Maxi Sopo llevaba la vida soñada de un fugitivo internacional: pasaba momentos relajados en las playas de Cancún durante el día, y salía a fiestas en las noches.
Sin embargo, tomó dos decisiones no muy sabias para alguien que está huyendo de las autoridades: empezó a actualizar su página de Facebook con mensajes sobre cuánto se estaba divirtiendo, y luego agregó a un ex funcionario del Departamento de Justicia a su lista de amigos en la red social.
Por esa falta de mesura, el joven camerunés de 26 años está ahora en una cárcel de la Ciudad de México, donde espera ser extraditado a Estados Unidos para enfrentar cargos por fraude bancario. Los fiscales federales dicen que Sopo y un cómplice obtuvieron más de 200.000 dólares de manera fraudulenta de bancos y cooperativas de crédito del área de Seattle.
"Estaba publicando mensajes sobre lo hermosa que es la vida y cómo la estaba pasando bien con sus amigos", dijo el vicefiscal federal Michael Scoville, quien participó en la búsqueda de Sopo.
Junto con un cómplice que fue hallado culpable, Sopo está acusado de engañar a bancos con el fin de obtener préstamos para comprar automóviles. Si es declarado culpable, podría ser condenado a 30 años de prisión.