El candidato de la derecha a las presidenciales francesas, Francois Fillon, acusó este miércoles a la izquierda de haber orquestado un golpe de Estado institucional con las acusaciones de empleos supuestamente ficticios que pesan sobre su esposa, mientras en su propio partido vio cómo aparecen ya voces que piden que abandone la carrera por el Elíseo.
El pasado jueves, un día después de que el semanario satírico "Le Canard Enchaîné" destapara el escándalo, el ex primer ministro de 62 años, dijo ser objeto de una campaña mediática en su contra, pero hoy apuntó directamente al poder.
La respuesta del Ejecutivo no tardó en llegar, y en boca de su portavoz, Stéphane Le Foll, calificó de "inaceptable" esa acusación y pidió que cada uno asuma sus responsabilidades, porque los franceses "solo esperan verdad y transparencia".
En un encuentro con los parlamentarios de su partido, Los Republicanos, Fillon lamentó que la credibilidad de su candidatura se haya cuestionado, y les pidió "ser solidarios" y "aguantar 15 días", tiempo en el que espera resultados de la investigación preliminar abierta por la Justicia.
Los agentes quieren establecer si hubo malversación de fondos públicos, abuso de bienes sociales y receptación en los empleos de Penelope Fillon como asistenta parlamentaria de su marido y otro diputado y como colaboradora de la revista "La Revue des Deux Mondes", con un sueldo global cercano al millón de euros.
Esta semana, la pareja fue interrogada y además, investigadores franceses acudieron a la Asamblea Nacional para recuperar documentos que permitanesclarecer las acusaciones.
En tanto, el mismo semanario que destapó el escándalo, reveló que Penelope Fillon ganó 900.000 euros brutos (cerca de $627.166.199) como asistente parlamentaria y colaboradora de una revista. Pero acusa no solo a la esposa, sino que también dos hijos del candidato fueron contratados como asistentes.