La bióloga de la Universidad de Washington, Dee Boersma, ha pasado las últimas tres décadas pendiente de los pingüinos de Magallanes que habitan Punta Tombo, en el litoral patagónico de Argentina. Ahí habita la colonia más grande de esta especie: unos 200 mil pingüinos, que tienen sus crías entre septiembre y febrero.

Tres décadas de monitoreo le permitió demostrar que la especie -que también se encuentra en lugares de Chile como Tierra del Fuego- está siendo amenazada por el cambio en las condiciones climáticas: el aumento de tormentas y de temperatura están matando más crías cada año.

En un estudio, publicado en la revista PLoS ONE, la investigadora explica que el cambio climático no sólo los afectó indirectamente por la disminución de su alimento (el aumento de la temperatura desequilibra la proporción de peces machos y hembras, aumentando los primeros y disminuyendo así la reproducción), sino que los cambios de temperatura dejan muy vulnerables a los pingüinos jóvenes, debido a la falta de plumaje impermeable. "Cuando tienen cerca de 10 días, los pingüinos son, con frecuencia, demasiados grandes para que los adultos los cubran y protejan de la lluvia. Su plumaje puede aparecer hasta que tienen cerca de 40 días. Cuando tienen menos que eso pueden fácilmente humedecerse o enfriarse", dice Boersma a La Tercera.

Sus datos durante los 27 años estudiados dicen que 65% de las crías murieron anualmente: 40% de ellas debido al hambre y 7% por el cambio climático, aunque este porcentaje se elevó a 43% en años donde los cambios de temperatura fueron más extremos.

Según Boersma, el hambre y el clima interactúan cada vez más, haciendo que los polluelos hambrientos sean más propensos a morir en una tormenta. La colonia argentina es la más afectada, porque en su hábitat no tienen mucho donde protegerse. "Mi hipótesis es que los nidos en Chile pueden estar bien protegidos y la lluvia puede no ser un problema tal como en Argentina", agrega.

Las otras víctimas

El pingüino de Magallanes no es la única especie afectada por el cambio climático. En la Antártica, por ejemplo, la población de pingüino emperador no sólo ha disminuido, sino que se ha desplazado al polo por la falta de hielo. La disminución del krill, por otro lado, ya impacta la dieta de especies como el Papúa y Adélie.

Según Juliana Vianna, investigadora de la Universidad Católica, lo que viene puede ser peor. "El fenómeno de El Niño va a ser más frecuente e intenso con el cambio climático y eso afecta mucho a Perú y el norte de Chile, donde está el pingüino de Humboldt", dice.

Vianna explica que la disminución de peces durante El Niño y su sobreexplotación exigen a los adultos ir más lejos por alimento y dejar a sus crías más tiempo solos. Eso se suma a la introducción de animales domésticos a su hábitat que depredan sus nidos. "Esto les da una muy mala perspectiva", concluye.