La prensa de la época habló del "tifón Anka" (revista Ercilla), del "Ankazo" (Las Ultimas Noticias) y de la fiebre "polankista" (La Tercera). A las 17.20 horas de la tarde del 6 de octubre de 1960, y después de 60 minutos de retraso, el canadiense Paul Anka pisó la losa de Cerrillos acompañado de un equipo de cinco personas y ya nada fue lo mismo.

Apenas el crooner canadiense asomó nariz por la vieja terminal aérea capitalina, unas 10 mil calcetineras se volvieron locas y saltaron vallas y rompieron vidrios y hasta se encaramaron arriba de los autos estacionados, para ver a un tipo que entonces apenas sumaba 19 años y que hoy, con 68 a cuestas, vuelve al país para presentarse como una de las estrellas del Festival en la noche inaugural.

Los cronistas de la época se apresuraron en sacar cuentas y estimaron que los daños en Cerrillos ascendían a 25 millones de pesos de la época. El tono crítico dominaba el juicio de los reporteros y, más aún, frente a los siete mil 500 dólares que se embolsó el hombre de Diana por hacer seis conciertos en Chile durante esa visita: uno en el Estadio Sausalito de Viña, otro en el Teatro Valparaíso, un tercero en el desaparecido Estadio Independencia de Santiago y cuatro más en la boite Waldorf de la capital.

La visita fue gestionada por el chileno Juan Vásquez, empresario gastronómico de Viña del Mar que negoció este trato con el uruguayo Edmundo Klinger, y se extendió por cinco días, que el canadiense pasó mayormente en el Hotel Carrera de Santiago. Pero el primer compromiso era en Viña y la estrella se acomodó en la habitación 708 del Hotel San Martín de esa ciudad, donde "caminó descalzo por los pasillos y pidió su plato favorito: bistec con ensaladas", según la crónica publicada por revista Ercilla.

A las 15.30 horas del 7 de octubre, Paul Anka saltó al escenario del Estadio Sausalito, que en ese entonces se conocía como El Tranque, y se desató la histeria. Su primer show en Viña lo vieron 10 mil fanáticas y fue un adolescente Peter Rock quien inauguró la jornada, con una lista de 14 canciones. "El estadio estaba que reventaba, fue una locura", recuerda el pionero de la Nueva Ola, que con 15 años -debutó a los 13 cantando en radio- fue contratado por Vásquez para abrir las presentaciones de Viña, Valparaíso y Santiago.

"Los dos éramos niños, imagínate, pero este tipo tenía un gran carisma y, a pesar de lo chico que era, parecía estar muy acostumbrado a todo el griterío y el caos. El tipo era un profesional".

Paul Anka cantó durante más de una hora y el momento de mayor desborde vino con la interpretación de Diana, el sencillo lanzado en 1957 y que había vendido ocho millones de copias, según certificaba Philips, su disquera de ese entonces, en los matutinos locales. Peter Rock recuerda que no se escuchaba nada y que las "chiquillas saltaban de la galería al pasto". Pero la experiencia de Cerrillos había alertado a las autoridades, que dispusieron de 179 carabineros para mantener la calma. Algo que Anka, desde muy temprano, siempre supo boicotear.