Las series centradas y protagonizadas por mujeres rinden frutos. Basta ver el ejemplo más reciente: Esposas Desesperadas. Y Army Wives, la serie que People and Arts estrenó anoche y que emitirá los martes a las 23 horas, claramente busca capitalizar ese nicho. Lo malo es que la ruta que escogió deja mucho que desear.
La idea central tenía sus méritos: abordar la vida de las mujeres de los soldados estadounidenses y el ambiente de "pueblo chico, infierno grande" que se produce en la base del ejército donde todos deben convivir forzosamente. El problema es que, al menos en el primer capítulo, el tratamiento de los temas no va más allá de la maqueta y los personajes apenas superan el estereotipo.
Lo más sabroso está en los conflictos, sacados directamente del más militante de los culebrones: hijos que golpean a sus madres, mujeres tan endeudadas que arriendan su vientre para tener el hijo de otro, una mesera de bar que se casa tras dos semanas de relación con un apuesto soldado y, por supuesto, la intachable socialité con un pasado secreto. Pero ahí también se quedan cortos, porque en vez de explotar el exceso de las historias en todo su potencial, la serie lo reviste de una capa de solemnidad y seriedad que no resiste análisis.
Además, como se trata de una serie estadounidense sobre soldados de ese país y en tiempos de guerra, obviamente casi todos los personajes masculinos militares que se vieron en el piloto fueron improbablemente intachables y ejemplares. Quedan así, entonces, en las manos de las mujeres los papeles de intrigantes, intolerantes e hipócritas que se enfrentan al grupo de amigas que protagoniza la serie. Sólo queda esperar que eso gane matices con el correr de los capítulos.
Army Wives se pierde en el limbo. No es lo suficientemente desatada ni desfachatada para disfrutarse como culebrón-placer culpable, pero le faltan matices, oficio y guión para establecerse como una exploración interesante o provocativa de la vida de las mujeres de los militares.