Algunas trastabillaron, otras perdieron el zapato a lo cenicienta, muchas tambalearon e, inevitablemente, hubo quienes terminaron de rodillas. Pocas perdieron el aplomo y la sonrisa, pero todas enfrentaron el terrible dilema de qué hacer a continuación: arrastrar el tacón todavía prendido del tobillo hasta el final de la pasarela, quitárselo del todo, o desaparecer a gatas.
Por más risas que provoquen este tipo de accidentes en YouTube, si son tan peligrosos para quienes caminar con ellos es una profesión, ¿qué chance tienen los simples mortales con este tipo de calzado?
"Podrás lucir espléndida, pero con tacones muy altos... cada paso es un tropiezo controlado", afirma Lorraine Jones, de la Sociedad de Quiropodistas y Podólogos del Reino Unido.
"Para una salida, una noche, no hay problema. Pero si es continuo, no son el calzado ideal. En absoluto", advierte. "Vamos a ser honestas, yo misma ayer usé tacones altos porque era un evento muy formal, pero hoy los pies me están matando", le confesó a BBC Mundo la experta.
TODA UNA TRADICION
Los tropezones en las pasarelas no son novedad. Una de las caídas más célebres fue la de Naomi Campbell en París en 1993, que probablemente estuvo relacionada con los zapatos de 20 centímetros de plataforma, color azul eléctrico, que lucía para Vivienne Westwood.
Otro tambaleo histórico -éste especialmente popular en las redes sociales- es el de la modelo Kamila W. en un desfile de la misma diseñadora, en 2007. No cayó una, sino dos veces.
Sin embargo, parecería que últimamente los infortunios en las pasarelas son más frecuentes. Se reiteraron en la Semana de la Moda de Nueva York, más de una vez en Londres, y no se hicieron esperar en Milán.
"Últimamente se está optando por tacones mucho más altos, ahorita el mercado lo dicta así", le dice a BBC Mundo Iván Adame, ingeniero del Centro Integral Avanzado de Diseño de calzado de Guadalajara, México.
"Se va cada vez más alto porque así se exagera o estiliza las características del pie y el empeine. Visualmente el pie parece más pequeño, y la mayor altura permite a la mujer lucir el cuerpo", explica el ingeniero.
Pero el atractivo cuasi fetichista que ejercen estos zapatos no es algo nuevo. "Los tacones tienen como antecedente los chopines de Venecia, unos zapatos pensados para que las damas de sociedad no tocaran el pasto, o el lodo", dice Adame.
"Luego se fueron deformando hasta tomar la forma del tacón de Luis XIV o Luis XV, ya más delgados. Adquirían una connotación de estatus y sensualidad", agrega.
En los años 40 y 50 el tacón de aguja se consolidó como el "último grado de refinamiento" en materia de calzado femenino, explica.
¿EL MANOLO DE CADA DIA?
Con los tacones imposibles el público femenino busca "voltear las miradas, no opta por la comodidad sino por cómo se va a ver", afirma Adame.
"A los once centímetros ya está peligrando el pie y la espalda", reconoce, por lo que ésta es la altura máxima que recomienda para la fabricación de zapatos. "Ya por encima de los cuatro o cinco no es sano. Es más soportable, pero no es para uso diario", dice.
"Las mujeres están usando tacones de hasta 15 centímetros. A esa altura los tobillos se vuelven sumamente inestables, de forma que no es sorprendente que tanta gente se caiga. Pueden quebrarse algo o -lo que es más común- desarrollar tendinitis o problemas en el tejido blando", dice por su parte Jones.
¿Y cuál es la recomendación de esta experta para quienes igualmente no se resisten a unos Manolos o Louboutins?
"Si te quedan cómodos... bueno, cómodos no es la palabra. Si llegas hasta el auto, o puedes entrar en el restaurante sin problemas, o incluso si crees que soportarás una hora bailando, está bien. Lo que hay que tener claro es que no son zapatos de uso diario", dice Jones.