Afines de enero el ministro de Energía, Máximo Pacheco, anunció que Chile mantendría el horario de verano durante todo el año, revocando la utilización de dos husos horarios (uno de verano y otro de invierno) que regía al país desde 1968.
Sin embargo, con la llegada del otoño la población cuestionó la decisión y en invierno el malestar ha sido mayúsculo en los ciudadanos comunes, y también en algunos sectores productivos, como el agro.
Pese a las críticas, Pacheco confirmó que este horario se mantendrá hasta 2017, pero señaló que se monitorearía la medida constantemente y abrió un diálogo con expertos.
El lunes concretó dos reuniones: la primera con el Premio Nacional de Ciencias Exactas, el astrónomo José María Maza y la segunda con Carmen Gloria Betancour y Pablo Brockmann, de la Sociedad Chilena de Medicina del Sueño. El martes el presidente de la Multigremial de emprendedores y pymes, Juan Pablo Swett, llegó hasta la oficina del ministro para plantearle sus reparos y al día siguiente visitó el Instituto de Chile, y a su presidente Rodolfo Armas, donde discutieron la medida en un almuerzo. El jueves, en tanto, recibió al sociólogo Carlos Catalán.
En semanas anteriores, Pacheco ya se había reunido con el alcalde de La Florida, Rodolfo Carter, con el presidente de Conicyt, Francisco Brieva, y el sociólogo Eugenio Tironi. El ciclo de reuniones finalizó el viernes con un consejo interministerial.
Las opiniones fueron tan variopintas como los consultados. En lo que sí hubo consenso es que aún faltan estudios y análisis para adoptar una decisión definitiva.
Falta de información
El astrónomo José María Maza, le planteó que Chile debía contar con tres husos horarios: uno de Arica a La Serena, otro en la zona central que cambie entre invierno y verano, y otro de Puerto Montt al sur. “Me quedó mirando como si viniera de Marte”, dijo.
El premio nacional de Ciencias en 1999 asegura que fue el gobierno de Sebastián Piñera el que se tomó “a la liviana” el cambio de hora, fijándolo en meses distintos cada año, lo que relativizó la importancia del tema.
Maza le enfatizó a Pacheco la necesidad de tener más estudios. “Ahora estoy trabajando en una lista de todos los cambios de hora que existieron en el siglo XX”, señaló.
Por su parte, la psiquiatra y presidenta de la Sociedad Chilena de Medicina del Sueño, también coincidió en la necesidad de mayores estudios. Según la especialista, en las consultas preliminares que han realizado, vieron que los principales efectos que generado la decisión de mantener la hora son la somnolencia matutina, “que tiene un efecto de menor rendimiento sobre adultos y niños, sumado a la posibilidad de generar mayor cantidad de accidentes”; además de la dificultad deconcentración, “principalmente en los niños”.
Al igual que los dos testimonios anteriores, el presidente del Instituto de Chile, Rodolfo Armas, fue enfático en argumentar que existe escasez de estudios que permitan medir de manera efectiva los efectos de exponerse a mañanas más oscuras. “Faltan datos. Tenemos muchas impresiones que los niños tienen un rendimiento escolar distinto, que la delincuencia aumenta o disminuye, etc. Pero son sólo eso”, señaló.
El médico agregó que levantar nueva información implicará “todo un diseño de estudios que dependerán de la época del año en que se hagan”, dijo Armas.
Estudios base
¿En qué basó su decisión Pacheco? Seis estudios, dos chilenos, dos de Estados Unidos, uno de Canadá y uno de Australia forman parte de la bibliografía que está detrás de la decisión tomada por el Ejecutivo.
En las universidades de Chile y de Santiago se realizaron los estudios que respaldaron la idea del ministro de proceder a congelar el huso horario usado.
El documento elaborado en 2009 por la U.de Chile advierte, eso sí, sobre las dificultades que podrían manifestarse en la población al percatarse de que al mantener el horario de verano el sol comenzaría a aparecer cerca de las 9.00 de la mañana.
Sin embargo el documento señala que existen dos opciones frente a una modificación horaria. La primera es mantener el actual horario de invierno, que reporta un mayor ahorro de energía al país. La segunda solución propuesta era atrasar en 56 días la entrada en vigencia del horario de invierno, y adelantar en 56 días el horario de verano. Con lo primero, se ahorrarían unos 234,5 GWh, y con la segunda opción el ahorro es 121,9 GWh.
En el caso del estudio de la Usach, que fue encargado por el Ministerio de Energía en diciembre pasado, considera que la política de cambio de horario tiene un mayor efecto en Santiago, con un valor de 94,31 GWh.
Además, se utilizó como referencia el estudio “El horario y la energía: Evidencia de un experimento de Australia”, del país oceánico de 2008, que concluyó que la aplicación de un cambio horario reduce la demanda de electricidad global, y sólo causa movimientos en los horarios peak de demanda.
Dos estudios de Estados Unidos tuvieron efectos contrarios. Mientras un documento del Departamento de Energía de 2008 establece una relación entre el ahorro de energía y el establecimiento de un cambio horario, un estudio experimental de Indiana del mismo año señaló que esta alternativa genera mayor demanda eléctrica, contrario a su objetivo.
Por su parte, un estudio elaborado por el Consejo Nacional de Investigación de Canadá, señaló que no existe información concluyente para tomar una decisión respecto de establecer cambios horarios, ordenando la elaboración de estudios al respecto.