En la década de los 70, Nueva York se encontraba sumergida en una de sus mayores crisis. El crimen en las calles crecía sin control y muchos negocios comenzaron a irse a otros lugares del país. La ciudad estaba siendo identificada más por la ola de delitos que por su atractivo turístico. La imagen de la "ciudad que nunca duerme" sufría así las consecuencias. Y había que actuar.  Nueva York comenzó entonces a desarrollar una campaña de marketing para generar una marca con identidad tanto para los habitantes como para los turistas. En 1977 nació el famoso I love New York. La palabra love fue reemplazada por un corazón y el nombre de la ciudad por sus iniciales. Lo que debería haber durado tan sólo unos meses, se ha mantenido hasta hoy.

Cuarenta años después, Buenos Aires busca seguir los pasos de la "ciudad que no duerme". La capital argentina está impulsando tener su propia marca para crear un concepto de pertenencia y ser reconocida mundialmente. El Consejo Económico y Social (CESBA), organismo que asesora a la ciudad y reúne sindicatos, organizaciones y universidades, entre otros, presentará un proyecto con el cual pretenden crear un símbolo de identidad que permita reconocer y diferenciar a Buenos Aires de otras ciudades del mundo.

De acuerdo al CESBA, llegar a esta marca es esencial para "atraer inversiones, fomentar el turismo, aumentar el nivel de conocimiento de nuestra Ciudad en el exterior y crear ciudadanía".

Sin embargo, crear una marca de ciudad no es fácil. Esta debe estar basada en lo que "ya está en la ciudad o si no es sólo darle un lindo corte de pelo, puede verse bien por un tiempo pero no te da una nueva personalidad", dijo el experto de estrategia de marca Marcus Mitchell al diario británico The Guardian.

Eso es lo que le ocurrió a Buenos Aires en 2001. Durante las gestiones de Aníbal Ibarra (2000-2006) y Jorge Telerman (2006-2007), como jefes del gobierno de la ciudad, Buenos Aires tuvo lo más parecido a una marca ciudad. La palabra BUE, como se le denomina a la ciudad en el tránsito aéreo, en mayúscula, letras blancas y fondo naranja, fue la elegida entonces pare representar a la capital argentina. La marca fue utilizada para promover a la ciudad como destino turístico, pero no prosperó y la idea quedó allí. Ahora esperan cambiar lo que ocurrió entonces.

Amsterdam y Bogotá son dos ciudades que también han sabido llevar adelante el tema. A principios de 2000, la capital holandesa se dio cuenta de que había perdido su posición en varios ranking internacionales. Dejó de ser uno de los mayores destinos turísticos, ya no estaba siendo considerada para seminarios empresariales y había disminuido su competencia en comparación a ciudades europeas, como España.

Es por eso que en 2004, para repuntar y volver a imponerse como una atracción turística y empresarial, la ciudad comenzó a hacer un nuevo marketing. Allí se creó "I Amsterdam", donde "I am" (yo soy) está en rojo y el resto en blanco. Quisieron dejar de lado la imagen del barrio rojo, las drogas, y canales que se había generado en el último tiempo y crear una marca que destacara las cualidades de la ciudad. La imagen se ha convertido en un icono visual, enfocado para las personas de la ciudad como para ella misma.

Por su parte, Bogotá también se unió a la tendencia. En 2013 la capital colombiana decidió cambiar la marca que había creado anteriormente -Bogotá con un símbolo más- por el nombre de la ciudad con una pequeña montaña sobre la última letra. Bajo la idea de "una ciudad de altura", ya que se ubica a 2.640 metros sobre el nivel del mar, el símbolo representa una montaña. El concepto de altitud fue en lo que se inspiraron para crear la nueva identidad.