Lucen como una escuadra de grandes barcos blancos, pero no lo son: se trata de cientos de icebergs que avanzan a la deriva por el Pacífico Sur, camino a Nueva Zelandia. De hecho, ya es posible avistarlos desde la costa de la isla Macquarie, territorio australiano ubicado a la misma distancia del Polo Sur que Punta Arenas y a sólo 450 kilómetros de Nueva Zelandia. "Gracias a imágenes satelitales sabemos que el grupo de icebergs está repartido en un área de mil por 700 kilómetros", indicó Neal Young, glaciólogo de la División Antártica Australiana.
Debido a la nubosidad que cubre la zona, no se ha podido determinar la cantidad precisa de témpanos. Sí se sabe que los más pequeños tienen un tamaño similar al Estadio Nacional y algunos incluso llegan a medir varios kilómetros. Los más avanzados ya han alcanzado las islas Auckland, la posesión más sureña de Nueva Zelandia.
El fenómeno preocupa a la comunidad científica por el impacto del aumento de las temperaturas y coincide con la publicación de un informe de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) a dos semanas de la Cumbre de Copenhague. Según el documento, la concentración de gases responsables del efecto invernadero sigue creciendo de manera exponencial y ha alcanzado su nivel más alto en 250 años. "El calentamiento del planeta está probado por múltiples hechos y no simplemente por la modificación de la temperatura. Todo esto no son hipótesis, sino situaciones que podemos medir y observar", insistió Michael Jarraud, secretario general de la OMM.
EL FACTOR CLIMATICO
Los témpanos que amenazan con alcanzar las costas neozelandesas son los restos de B15 y C19, inmensos icebergs que se desprendieron entre 2000 y 2002 de la plataforma de Ross, una gran superficie de hielo flotante de 487 mil kilómetros cuadrados, adherida a la Antártica. Por varios años se mantuvo cerca del continente blanco, pero en septiembre comenzó a desplazarse a una velocidad de dos kilómetros por hora, fragmentándose en bloques más pequeños.
"Las plataformas de hielo son inestables y de tiempo en tiempo se van desprendiendo de aquellos fragmentos que no son capaces de soportar el oleaje y las mareas", comenta Ricardo Jaña, glaciólogo del Instituto Antártico Chileno e investigador del Centro de Estudios del Cuaternario.
No hay casualidad en este escenario. David Vaughan, investigador del British Antartic Survey, explica a La Tercera que si bien el desprendimiento de hielos antárticos y la generación de témpanos son procesos naturales, "el calentamiento global puede incrementar la cantidad de icebergs que se desprenden de la Antártica".
Un lugar donde esta combinación se ha notado con especial fuerza es en la península Antártica. Se trata de la zona más afectada por el cambio climático, donde en las últimas décadas han colapsado las plataformas de hielo Wordie, Larsen A y B, y en 2006 la de Wilkins. "En estos casos podríamos decir que al fenómeno natural se ha sumado el derretimiento de las superficies heladas, el calentamiento de los océanos y el calentamiento de la atmósfera, todo lo que explica el colapso de las plataformas", indica Andrés Rivera, glaciólogo del Centro de Estudios Científicos (Cecs).
HACIA COSTAS AMERICANAS
Jefferson Simoes, investigador del Centro Polar y Climático de Brasil, dice a La Tercera que "es muy probable que estos desprendimientos masivos de hielo ocurran con mayor frecuencia en el futuro". Esto puede ser una importante señal de grandes cambios climáticos, en la medida en que la pérdida de hielo sea superior a la capacidad de la Antártica para regenerar su masa congelada.
Así, en el futuro no sería raro que un témpano sorprenda a turistas y lugareños en las costas australes de Chile y Argentina. De hecho, en 1999 un témpano de 77 km de largo por 38 de ancho alcanzó el Cabo de Hornos, amenazando las rutas comerciales que unen el Pacífico con el Atlántico. Antes, otra masa de hielo antártico fue empujada por las corrientes marinas hasta las costas de Uruguay, en la misma latitud que Santiago.
Actualmente, los restos de la plataforma de Wilkins podrían acercarse a Sudamérica, pero Jaña advierte que "va a costar unos buenos años que salgan del contorno del continente y comiencen a navegar al norte". Rivera agrega que mientras los témpanos que se desprendieron de la plataforma de Ross llegan a medir varios kilómetros, los que se separan de la península Antártica son bastante más pequeños. Pese a esto, siguen siendo peligrosos para los humanos y también para los ecosistemas marinos.