Después de casi un año de someterse a un tratamiento contra el cáncer, que ha obligado a Hugo Chávez a alejarse de los reflectores públicos, un ex conductor de autobuses con un bigote oscuro y una sonrisa amistosa habla cada vez más en nombre del presidente venezolano y aumentan las conjeturas de que podrí­a ser su sucesor.

En las últimas semanas, el canciller Nicolás Maduro ha encabezado conferencias de prensa, promovido una nueva ley laboral y criticado con gusto al gobierno de Estados Unidos. Incluso se sumó a una multitud de partidarios vistiendo ropa con el amarillo, azul y rojo de la bandera de Venezuela, justo como lo hace Chávez a veces.

El protagonismo de Maduro alimenta las especulaciones de que podrí­a ser el candidato a suceder al presidente, o al menos quien lo represente durante los extenuantes eventos de campaña, en caso de que Chávez no pueda postularse a las elecciones del 7 de octubre.

Chávez quien ha construido su presidencia de 13 años alrededor de su desbordante personalidad, no ha nombrado un sucesor.

En cambio, el presidente anunció el 1 de mayo que "al retornar al paí­s luego de culminar el tratamiento de radioterapia en La Habana", que se incorporará "progresivamente" a la "primera lí­nea de batalla", pero no dejó claro cuándo entrará en la campaña electoral que, aunque no ha comenzado formalmente, está en plena efervescencia.

Sin embargo, el papel de Maduro como portavoz del gobierno ha tomado fuerza en el último mes, y sus apariciones al lado de Chávez han hecho pensar a muchos que recibió el visto bueno del mandatario.

"El cuadro polí­tico mejor formado con el que cuenta Chávez para mí­ es Nicolás Maduro", afirmó el periodista y ex diplomático Vladimir Villegas, quien dirige un programa de radio.

Villegas dijo que Maduro parece eclipsar al vicepresidente Elí­as Jaua por su "gran conexión con los trabajadores", el "perfil internacional" que ha alcanzado y su "cercaní­a con los cubanos".

Chávez suele referirse con afecto a Maduro, un ex sindicalista del Metro de Caracas, y siempre recuerda que le ha resultado un buen canciller pese a que algunos opositores se burlan de él porque fue chofer de autobús en su juventud.

A Maduro y Chávez los une una larga amistad que comenzó en la época en que Chávez, siendo un oficial del Ejército, conformó en la década de 1980 el movimiento subversivo MBR-200, que se dio a conocer luego del fallido golpe militar que encabezó el hoy mandatario el 4 de febrero de 1992.

El canciller, de 49 años, rechaza que esté siendo considerado como candidato para los comicios de octubre, aformando que esa idea es "una ridiculez de una derecha derrotada que solamente vive para la intriga".

De formación marxista-leninista, Maduro tuvo una espontánea medición de su popularidad durante la marcha que realizó el oficialismo el 1 de mayo en la capital para conmemorar el Dí­a del Trabajador.

Abundaron los aplausos y ví­tores cuando llegó a la concentración junto con su pareja Cilia Flores, quien es procuradora general, una importante dirigente oficialista, y el vicepresidente Jaua, uno de sus más estrechos aliados.

Decenas de seguidores insistentemente trataron de acercarse para saludar a Maduro, quien vestí­a una chaqueta deportiva con los colores de la bandera nacional similar a la que usa Chávez.

El abrumador recibimiento que tuvo Maduro opacó a otros correligionarios como el diputado Diosdado Cabello, presidente la Asamblea Nacional; Tareck El Aissami, ministro de Relaciones Interiores, y Flores, que no despertaron mayor furor entre los chavistas.

Un estudio que divulgó en marzo pasado la encuestadora local Datanálisis reveló que Jaua gozaba de una disposición de voto de 23%, mientras que Maduro tení­a un respaldo de 20%.

Pero entre los analistas polí­ticos predomina la impresión de que Maduro es quien más posibilidades tiene de ser elegido en caso de que Chávez no pueda postularse.

Varios analistas dijeron que la popularidad de Jaua responde al cargo que ocupa, más que a su personalidad, ya que es visto como una persona un poco gris, no muy desenvuelta al hablar.

Cuando comenzaron los problemas de salud de Chávez, Jaua pareció tomar un papel prominente en el gobierno, pero en tiempos recientes ha sido Maduro el principal vocero del gobierno, en medio de la prolongada ausencia de la escena pública del presidente, desplazando de manera abierta a Jaua.

