A 28 días de que comience el Mundial de Fútbol 2014, Brasil vivió este jueves una nueva jornada de protestas masivas contra los altos gastos del torneo y en demanda de mejores servicios sociales, que derivó en enfrentamientos puntuales con la policía en en Sao Paulo.

Las manifestaciones, que comenzaron a primera hora de la mañana y continuaron a lo largo del día, reunieron a decenas de miles de personas de varios movimientos sociales, colectivos y ciudadanos que aprovecharon la expectación mediática de la llegada del Mundial para expresar sus reivindicaciones. 

Enmarcadas en la primera Jornada Mundial de Luchas contra el Mundial, las marchas, en su mayoría pacíficas, se desarrollaron en diferentes ciudades del país y por diferentes demandas, aunque la mayoría tenían el rechazo al torneo como telón de fondo.

Una de las protestas más multitudinarias tuvo lugar en Sao Paulo, donde más de 2.000 activistas del Movimiento de Trabajadores Sin Techo (MTST) bloquearon importantes avenidas y autopistas de la mayor ciudad del país en defensa al acceso de una vivienda digna y contra los gastos del evento.

Según dijo Guilherme Boulos, uno de los dirigentes del MTST, la marcha, que se reprodujo también en Brasilia, fue realizada "contra el legado de especulación inmobiliaria y el aumento de los alquileres en la zona del barrio de Itaquera que dejó la construcción del estadio".

Además de la reivindicación de los "sin techo", en la mayoría de las doce sedes del Mundial tuvo lugar una protesta centrada concretamente en el rechazo a las millonarias inversiones que el Gobierno hizo en la competición deportiva y que reunió a miles de personas bajo la consigna "FIFA go home", "La FIFA no manda aquí" y "Copa sin pueblo, en la calle de nuevo".

"El propósito de esta manifestación es reclamar por los gastos excesivos con el Mundial y la falta de preocupación con la población. Es una omisión general. Falta salud, faltan hospitales, faltan escuelas", dijo en Río de Janeiro Elisángela Silva, una dirigente de Juntos!, una de las organizaciones que convocó las manifestaciones con el Comité Popular del Mundial.

En Sao Paulo, la manifestación terminó en enfrentamientos entre la policía y algunos de los manifestantes que arremetieron contra varias tiendas y mobiliario público, por lo que los agentes reaccionaron lanzando bombas de gas lacrimógeno y balas de goma.

Según las primeras estimaciones, cerca de 20 personas fueron detenidas y la estación del subterráneo en la céntrica Avenida Paulista fue cerrada, aunque el metro siguió en funcionamiento.

En Río de Janeiro, los profesores en huelga marcharon de forma pacífica con los manifestantes que lo hacían contra el Mundial, mientras que en Brasilia hubo una marcha hasta el estadio mundialista Mané Garrincha y una concentración en memoria de los ocho trabajadores fallecidos en las obras de las arenas.

La afluencia en todas las protestas, sin embargo, fue menor que en marchas precedentes.

Otros colectivos de diferentes puntos del país aprovecharon "la jornada de lucha" contra el Mundial para exponer sus demandas, lo que obligó a cortar importantes avenidas en ciudades que ya de por sí sufren problemas caóticos de tránsito.

En otra de las doce sedes del Mundial, Recife, una huelga de Policías Militares (PM), que concluyó esta noche, puso en jaque a la ciudad, que vivió una ola de saqueos que obligó la presencia de la Fuerza Nacional de Seguridad y del Ejército para garantizar el orden en las calles, en un episodio similar al ocurrido semanas atrás en la también mundialista Salvador (Bahía).

En el transcurso de las marchas, la presidenta brasileña, Dilma Rousseff, afirmó que Brasil es un país "de conflictos" y que debe aprender a convivir con ellos, en una aparente alusión a las protestas contra el Mundial.

Por su parte, el ministro de Deportes, Aldo Rebelo, dijo que "no hay que tener ningún tipo de pánico" por las protestas y volvió a garantizar la seguridad durante el evento de la FIFA.

Las manifestaciones que hoy sacudieron gran parte del país se producen días antes de que comience el mayor torneo futbolístico del mundo y cerca de un año después de que cientos de miles de brasileños protestaran durante las dos semanas que duró la Copa Confederaciones de la FIFA.