Aunque suena a cliché, en esta ocasión resultó ser absolutamente cierto: la delegación de Burkina Faso ha sufrido con el frío santiaguino. Habitualmente, y contra el prejuicio generalizado, las selecciones africanas no se sienten particularmente afectadas con las bajas temperaturas como las de Chile Central, debido a que la mayoría de sus jugadores militan en clubes de Europa y están habituados a inviernos bastante más crudos que los de esta zona del mundo.

Esta delegación burkinesa, no obstante, está compuesta casi exclusivamente por futbolistas del medio local, por lo que resintieron el cambio entre el África Occidental y Chile. La temperaturas máxima promedio durante abril y mayo en Ouagadougou, la capital de Burkina Faso, llega a los 39 grados (peaks récord de 48°) y mínimas de 25º. Así, no llegaron preparados de ninguna forma y la mejor prueba de ello es que varios salieron del avión en sandalias y poleras, por lo que tuvieron que cambiarse en pleno aeropuerto.

La utilería que trajeron era la adecuada en términos generales (consideraba dos juegos de camisetas oficiales y el mismo número para entrenamientos), pero no incluía equipamiento adicional para el frío. Así, luego de pasar una noche en un hotel del sector de Santiago, salieron  de compras para adquirir camisetas de primera capa (esenciales para la regulación térmica)  y guantes de polar, que utilizarán en el partido de mañana ante la Roja (20.30, Estadio Nacional, donde entrenaban esta noche). Parkas y chaquetas, eso sí, habían sido provistas por su marca de indumentaria deportiva.