El próximo 17 de mayo, 10 días después de que los franceses hayan elegido a su nuevo presidente o presidenta, si es que gana Marine Le Pen, también tendrán su clásica visita anual de estrellas en la Riviera gala. Por segundo año consecutivo el Festival de Cannes, que ostenta el rol de rector entre los encuentros fílmicos del mundo, se realizará entre medidas de alta seguridad, un tipo de precauciones que se inauguró el año pasado tras los atentados de noviembre de 2015. En este contexto, donde ayer el director del festival aludió a los constantes actos de provocación de Donald Trump, Siria y Corea del Norte, también volverán aquellos cineastas de mirada autoral, inconfundible, única.
Tras recibir la postulación de cerca de dos mil películas de todo el mundo, el delegado general Thierry Frémaux y su equipo seleccionaron una veintena de largometrajes que entraron ayer a la codiciada Competencia. Entre estos destacan Happy end del austríaco Michael Haneke, The beguiled de la estadounidense Sofia Coppola, Wonderstruck de su compatriota Todd Haynes, Les fantomes d'Ismael del francés Arnaud Desplechin e In the fade del turco Fatih Akin. En el apartado de las Presentaciones Especiales también hay espacio para nombres ilustres, encabezados por el nonagenario documentalista Claude Lanzmann (Shoah), de quien se dará Napalm, su indagación en Corea del Norte, y por la actriz Vanessa Redgrave, que a los 81 años hace su debut en la dirección con la cinta Sea of sorrow, drama con Ralph Fiennes y Emma Thompson acerca de la crisis de refugiados en Europa.
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Fantine Harduin, Michael Haneke y Jean-Louis Trintignant en el rodaje de Happy end.[/caption]
La película de Redgrave, motivada según sus propias declaraciones tras la muerte del niño sirio Alan Kurdi en las costas del Mediterráneo, es un síntoma de una edición que al cumplir 70 años llega con una fuerte agenda política. Al respecto, el delegado general Thierry Frémaux dijo ayer en la conferencia de prensa: "Algunos dicen que el Festival de Cannes es muy político. No es verdad. Es decir, no somos nosotros los preocupados de la política. Es el cine. Los directores son los interesados en la política".
En este contexto de cineastas politizados, según Frémaux, el doble ganador de la Palma de Oro Michael Haneke presentará Happy end, cinta con Isabelle Huppert y Jean-Louis Trintignant sobre una familia burguesa del norte de Francia que enfrenta a su manera la llegada de refugiados en busca de asilo. Haneke es un favorito y casi un hijo pródigo de Cannes y desde ya muchos comenzarán a pensar que esta puede ser la oportunidad para su tercera Palma de Oro.
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Oakles Fegley y Julianne Moore en Wonderstruck, de Todd Haynes.[/caption]
Este año llama la atención la virtual ausencia de grandes estudios de Hollywood, pero es entendible en la medida que la versión 70 ha preferido ser más autoral y menos industrial. Y, a la larga, la presencia de filmes de estudios independientes garantizará la presencia de estrellas. La más rutilante, al menos en el papel, es The beguiled, el ambicioso fresco histórico de Sofia Coppola ambientado durante la Guerra de Secesión, basado en la novela de Thomas Cullinan. La propuesta de la directora de Perdidos en Tokio goza de un elenco coral femenino que la emparenta con Las vírgenes suicidas y que entre sus actrices tiene a Nicole Kidman, Kirsten Dunst y Elle Fanning. Todo transcurre en un internado de señoritas al que va a parar John McBurney (Colin Farrell), un soldado de la Unión herido en combate. La historia de la película, que tuvo una primera versión con Clint Eastwood en 1971, se centra en las diversas aventuras sexuales y afectivas de este militar del Norte en un centro de mujeres del Sur.
