Ha sido uno de los proyectos estrella en los gobiernos del Partido de los Trabajadores (PT). Descubiertos en 2006, durante la administración de Luiz Inácio Lula da Silva, los inmensos yacimientos de petróleo submarino ubicados en aguas profundas del Atlántico, frente al litoral de los estados de Río de Janeiro y de Sao Paulo, pueden convertir a Brasil en uno de los mayores exportadores mundiales de crudo. Sin embargo, el actual derrumbe del precio del petróleo ha despertado dudas sobre la viabilidad del costoso proyecto de "Presal", cuyas regalías el gobierno de Dilma Rousseff decidió en 2013 destinar en un 75% a la educación y en un 25% a la salud, tras las masivas manifestaciones callejeras que golpearon al país en junio de ese año.
Los yacimientos del Presal están ubicados en un área de 149.000 km2, con petróleo a unos seis kilómetros bajo el lecho marino, pasando una gruesa capa de sal, de dos kilómetros de espesor. Su extracción es una de las operaciones más complejas de la industria. Perforar un pozo "on-shore" (en la costa) puede costar unos US$ 5 millones, si no hay complicaciones. Sólo perforar en el Presal, representa unos US$ 120 millones. Colocar la plataforma y ponerlo a producir requiere de más dinero, destaca France Presse.
Cuando se descubrió el Presal, "me decían que Petrobras no tenía la tecnología necesaria para sacar ese petróleo" a tanta profundidad, recordó Lula. "En ocho años sacamos del Presal más petróleo que en los primeros 31 años de vida de Petrobras", desarrollando la industria naval y petroquímica, destacó. El campo Lula es el único que está plenamente en fase productiva. Actualmente se extraen 500.000 barriles al día (20% de la producción total de Petrobras) del Presal, yacimientos con los que la compañía estatal cuenta para duplicar su producción de crudo a más de 4 millones barriles diarios para 2020 y convertirse en un "exportador para todo el mundo", según el ex mandatario.
Pero llegar a ese objetivo implica un fuerte desembolso. Las inversiones en el Presal de Petrobras están estimadas en US$ 82.000 millones entre 2014 y 2018, según cifras oficiales. Y es ahí donde surgen las dudas, a la luz del actual precio del crudo. Esta semana el precio del petróleo Brent cayó por debajo de los US$ 50, por primera vez desde mayo de 2009. Recientemente, el director de Exploración y Producción de Petrobras, José Formigli, afirmó que la rentabilidad en el área de concesión gira en torno a un barril de entre US$ 40 y US$ 45. Incluyendo infraestructura, ese valor sube a un poco más de US$ 50.
"La zona de pérdidas está ya muy cercana", explica a La Tercera Gonzalo Escribano, director del Programa de Energía del Real Instituto Elcano, de Madrid. Sin embargo, el economista aclara que el riesgo no es tanto porque "las inversiones realizadas se paren, sino porque no se harán nuevas o será difícil financiarlas, además de que la rentabilidad se resentirá".
Similar opinión manifiesta Edmar Luiz Fagundes de Almeida, académico del Instituto de Economía de la Universidad Federal de Río de Janeiro, quien destaca que "el principal problema con los precios bajos (del crudo) no es la competitividad del Presal, sino el tema del financiamiento de las inversiones". "Con los precios más bajos, la disponibilidad de recursos para la inversión se reduce. Por lo tanto, el ritmo de desarrollo de las reservas puede verse afectada", dice a La Tercera.
En todo caso, Fagundes de Almeida enfatiza que "no son los precios actuales los que importan a las compañías petroleras, sino los precios medios a largo plazo (hasta 2030-2040)". En ese sentido, dice que "la tendencia a largo plazo aún es de precios mucho más altos que los US$ 50 el barril". Sin embargo, cree que "la principal duda es si Petrobras, responsable de cerca del 70% de las inversiones del Presal, tendrá recursos suficientes para cumplir con las metas de inversión".