"Al menos a cinco amigos les han robado su celular este año en alguna estación. Siempre pensamos que el Metro era un lugar protegido, pero no es tan así". El estudiante de derecho Bruno Rodríguez (21) ha sido una víctima más de la sustracción de su teléfono en la Estación Baquedano. Se lo sacaron rápidamente desde el bolsillo de su polerón. El sujeto salió corriendo a toda velocidad hacia la calle.
Debido a la ocurrencia de estos hechos, Carabineros ha identificado a 400 lanzas que trabajan de manera permanente en la red de transporte. La cifra es parte de un registro de 1.030 personas que han sido sorprendidas realizando este tipo de ilícitos (600 de ellos actúan de manera ocasional).
Con estos datos, la policía uniformada puede centrar la fiscalización en los puntos más conflictivos. Esta información también es compartida con los equipos de vigilancia del tren subterráneo, con el fin de aplicar medidas de manera coordinada.
La mayor de la 60a Comisaría de Carabineros, Mónica Herrera, explica que se ha detectado a estos 400 delincuentes con su nombre completo y prontuario en la red, información que es útil cuando hay detenciones.
"Se enfocan en teléfonos celulares y en billeteras de las personas que viajan sin poner atención a sus objetos", dice.
Hay antecedentes sobre cómo ingresan al Metro: pagan su pasaje como cualquier otro viajero, en especial en hora valle, cuando hay un menor flujo de personas, lo que les permite desplazarse. Suelen trabajar entre una y dos personas en conjunto.
El robo más común es de teléfonos celulares: el 62% de los objetos robados corresponde a este elemento. Así, por ejemplo, los antisociales se acercan a las personas distraídas, observan la marca de los audífonos y se acercan a sustraerlos desde sus bolsillos o mochilas.
Herrera sostiene que se han adoptado técnicas aún más especializadas, como es la "teatralización" en algunos lugares donde se concentran los viajes. La técnica es esta: uno de los delincuentes simula caer al suelo afectado por alguna enfermedad, lo que lleva a los transeúntes a acercarse a ayudarlo. Esto lleva a que otro lanza se acerque y sustraiga objetos aprovechando la distracción.
Sostiene que quienes son sorprendidos tienden a abandonar el vagón, presentarse donde los vigilantes y autodenunciar el hecho. Luego entregan el elemento robado con el objetivo de ser expulsados del recinto, pero no aprehendidos. Temen ser atacados por los usuarios.
Ello les permite cambiarse a la siguiente estación. ¿Por qué, a pesar de que estas personas han sido identificadas, siguen en esta actividad? La policía plantea que varían sus técnicas de operación, lo que complejiza seguirlos. Cambian su fisonomía, su manera de vestir y puntos de trabajo. Así, si los funcionarios de seguridad se enfocan en monitorear una línea, los delincuentes ya se han ido a otra. Hoy, el Metro tiene 103 estaciones y se sumará la nueva Línea 6.
Una preocupación que tiene la autoridad es que haya "víctimas facilitadoras", es decir, que no interponen las denuncias correspondientes, pues prefieren perder lo sustraído y no ser citados a la fiscalía.
Prevención
Uno de los factores que incide en este escenario es el masivo uso del móvil para mirar las redes sociales o bien escuchar música, lo que favorece que los delincuentes los detecten fácilmente.
Consultada la empresa Metro sobre la ocurrencia de estos hechos, informó que "no existe un alza de la ocurrencia de delitos". En la firma consideran que sus instalaciones son "el espacio público más seguro de la Región Metropolitana". Ello se aprecia, según la compañía, en que registró una tasa de 1,09 delitos por un millón de pasajeros en 2016. En lo que va de este año, la cifra es de 0,9% por millón de usuarios (ver recuadro).