Todd Haynes, un realizador nacido y criado en el cine indie estadounidense, retorna a Cannes tras dos años (en 2015 estuvo con Carol) con Wonderstruck, basado en la novela gráfica de Brian Selsznick, autor de La invención de Hugo Cabret. Protagonizada por Julianne Moore, Michelle Williams y los niños Oakles Fegley y Millicent Simonds, la cinta cuenta las historias de los preadolescentes Ben y Rose, que en dos épocas diferentes (en 1977 y en 1927) y en distintos estados (Minnesota y Nueva Jersey) se rebelan contra las normas del hogar. El va en busca de su padre ausente de casa y ella, por el contrario, desacata a su sobreprotector progenitor. De alguna manera sus caminos se cruzarán.
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Tilda Swinton en Okja, la cinta del coreano Bong Joon-ho, producida por Netflix.[/caption]
Bastante más contingente es la historia de In the fade, cinta del gran director germano Fatih Akin (Contra la pared) que recluta a su compatriota Diane Kruger (Bastardos sin gloria) para contar la historia de una mujer cuyo esposo e hijo mueren en un ataque terrorista neonazi.
La película elegida para abrir, que este año está fuera de la Competencia, es Les fantômes d'Ismaël de Arnaud Desplechin, cineasta galo que el año pasado estuvo en Santiago en el ciclo La Ciudad y las Palabras. Este largometraje reúne a varias estrellas del cine francés (desde Marion Cotillard a Charlotte Gainsbourg, pasando por Mathieu) y describe las encrucijada de un cineasta que ve interrumpido el inicio del rodaje de su nueva película cuando reaparece un amor que creía perdido en la noche de los tiempos.
Twin Peaks
En una evidente señal que alude a la creciente influencia de las series en el panorama audiovisual, Cannes incluirá este año las premieres de los primeros dos capítulos de la esperada continuación de Twin Peaks de David Lynch y la segunda temporada de la elogiada Top of the lake de Jane Campion. La secuela de Lynch, que por lo demás estrenó varias de sus cintas en Cannes, transcurre 25 años después de los luctuosos hechos ocurridos en el pueblito de Twin Peaks en el noroeste de EE.UU.
A su vez, la nueva temporada de la serie de Jane Campion (El piano), que este 2017 se llama China girl, es una prima hermana moderna de Twin Peaks, y escarba en las investigaciones de una detective (Elizabeth Moss) tras la desaparición de una niña embarazada de 12 años en su villorrio natal de Nueva Zelandia.
Sobre la decisión de incluir estos adelantos (que poco después saldrán en las señales de TV), el delegado Frémaux argumentó: "Ambas obras reflejan más bien la influencia del cine en la televisión. Tanto David Lynch como Jane Campion son antes que nada cineastas y han estado con sus películas en Cannes".
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Paulina García es la protagonista de La novia del desierto, cinta argentina que está en la sección Una Cierta Mirada.[/caption]
Lo que sí es evidente en Cannes 2017 es la toma de conciencia de la importancia de plataformas como Netflix o Amazon en el cine que se hace en el mundo. Dos importantes filmes financiados por la primera compañía llegan a la Competencia. Uno es Okja, del coreano Boong Joon-Ho (El huésped), fábula con arranques de política y ecología protagonizada por TildaSwinton sobre una empresa que busca privar a una niña de su mascota, un extraño animal llamado Okja. El otro es The Meyerowitz stories, cinta de Noah Baumbach (The squid and the whale, Greenberg) acerca de una reunión familiar protagonizada por Dustin Hoffman, Emma Thompson y Adam Sandler.
En la Competencia también habrá espacio para Loveless, del ruso Andreu Zyagintsev (Leviatán), L'amant double del francés François Ozon y Radiance de la japonesa Naomi Kawase.
La presencia latinoamericana es hasta ahora más bien escasa (aún faltan por conocer las secciones Quincena de Realizadores y Semana de la Crítica), pero al menos en el segmento Una Cierta Mirada, que es parte de la Selección Oficial, estará la argentina La novia del desierto, de Valeria Pivato y Cecilia Aitán. La película es protagonizada por la actriz chilena Paulina García en el rol de una empleada doméstica que debe emprender un largo viaje por la pampa trasandina.