Si hay algo que caracteriza a los personajes de las películas de Juan José Campanella, es que hablan mucho. Una incontinencia verbal que es a la vez el reflejo de una personalidad avasalladora como de la inseguridad con que ven el mundo. Es el caso de Eduardo Blanco (el amigo del personaje de Ricardo Darín) en Luna de Avellaneda, o Guillermo Francella en El secreto de sus ojos (el compañero alcohólico del propio Darín).
Ayer, el director argentino demostró por qué sus personajes son como son. En una amena y distendida charla en la Universidad Mayor, el ganador del Oscar por El secreto de sus ojos se vio muy a gusto charlando sobre las costuras de sus filmes, haciendo repasos a los inicios de su carrera y la forma en cómo ve su profesión.
Pese a los tres débiles entrevistadores que se les puso al frente (aportaron preguntas poco concretas y confusas), el cineasta que más público convoca en su país explicó con simpatía arrebatadora y claridad cartesiana los secretos de su éxito y cuáles son los motores que mueven a sus cintas. "No preparo a los actores antes del rodaje", dijo. "Sólo nos juntamos a charlar en grupos. Conversamos varios días para conocer más de los personajes y cómo se relacionan entre ellos", explicó. Parece una fórmula simple, pero los resultados están a la vista: como pocos realizadores en la actualidad, los personajes de Campanella derrochan carisma y química, donde cada línea de diálogo es de una naturalidad que sorprende.
DRAMA Y HUMOR
Y está el humor. A menudo encasillados como dramas sensibleros, las cintas de Campanella ofrecen una balanceada dosis de drama y comedia, con una abierta inclinación por el lado más emotivo de las historias. Pero por sobre todo, filmes como El mismo amor, la misma lluvia, El hijo de la novia o Luna de Avellaneda, se distinguen por un humor lateral difícil de explicar. Habla el director: "los estadounidenses usan el término "throw away", que es como tirar un chiste por el lado, al pasar". Su estilo no es el de la comedia pura y dura, sino algo más sofisticado como sus maestros Frank Capra o Billy Wilder. "El que pone un chiste cada cuatro minutos no sabe escribir un guión", dice terminante.
¿Cómo balancea Campanella el drama y la comedia? El director expone su fórmula ganadora con una ecuación simple y eficaz. "A todos nos va mal en la vida. Todos tenemos más fracasos que éxitos. Ante eso, hay dos opciones: hay quien llora y quien ríe. Nosotros como espectadores optamos por el que ríe". Y aporta un dato: "No he llorado jamás por tristeza en el cine", cuenta.
El director argentino explicó cómo hizo algunas escenas de El secreto de sus ojos, en especial de la secuencia técnicamente más compleja, la de la persecución del asesino en el estadio de Huracán ("La única excitación de esa escena era si el espectador se hacía parte"). Además, se refirió a la forma de colaborar con los variados departamentos de una producción, como la música, los decorados y el vestuario, trabajo este último que desempeña su esposa.
Respecto a esta ya célebre escena, Campanella dijo que había sido criticado por haber roto el estilo dominante en el filme, con una secuencia donde el virtuosismo técnico y el uso de un complicado montaje podrían haber alejado a la historia. Pero se defendió apelando a lo que él llama la "estructura energética": "cuando una película tiene siempre el mismo estilo, está mal. Las sinfonías tienen crescendos, allegros, y las historias deben tener picos y valles", dice.
Quizás si a uno de los temas que el realizador más recurrió, fue al fracaso. Reconoció que sus inicios fueron difíciles, donde debió enfrentar el mal resultado de varios de sus filmes, como The Boy Who Cried Bitch y Love walked in, ambos filmados en EEUU, y el aprendizaje que eso le significó. "Por suerte mis primeras películas fueron un fracaso, eso lo conocí bastante. Conocí el hecho de que no me levantaran el telefono, de la gente que me dio la espalda. Pero gracias a Dios eso me ayudó porque te puedes ubicar, asi que (el presente) no lo veo como un triunfo sino como una simple compensación", le dijo a La Tercera luego de concluida la charla.
Al término del encuentro con académicos y estudiantes de la Universidad Mayor, Campanella dijo que se está en presencia de un momento muy importante para hacer un buen cine fuera de Hollywood. Y explicó que en EEUU abandonaron hacer películas dramáticas para adultos como las que se hacían en la década del 70, como El padrino o Los tres días del Cóndor). "El abandono del cine dramático y su reemplazo por la acción y la comedia adolescente ha creado un vacío y es una gran oportunidad para nosotros. Es algo bárbaro", explicó.
Finalmente, consultado por La Tercera sobre cómo reencantar al público con el cine chileno, el director dijo que en Argentina el año 1994 se logró sacar La ley de cine cuando la actividad estaba a punto de morir. Pero por sobre todo, dijo que hay que proteger a los filmes pero que también el público tiene algo que decir. "En definitiva también depende del apoyo popular, de que la gente vaya a ver las películas. El consejo que puedo dar es unirse y tratar de lograr de que haya una ley de protección pero también es el pueblo chileno el que debe elegir si quiere tener un cine propio o no", remató.