Si la actual sequía es por un ciclo natural o el cambio climático es algo que los científicos recién comienzan a discutir, no sólo en Chile, también en California (donde llevan cuatro años de déficit) y ya aparecen estudios que vinculan al fenómeno global con el problema actual (ver recuadro).
En el caso chileno, dice Jorge Carrasco, meteorólogo y académico de la U. de Magallanes, "la sequía es más probable que esté siendo forzada por oscilaciones naturales de escala anual y decadal", como la Oscilación Decadal del Pacífico (variación del clima del océano que alterna fases de calentamiento y enfriamiento cada 10 a 30 años) que, en su fase negativa favorece la ocurrencia de La Niña. Dicha fase comenzó poco después del inicio de este siglo y podría estar terminando con la aparición de El Niño.
Para Carrasco no se puede vincular directamente la sequía con cambio climático, pues para ello, el clima que hoy define a un lugar tendría que cambiar.
Según la DMC, el peor déficit de lluvia que han experimentado este verano las regiones de La Araucanía a Los Lagos, sigue una tendencia que viene desde la segunda mitad de los 80, y se ha acentuado en los últimos 15 años.
René Garreaud, climatólogo y subdirector del CR2, explica que si bien es usual que ante una fase de El Niño los veranos sean más secos en el sur (hoy estaríamos con un Niño moderado), la sequía de más duración (centro-sur) ha sobrevivido a años de El Niño y La Niña. "Las conclusiones que estamos trabajando apuntan a que también hay causas que no son naturales, sino asociadas al cambio climático global", sostiene.
Comprobarlo científicamente requiere décadas de datos para detectar tendencias, pero según Garreaud, las proyecciones que apuntan a un Chile más seco se han ido verificando. "Esa conexión que antes funcionaba bien: El Niño bien lluvioso y La Niña muy seca, se ha ido deteriorando con el tiempo", dice.
Independiente de la causa, dice Jorge Núñez, experto del Centro del Agua para Zonas Áridas y Semiáridas de América Latina y el Caribe (Cazalac), hay que cambiar el foco hacia enfrentar el problema. "Importa poco el origen en tanto ninguna de ellas está bajo nuestro control y ambas se pueden expresar en cambios de largo plazo. Lo que debiera ir tomando más importancia es cómo nos adaptamos. Vivir bajo el paraguas de los decretos de escasez y emergencia por sequía es, a la larga, la peor estrategia adaptativa".