Maduro es considerado el colaborador de Chávez más allegado a Fidel y Raúl Castro y a la revolución cubana, a la que se vinculó desde su juventud, cuando viajó a la isla para fortalecer su formación polí­tica y sindical. El convaleciente mandatario ha expresado gran admiración por la revolución de la isla caribeña.

Maduro y Jaua integran el sector más radical del oficialismo y entre ambos existe una estrecha relación que ha llevado a los analistas a descartar que pueda darse una rivalidad por el control del gobierno en el caso de que alguno de ellos sea designado por Chávez como su relevo polí­tico.

Ninguna de las otras figuras del "chavismo" como Cabello o el ex vicepresidente y miembro del Consejo de Estado José Vicente Rangel, tuvo un apoyo superior al 4% en la encuesta de marzo, realizada a nivel nacional entre 1.300 personas y cuyo margen de error fue de 2,72%.

No hay garantí­a alguna de que una eventual candidatura de Maduro pueda asegurarle a la "revolución chavista" la permanencia en el poder por otros seis años.

La banca de inversión Barclays Capital afirmó en un informe de mayo que Maduro podrí­a enfrentar un "reto difí­cil" para derrotar al candidato presidencial opositor Henrique Capriles, pero reconoció que eso dependerá de la simpatí­a que pueda suscitar un eventual retiro de Chávez de la contienda electoral.

Una encuesta nacional que difundió en marzo la firma Consultores 21 reveló que en un cara a cara entre Capriles y Maduro, el opositor superaba al canciller 50,7% a 44,7%. La encuesta se realizó entre 2.000 personas con un margen de error de 2,3%.

Luis Vicente León, presidente de Datanálisis, afirmó que es "irrelevante" quien resulte el candidato oficialista alternativo porque siempre será el "reflejo" del mandatario. "Es una simbologí­a que es la que tiene potencialidad polí­tica en un momento como este", agregó.

Aunque Chávez ha dejado en manos de su leal vicepresidente Jaua el mayor peso de su gobierno, Maduro tiene más afinidad con el mandatario, la cual se hizo más evidente durante su enfermedad.

El canciller ha sido de las pocas personas, fuera de su entorno familiar, que han estado cerca del gobernante en momentos claves como sus tres operaciones y los tratamientos que se ha practicado en Cuba desde que se le detectó el cáncer hace casi un año.

Al igual que el resto del grupo que integra el entorno más cercano de Chávez, el canciller se caracteriza por ser un hombre incondicional al gobernante, sin mayor brillo público y de escaso discurso.

Su formación polí­tica la inició desde su temprana juventud cuando integró la desaparecida Liga Socialista.

Dentro del movimiento oficialista Maduro comenzó su carrera polí­tica como constituyente en 1999 y un año después como diputado hasta escalar a la presidencia de la Asamblea Nacional en 2005.

En 2006 pasó a dirigir el Ministerio de Relaciones Exteriores y es el canciller que más ha permanecido en el cargo durante los 13 años de mandato de Chávez.

A inicios de año el mandatario anunció que Maduro y Jaua irí­an como candidatos del oficialismo a las gobernaciones de los estados centrales de Carabobo y Miranda para las elecciones regionales de diciembre, pero las postulaciones no se han concretado.

El periodista Villegas, quien es un disidente del oficialismo, dijo que no estaba claro si Maduro asumirí­a una lí­nea más radical o moderada de convertirse en el heredero del movimiento chavista.

"Habrí­a que ver si es lo mismo Maduro con Chávez o Maduro sin Chávez. Todo depende de las circunstancias. Los hombres siempre le imprimen a sus acciones el sello personal cuando la circunstancia se lo permiten, y entonces allí­ verí­amos a lo mejor a un Maduro que va a tratar de mantener el tono y la esencia del proceso", acotó.

Los analistas estiman que uno de los mayores retos que deberá enfrentar un posible sucesor de Chávez es conciliar los diversos bandos civiles y militares que hay en el chavismo.

El diputado disidente del oficialismo Ismael Garcí­a destacó la formación polí­tica de Maduro, pero dijo que tení­a dudas de que "tenga suficiente peso como para liderar un proceso en Venezuela y enfrentar unas elecciones".