Esta película Bryan Adams ya la vio. Fue a mediados de la década del 80, en pleno apogeo de los sintetizadores y la música pop de factura artificial, cuando el canadiense, por ese entonces un promisorio cantautor de 25 años, dio el gran salto y se transformó en una estrella mundial gracias a Reckless (1984), su segundo disco: una colección de éxitos y futuros clásicos de su repertorio -como Summer of '69, Run to you y Somebody- con la guitarra eléctrica y su voz rasposa como protagonistas. Tres décadas después, cuando la electrónica y la nostalgia ochentera vuelven a dominar ránkings y pistas de baile, el solista de 57 años vive una suerte de segundo aire en su carrera gracias a Get up (2015), su decimotercer álbum y una nueva declaración de principios del norteamericano, quien luego de varios años sin editar material original regresó con una elogiada producción que vuelve a poner el foco en las seis cuerdas y el rock al servicio de las masas.
"El disco ha tenido un gran éxito y es por eso que seguimos mostrándolo en vivo. Espero poder lanzar pronto otro disco similar", dice Adams a La Tercera, a través de un correo electrónico con respuestas tan simples y concisas como las canciones de su último trabajo de estudio, donde el track más largo no sobrepasa los 3 minutos y medio de duración. Producido por Jeff Lynne, cerebro y vocalista histórico de Electric Light Orchestra, Get up saca a relucir lo mejor del canadiense: rock maduro de temática romántica y reminiscencias a los clásicos de los 60 y 70.
Además de renovar su alianza con el compositor Jim Vallance, con quien Adams firmó algunos de sus primeros singles -como Cuts like a knife y Heaven-, el más reciente álbum del norteamericano es también el que lo traerá de regreso a Chile, con un recital programado para el 17 de abril en el Movistar Arena (Puntoticket), el mismo lugar que albergó su última actuación en la capital en 2008. "Tocamos todas aquellas canciones que la gente adora y también muchas del último disco", comenta Adams, cuyo tour contempla un extenso show de cerca de 30 temas, incluyendo aquellos himnos románticos que popularizó en películas de los años 90, como Have you ever really loved a woman? y All for love (junto a Sting y Rod Stewart).
Para muchos críticos, Get up ha sido un reimpulso para su carrera. ¿Lo ve de esa forma también?
¿En serio? Bueno, eso sí que es una buena noticia. Es algo que sólo puedo atribuir al gran equipo que me ayudó en esto.
¿Cómo fue la experiencia de trabajo junto a Jeff Lynne? ¿Se conocían de antes?
Fue realmente fabuloso haber podido trabajar con Jeff, una verdadera leyenda. A él lo conocí hace algunos años, cuando fue a un concierto que di en los 80 en Birmingham.
Sus canciones son parte de la banda sonora de una generación que creció en los 80 y los 90. ¿Es más difícil ahora llegar a un público joven que parece preferir el beat electrónico por sobre el rock pop y las baladas acústicas?
Sí, hoy en día es muy difícil encontrar una guitarra sonando en la radio, pero finalmente así es la música: un día es esto, al siguiente es aquello.
Antes de sus presentaciones en Santiago y en el Festival de Viña 2007, estuvo ese primer show de 1990 en el Estadio Nacional, junto a David Bowie y Eric Clapton. ¿Guarda alguna imagen de aquel evento?
Lo que más recuerdo es a David, con quien ya había trabajado en los 80, junto a Tina Turner y cuando yo tenía 25 años. Es maravilloso haber podido tener esa experiencia, nunca lo olvidaré. Fue siempre muy amable y un caballero.
El primer concierto al que usted asistió de público fue el que David Bowie dio en Ottawa, en 1973. ¿Ese show y la música de Bowie en general tuvieron algún tipo de impacto en su propia carrera?
Por supuesto. Yo ya era un fan de David Bowie en los primeros días de la época del Hunky Dory y haber presenciado ese concierto fue uno de los puntos altos de mi adolescencia temprana. Coincidentemente, el director musical de su gira Diamond Dogs de 1974 fue Michael Kamen, con quien 17 años después coescribí Everything I do.
Si bien desde hace algunos años vive en Europa, me gustaría conocer su opinión acerca de estos primeros días de Donald Trump en la presidencia de Estados Unidos y cómo cree que afectará a su propio país, Canadá.
Personalmente, prefiero hablar solamente de música. Como dijo mi gurú, Bob Marley, "una de las cosas buenas de la música es que cuando te golpea no sientes dolor".