La industria salmonera chilena se apronta para una nueva etapa. Tras siete años sorteando la inestabilidad que generó la expansión del virus ISA en 2009, el sector podría iniciar una curva más estable gracias al repunte que muestra el precio del salmón en los últimos 10 meses y al nuevo reglamento ambiental que regirá a partir de marzo de 2017.
De este escenario más favorable dio cuenta el gerente general de Camanchaca, Ricardo García, durante su intervención en un seminario sectorial en Londres, el 30 de noviembre pasado. Convocado por Intrafish -sitio web especializado a nivel mundial-, compartió tribuna con importantes ejecutivos de la industria, como el presidente del directorio de Marine Harvest, Ole Eirik lerøy, y el gerente general de Bakkafrost, la mayor salmonera de las Islas Faroe, Regin Jacobsen.
"El nuevo ambiente que se respira en la salmonicultura chilena es claramente más positivo a medida que hemos demostrado que sabemos enfrentar grandes desafíos y adversidades, mejorando las bases de una industria sustentable en lo ambiental, responsable en lo social y eficiente en lo económico", dice hoy.
En la capital británica, García relató que la industria chilena ha hecho frente a siete fenómenos que partieron con el virus ISA en 2009 y siguieron con la devaluación en los principales mercados de destino de la producción local (julio-septiembre de 2014, acentuándose en 2015), el fenómeno de El Niño (se agudizó desde mediados de 2015), la erupción del volcán Calbuco (abril de 2015), el bloom de algas (inicios de 2016) y el impacto social de la llamada marea roja (mayo 2016).
"Hacia adelante nos queda redoblar esfuerzos para tener un desempeño sanitario sobresaliente y hacernos cargo de levantar la reputación de la industria, injustamente afectada por la marea roja y el bloom de algas", afirma el ejecutivo.
Los costos de las siete plagas
Los efectos del virus ISA impactaron fuerte en los precios, destacó García en su presentación en Londres. En 2007, la libra de salmón se vendía a US$ 3,55 y dos años después, a US$ 3,95. En 2009 se produjeron 492.000 toneladas en el país, de las cuales sólo 239.000 toneladas fueron de salmón Atlántico, la principal variedad que exporta Chile. "Dos tercios de la industria del salmón Atlántico se contrajo. En ese período se incrementó la deuda y se requirió levantar cerca de US$ 800 millones en nuevo capital", relató.
Luego, añadió, entre 2012 y 2013 la producción chilena "creció tres veces", proceso que redujo el precio del salmón a US$ 3,32 la libra y a partir del cual también "renacen los problemas de salud en la biomasa".
Entre julio y septiembre de 2014 se inició una devaluación en los principales mercados de la oferta chilena: Brasil, Rusia, Japón, México y Estados Unidos. Este cuadro se agravó tras la decisión de Washington de aplicar restricciones a Noruega y la caída histórica de precios en Chile.
Luego, el 22 de abril de 2015 tiene lugar la histórica erupción del volcán Calbuco, que afectó la producción de smolts, elevando la libra de salmón a US$ 3,41 (ver infografía). Este año se sumaron nuevos fenómenos. En el primer trimestre, una floración de algas causó la pérdida masiva de biomasa, destruyendo el 19% de la producción chilena, equivalente al 7% a nivel global. Esto alzó el precio del salmón a US$ 4,82 la libra.
Hoy, acota, "las condiciones de los mercados se han normalizado y los precios están algo sobre su tendencia histórica, lo que nos permite tener márgenes para hacer inversiones que mejoren nuestra actividad, incluyendo un mayor foco en temas sanitarios, productivos y comerciales".
Camanchaca es una de las mayores pesqueras del país. En su último estado de resultados informó que en el tercer trimestre de 2016 el salmón Atlántico alcanzó US$ 6,2 por kilo WFE, un 41,5% más que un año atrás. "Las mejoras de precios se inician tímidamente a comienzos de este año, cuando se expresa con claridad la menor oferta mundial esperada para 2016 y se acrecientan fuertemente después de la floración de algas nocivas (FAN) ocurrido en el primer trimestre del año", precisó la compañía. "Estimamos que el nivel de precio observado a fin de septiembre debiera mantenerse en el cuarto trimestre y aún más allá", añadió.
Su diagnóstico se plasmó en las proyecciones que expuso en Londres, estimando que 2017 será mejor, pues las cosechas de todas las especies (Atlántico, trucha y coho) bordearán entre 710.000 y 730.000 toneladas, por encima de las 676.000 toneladas de 2016. En Atlántico, en tanto, prevé que se alcanzarán entre 510.000 y 530.000 toneladas.
Nueva regulación
En marzo de 2017 comenzará a regir el nuevo reglamento sanitario para el sector que, entre otras cosas, limitará la producción de salmón. García considera apropiada la decisión: "Limitar la producción es una medida necesaria para una industria donde las acciones individuales tienen externalidades desfavorables sobre otros productores al no enfrentar individualmente todos los costos generados y causando una subestimación de los costos de producción reales". En esas condiciones, añade, "la regulación debe limitar el crecimiento y esa es la pieza central del cambio que ha ocurrido. La forma precisa de articularlo puede abrir discusiones, pero esa es la dirección y habrá oportunidades de mejoras".
En su opinión, las nuevas normas "si bien son exigentes y en un sentido dolorosas para el productor, nos fuerzan a una atención sin precedentes en los asuntos sanitarios y a pensar en crecer sólo cuando tenemos condiciones biológicas favorables".
Dado que el reglamento mantiene el orden territorial basado en barrios y macro zonas, al igual que la densidad establecida por jaula, García apunta a que el ciclo anterior de siembra de smolt es la "línea base" para operar y que una pobre o buena performance equivale a tener baja o alta densidad en las jaulas. También recuerda la opción de un plan alternativo por parte del productor, que consiste en un plan de manejo individual y que puede mejorar las densidades. Su expectativa es que la nueva norma genere una mayor consolidación para ganar escala y ubicaciones óptimas.
Pero advierte temas pendientes, como mayor flexibilidad para buscar zonas que preserven las condiciones de salud y proporcionen eficiencia en los productores, resolver la eventual caducidad de concesiones no utilizadas, fortalecer la reputación y capital social del sector y reducir la desventaja del precio del salmón chileno frente al de Noruega, el mayor actor mundial. "Con el tiempo y a medida que las empresas mejoren sus desempeños sanitarios, confío en que el regulador vaya abriendo espacios para mayor crecimiento", comenta.
Para García, la estabilidad en los volúmenes manejados dará tiempo "para que los esfuerzos por valorizar nuestra actividad en la sociedad chilena rindan frutos y la salmonicultura tenga el aprecio y respeto que merece".