El suicidio esta semana de Zhao Jilai, un inspector de la Comisión Económica y de Información Tecnológica de la ciudad de Hangzhou (Zhejiang), elevó a seis los funcionarios chinos que en el último mes se quitaron la vida, algo que coincide con la intensa campaña contra la corrupción lanzada por el Presidente Xi Jinping.
Zhao, quien se tiró desde un edificio, dejó una carta en la que escribió que decidió "dejar este mundo" después de sufrir años de insomnio y de haber padecido cáncer de tiroides. También pidió perdón al Partido Comunista, pero aseguró que nunca hizo nada que violara la disciplina del PC. Sin embargo, las sospechas se elevaron cuando la agencia oficial de noticias china Xinhua publicó que el martes funcionarios anticorrupción habían iniciado una acuciosa inspección en la provincia oriental de Zhejiang.
Así, de los seis funcionarios que se suicidaron en el último tiempo, dos de ellos dejaron cartas alegando estar deprimidos y uno de ellos estaba siendo investigado por haber aceptado sobornos. "Los funcionarios chinos están viviendo un momento difícil y sus suicidios estarían siendo causados por el sistema político", dijo Zhang Lifan un historiador y analista político de Beijing, citado por el diario South China Morning Post.
El suicidio no sólo sería una táctica para escapar del castigo público, sino que también para proteger a sus familias de una investigación. "En la cultura china, los muertos deben ser respetados. Así, las muertes pondrían fin a las investigaciones", declaró al diario Ren Jianming, experto en corrupción de la Universidad Beihang, de Beijing. De esta forma los funcionarios estarían cometiendo un "suicidio altruista", ya que así lograrían proteger la riqueza lograda, sostuvo Paul Yip Siu-Fai, director del centro para la prevención del suicidio de la Universidad de Hong Kong.
De las cerca de 70 muertes no-naturales de funcionarios chinos registradas desde comienzos de 2013, unas 38 fueron consecuencia de suicidios, según informes de los medios de comunicación chinos.