Hace 18 años, su carta no tenía más de 10 opciones. Si no era un café de grano con un queque de naranja, era una ensalada o un sándwich vegetariano con un jugo natural. El Café de la Isla abrió sus puertas el 5 de enero de 1995 como el primer local de cocina orgánica de Santiago, en un lugar donde las fuentes de soda eran reinas y señoras del barrio: en plena Plaza Ñuñoa.
En menos de 10 días, el próximo 28 de junio, este restaurante, ubicado en Irarrázaval 3465, cerrará sus puertas para que sus dueños desarrollen nuevos proyectos: la dueña del café, Irene Acevedo, tiene un proyecto inmobiliario ecológico en Chillán y su hijo, Sebastián Bustos, quien administra el local, irá a Brasil a retomar una carrera en la industria del cine.
"Este local nació guiado por un sueño y por la misma razón es que ahora cierra", explica Acevedo, quien es también agrónoma.
Una de las características que llamaba la atención del local era su patio interior, donde funcionaba una huerta. Esta proveía de varios ingredientes a la cocina del Café de la Isla.
Así lo pensó Irene desde un comienzo. "Esto de cultivar tus propios ingredientes o comprarle a pequeños productores es una manera distinta de entender la cocina y, así, sin darnos cuenta, fuimos precursores de una forma de vida. Por eso nos vamos felices", afirma.
Para el crítico y miembro del Círculo de Cronistas Gastronómicos, Daniel Greve, el cierre de este local es una pena. Dice que es un referente, porque fueron los impulsores de la comida orgánica en la ciudad. "Crearon un nicho, una forma de plantearse frente a la cocina que no existía acá. Desarrollaron un concepto, en el que se potencia la crianza de animales y la producción de vegetales a pequeña escala", cuenta, mientras recuerda que este fue uno de los primeros locales que reseñó, ya hace 14 años, cuando comenzó su carrera.
EL PUBLICO Y EL CIERRE
Sobre sus visitantes, Sebastián no está seguro si fueron sus amigos los que se transformaron en clientes o al revés. Y con eso se refiere a los lazos que forjaron con actrices como María Izquierdo, cantantes como Mario Mutis y Joe Vasconcellos, y ambientalistas como Sara Larraín.
Ese era el público cautivo de "La Isla". Esos que, con el paso del tiempo, vieron cómo este lugar pasó de ser una pequeña cafetería con espacio para no más de 10 personas, a un restaurante que podía atender fácilmente a 300 en sus salones y su jardín interior, donde había un nogal.
Con el tiempo, el local empezó a albergar otras actividades también, como exposiciones de arte, clases de danza y de yoga.
La forma de despedir el local será con una fiesta que, según cuentan los dueños, "será hasta agotar stock". Esto porque la oferta de tragos será de "dos por uno" el viernes 28 de junio.
Después de eso, el recinto quedará en manos del italiano Manuel Taone, quien instalará un restaurante de su comida tradicional, con chefs directamente traídos de su país originario.