En un intento desesperado por tratar de salvar la unidad del país, el primer ministro David Cameron, el vicepremier Nick Clegg y el líder de la oposición, el laborista Ed Miliband, viajarán hoy hasta Escocia, para contrarrestar el auge del independentismo en los sondeos de cara al referéndum del 18 de septiembre.

"Nuestro mensaje a los escoceses será simple: queremos que se queden", dijeron Cameron y Miliband en el comunicado conjunto anunciando la visita. A tal llega su preocupación sobre el tema que incluso anularon su participación en la sesión parlamentaria semanal de  preguntas al primer ministro.

La visita conjunta es el gesto de mayor envergadura realizado por Londres desde los Acuerdos de Edimburgo, que hace dos años permitieron la celebración  del referéndum, y es parte de una ofensiva de última hora que los  independentistas, a través de su líder, Alex Salmond, describieron como "ataque de pánico". El ministro principal escocés señaló ayer que la campaña Better Together ("Mejor Juntos") enfrentaba una "desintegración total".

Una nueva encuesta, divulgada ayer, dio cuenta de un empate. El sondeo del  instituto TNS Scotland atribuye a los unionistas el 39% de las intenciones de  voto y a los independentistas el 38%, con un 23% de indecisos. Si se descarta a estos últimos y se tiene en cuenta sólo a quienes están  seguros de ir a votar, se da un empate a 41%.

Y en otro gesto simbólico, el líder laborista Ed Miliband hizo un llamado para que se  izara la "saltire" (nombre que recibe la bandera escocesa). Sin embargo, cuando la casa de gobierno, conocida como el 10 de Downing Street, la estaba izando, se cayó frente a las cámaras de televisión. La caída se transformó inmediatamente en lo más comentado en Twitter.

Otra de las medidas que ha tomado la campaña por el "no", fue la elaboración de un calendario para la transferencia de más competencias a la región. El encargado de exponer los planes fue el ex primer ministro británico Gordon Brown, escocés y una de las figuras más creíbles del campo unionista.

En un análisis de la revista New Statesman, el columnista Jason Cowley señaló que las recriminaciones ya comenzaron al interior de la campaña Better Together. "La reticencia del gobierno británico de permitir un voto con múltiples opciones podría ser un error fatal, con consecuencias devastadoras para el primer ministro", añadió.

Tal es la preocupación al interior del Partido Conservador que, según el diario The Daily Telegraph, los miembros de la colectividad habrían presionado a Cameron para que le pidiera a la reina Isabel II que se pronuncie sobre el tema, al igual que en 1977, cuando Escocia y Gales votaron por tener parlamentos regionales. En esa oportunidad, la monarca dijo que ella "entendía las aspiraciones" de la devolución de poder, pero que no "podía olvidar que había sido coronada reina del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte". Ante esto, Salmond señaló que Isabel II estaría "muy feliz de ser la reina de los escoceses". Aunque aclaró que tras su reunión con ella hace dos semanas, la reina permanecerá neutral y no discutirá su opinión en público. En caso de ganar el Sí, se mantendría la monarquía porque el referendo sólo se relaciona con la unión de naciones de 1707 y no la unión de las coronas ocurrida en 1603, cuando Jaime VI de Escocia se convirtió en Jaime I de Inglaterra.

El temor de que la campaña por la independencia gane el referendo ha llegado hasta el mercado. El diario británico Financial Times señaló ayer que los administradores de activos y los inversionistas  están sacando sus capitales de Escocia.  Según el Servicio de Inversiones Multrees sus clientes han retirado millones de libras y las firmas de servicios financieros están retirando sus capitales.