Claudio Bravo no estará en el partido de Chile contra Rumania, en Cluj. No estará en la cancha, en la banca y ni siquiera en el estadio. Si las conexiones aéreas funcionan mal, corre el riesgo, incluso, de no estar en el país. Ayer, el capitán de la selección nacional dejó la concentración para atender un tema legal en Barcelona. Se fue de Rumania a cinco días del debut en la Copa Confederaciones y en la etapa más importante de su recuperación física, que sigue en duda.
En resumen, la figura del arquero del Manchester City concentra todo el foco de la preparación de la Roja para el torneo. Y complica, porque físicamente está lejos de recuperarse antes del estreno contra Camerún, el domingo (14.00 de Chile). Lo que no era más que una alarma, ayer se transformó en un temor concreto. "No tenemos plazo para que vuelva a entrenar con normalidad", lanzó Fernando Yáñez, jefe del cuerpo médico de la Selección en la gira.
Minutos antes, Juan Antonio Pizzi era igual de tajante y fatalista: "Bravo está totalmente descartado para mañana (hoy), todavía no hemos recibido el alta médica", dijo el adiestrador, en conferencia de prensa.
El 27 de abril, en el clásico de Manchester, Bravo sufrió un desgarro de un centímetro (según el parte médico del City). Le dieron tres semanas de recuperación, pero todavía no ha podido trabajar normalidad. Las opciones de que juegue corren serio peligro. Un asunto que incomoda, por el juego y liderazgo que aporta el portero en la Selección. En los últimos 10 años, de hecho, sólo se ha perdido seis de 38 partidos oficiales, en los que el rendimiento de la Roja es de un 50 por ciento (tres triunfos y tres derrotas).
Sorpresivo viaje
Lo que marcó el día del combinado nacional en Rumania fue el repentino abandono de la concentración por parte de Bravo. Al comienzo las explicaciones sólo aparecieron fuera de micrófono. "Se fue por un tema jurídico-legal y regresa mañana", apuntaron desde el hotel donde se hospeda el equipo.
El capitán de Chile se trasladó a Barcelona para asistir hoy a la Magistratura del Trabajo, a un juicio oral que tiene relación con la demanda interpuesta por el jugador contra la Real Sociedad, en la que reclama 1,2 millones de euros por su anterior traspaso al Barça. En su contrato con el club de San Sebastián, el meta tenía una cláusula por el 10% de una transferencia, pero renunció a esa cantidad para salir del equipo y firmar por los catalanes. Pero después, alegando que hay derechos irrenunciables de los trabajadores, exigió ese porcentaje.
Faltaba, sin embargo, la versión oficial de la ANFP. Entrada la noche en Cluj, el vicepresidente del organismo, Andrés Fazio, asumió la responsabilidad: "El viaje de Bravo fue autorizado por el cuerpo técnico y coincidió con la conferencia de prensa. Las cosas no vienen programadas como uno quisiera. Lo de Claudio (Bravo) es un tema importante para él, en el área judicial", explicó el dirigente.
Según Fazio, el asunto se conocía desde la semana pasada. Lo que no explicó el jefe de la delegación es por qué no se informó antes de la situación y justo se conoció de la partida del portero después de que el técnico lo descartó para el amistoso: "No ha habido nadie que no quiera transparentar el tema". Ante la insistencia de por qué no se informó, ya molestó, se limitó a decir: "No veo por qué".
Lo cierto es que en pleno proceso de recuperación, Bravo dejó su tratamiento en la Roja para sumar horas de vuelo y trámites fuera de una cancha de fútbol. Pizzi todavía lo espera, mientras Johnny Herrera ya está listo para enfrentar a Camerún.