“Espérame, vas a escuchar cómo muelo granos de café”, dice Bryce Dallas Howard, interrumpiendo una respuesta. Un sonido ensordecedor se escucha al otro lado del teléfono y la actriz de 35 años comienza con una carcajada nerviosa. “Es que realmente necesito tomar uno”, se disculpa.
Más de diez años han pasado desde el papel que la hizo saltar a la fama, en La Aldea (2004) de M. Night Shyamalan, y hoy Howard se pasea entre superproducciones como Jurassic World y cintas de presupuesto modesto como Historias cruzadas y 50/50. Pero nunca se mantiene desocupada mucho tiempo. Es un nombre con méritos por sobre el ser la hija del director ganador del Oscar, Ron Howard.
El jueves se estrena en Chile Mi amigo el dragón, remake del musical homónimo de Disney de 1977, esta vez re-imaginado como una cinta de aventuras y sin animación. Allí interpreta a Grace, una guardabosques que encuentra al huérfano Pete, un niño que ha crecido entre los árboles cuidado por un dragón que se puede hacer invisible. “La debo haber visto un millón de veces. Era de esas películas que cuando éramos niños con mis hermanos adorábamos”, dice Howard sobre la cinta original.
¿Qué era lo que le llamaba la atención de esa película?
Obviamente, como toda película de Disney, la banda sonora era increíble, pero aparte de eso era muy novedoso para mí ver una película que mezclara live action con personajes animados. Creo que fue la primera vez que vi algo así. Uno miraba a este niño de carne y hueso junto a un dragón animado, y pensaba que el dragón existía en la vida real. Eso me voló la cabeza, la fantasía de tener un mejor amigo que fuera un dragón (se ríe).
En la cinta comparte elenco con Robert Redford. ¿Cómo fue trabajar con él?
Robert Redford es increíble (se ríe). Es una leyenda y es muy tierno, porque si le dices eso te responde, “Me estás haciendo sonrojar”. Es un ser humano brillante que le ha hecho un aporte enorme a esta industria. No podía creer que estaba en el mismo set que él.
Entre Jurassic World y esta película, los últimos años los ha pasado actuando junto a criaturas creadas digitalmente. ¿Se sintió similar la experiencia de grabar ambos proyectos?
En un minuto se sentía como que caí en la rutina de estar siempre en una escena con muchos efectos especiales, donde después de filmar cada escena traen esta gran bola de metal y la filman como referencia donde está el monstruo (se ríe). Después de un año, sentía que todas mis escenas incluían eso.
Sus películas suelen cambiar de género entre una y otra. ¿Cómo decide qué proyectos priorizar?
Muchas veces siento que son las películas las que me eligen a mí, y no lo digo como un decir, sino que es literalmente lo que pasa. Los proyectos a veces salen de sorpresa, sin buscarlos o esperarlos. A veces ni si quiera estoy al tanto de su existencia. Y si no salen oportunidades, tengo otras cosas en las que estoy trabajando por el momento, como cortos que dirijo, etc.
No reniega de las superproducciones, de hecho, cuenta con varias a su haber. ¿Disfruta de las cintas de alto presupuesto?
Creo que me gusta el sentido de comunidad que se genera cuando estás grabando una película que carga con muchas expectativas. Igual, quiero aclarar que en todas las películas hay momentos que se siente que todo está en juego, sin importar cuál demonios sea su presupuesto (se ríe). Puede costar $400 dólares y aun así te estresas. Pero en las películas de alto presupuesto, siento que hay muchas piezas moviéndose siempre y por eso hay más gente involucrada.
Antes de consolidarse en Hollywood ¿Tuvo alguna vez el miedo de ser catalogada como la hija de Ron Howard?
La verdad, en el principio de mi carrera nunca tuve ese temor, sino que esos pensamientos empezaron a surgir más adelante. Son paranoias e inseguridades que como actriz tuve ya con mi carrera andando, y por situaciones específicas. Pero cuando empecé haciendo teatro en la universidad y luego salió de la nada la oportunidad de hacer La Aldea , sentí que todo se estaba dando más rápido de lo que esperaba, entonces no tenía mucho tiempo para preocuparme, porque gastaba todo mi tiempo en dar las gracias (se ríe). Estaba demasiado agradecida de las oportunidades. Por supuesto que uno a veces tiene sus miedos, pero ese pensamiento no estaba en mi lista de prioridades.