En tres partidos dirigidos, Francisco Bozán había conseguido solo un punto bajo el mando de la Universidad de Concepción. Un equipo que había mantenido una base pero que se veía desgastado, principalmente, por la carencia de alternativas en el ataque. Pero ayer, ante O'Higgins, supo suplir eso gracias a dos factores que los candidatos al título no pudieron contrarrestrar. El balón detenido y el juego asociado.

El primer tópico se dio a relucir, principalmente, en una fase inicial muy cerrada. Los visitantes empezaron con la posesión, pero sin ideas claras. De hecho, solo un mano a mano de Pedro Muñoz se puede considerar como llegada clara.

Con un mediocampo más batallador que constructor, El Campanil se las arregló para generar más. En tres opciones claras a través del balón detenido, encontró la ventaja tras un rebote aprovechado por Alarcón. Y, con O'Higgins ya regalado en retaguardia, Michael Lepe concretó una gran jugada colectiva comandada por Tarifeño.

Los universitarios, tras su segunda anotación, tuvieron opciones hasta para golear. Pero el descuento encontrado por Lezcano le dio energías a los de Cristián Arán, que con sus cambios y la expulsión de Bravo tenía un equipo ya jugado a cualquier cosa.

El penal que de forma tremendamente rigurosa cobró Jorge Osorio no fue capitalizado por Insaurralde. El argentino, que no fue capaz de reemplazar bien a Calandria como delantero central, disparó a las manos de Muñoz y cortó la ilusión del Capo. Un O'Higgins que se esperanzó gracias al empuje, pero que bajó a tierra con un golazo increíble desde mitad de cancha de Alejandro Camargo. Porque con fútbol, no estuvo ni cerca de pelear hasta la última fecha. Y volvió a perder ante su bestia amarilla, al igual que en esa dolorosa tarde de abril.