Si la actual baja segregada está influenciada por el cambio climático o el anunciado fenómeno de El Niño no tiene una respuesta fácil, pero lo que sí es seguro es que la humedad del trópico -que alimentó al evento del norte- aumenta con ambos fenómenos.
La temperatura del planeta ha subido menos de 1 °C desde la era industrial, pero los expertos esperan que en las próximas décadas llegue a 2 °C, que es el límite que se han impuesto los países para aminorar las consecuencias del cambio climático.
Al aumentar la temperatura, aumenta también la estabilidad atmosférica y el vapor de agua. La primera provoca que en algunos lugares de la Tierra llueva menos, mientras la segunda, que en otras zonas del planeta haya tormentas.
La baja segregada se alimenta del vapor de agua y genera precipitación, pero según Roberto Rondanelli experto del CR2, no está claro cómo este tipo de fenómenos se van a comportar en el futuro.
Ya se ha constatado una tendencia al aumento de este tipo de eventos en los últimos 20 años y si eso está relacionado con lo que ya ha aumentado la temperatura global (0,8 °C), "en ese caso podría decirse que serán más frecuentes", dice el climatólogo. Pero aún faltan datos para determinarlo. "El efecto del cambio climático no ha sido demasiado intenso, esto ocurre de manera independiente, pero tendría efecto", asegura.
Tampoco se sabe si el fenómeno de El Niño -el que también es producido por el aumento de la temperatura en el trópico- influye en la baja segregada, aunque sí puede estar relacionado con la intensidad que alcanzan las lluvias. "En un año de El Niño estos eventos son más intensos, porque la fuente de vapor de agua frente a la costa ecuatorial, donde se alimenta el sistema, es mayor en la fase de El Niño que en la de La Niña", dice Rondanelli.
Esa fue la combinación que en 1991 provocó intensas lluvias en Antofagasta y un posterior aluvión, aunque fue en pleno invierno. De haber estado en la fase neutra o de La Niña, la temperatura en la troposfera, cerca de la cordillera, habría sido más baja.