en marcha de centros de comando especializados, cuya función principal será coordinar e integrar a las diversas instituciones con el objetivo de agilizar la toma de decisión y la respuesta en caso de que se produzca algún tipo de incidente durante el torneo. Así, policías, bomberos, paramédicos y agentes de tránsito serán dotados de radios y tablets donde recibirán información útil en tiempo real, como la ubicación de las unidades móviles de seguridad, según informó la agencia AP. Además, habrá dos centros nacionales localizados en Brasilia y Río de Janeiro. El plan es que estos comandos centralizados comiencen a funcionar en mayo.

Unos 150 mil miembros de las Fuerzas Armadas y de las diferentes instituciones policíacas brasileñas serán desplegados en las ciudades sedes del Mundial de Fútbol. A ellos se sumarán cerca de 20.000 guardias privados. En conjunto velarán por la seguridad en hoteles, estadios, aeropuertos y carreteras, además de las vías de tránsito de las delegaciones y los turistas. En caso de ser necesario, el Ejército podría llegar a ser movilizado para contener posibles manifestaciones. También habrá a disposición perros entrenados para rastrear drogas y artefactos explosivos en vehículos particulares y públicos y en equipajes.