Hace cinco años en California, Estados Unidos, comenzó una ola de sequía, pero el escenario cambió y hoy enfrentan inundaciones. El fin de semana pasado y luego de semanas de lluvia incesante, la presa del Lago Oroville, a 250 km. de San Francisco, llegó a su nivel máximo, lo que obligó a evacuar a más de 200 mil personas que vivían en los alrededores por temor a un desborde.
Roger Bales, profesor de Ingeniería del Instituto de Investigación de Sierra Nevada de la Universidad de California, dijo en una entrevista al diario The Guardian que atribuye esta situación al cambio climático.
"No se necesita mucho calentamiento para cambiar tormentas de nieve en tormentas de lluvia. Con un clima más cálido, tenemos estas tormentas de invierno, que vierten lluvia en lugar de nieve", explica.
Sin embargo, el investigador de hidrología del Estudio Geológico de Estados Unidos, Michael Dettinger dijo al mismo medio, que no había que catalogar este fenómeno como producto del calentamiento global, ya que si fuera así, se alargaría el ciclo de sequía e inundación, lo que no ha ocurrido hasta el momento.
"El clima de California siempre ha tenido el potencial de un año como este. Hasta el momento, a excepción de lo rápido que se han acumulado las precipitaciones, no se ha roto ningún récord", señaló Dettinger.
Otros expertos afirman que la sequía aún no termina. El Centro Nacional de Mitigación de la Sequía de EE.UU. refleja que algunas zonas de California siguen con sequía grave y extrema, a pesar de las lluvias.
Thomas Harter, experto en aguas subterráneas de la Universidad de California, en Davis, advirtió que los episodios climáticos extremos tienen en crisis a las aguas subterráneas, que han sido presionadas por la falta de agua en superficie debido a la sequía.
"Va a tardar seis años húmedos en promedio para compensar las pérdidas de 15 años de almacenamiento de aguas subterráneas", dijo en la revista del Instituto Smithsonian.