La historia se ha repetido en innumerables ocasiones: Mohammed Merah, que mató a tres soldados, tres niños y un rabino en un tiroteo en Francia en 2012, se convirtió en un musulmán radical durante su tiempo en prisión. Lo mismo le ocurrió a Mehdi Nemmouche, que atacó un museo judío en Bruselas en 2014. Dos de los autores del ataque al semanario francés, Charlie Hebdo, Cherif Kouachi y Amedy Coulibaly, compartieron al mismo mentor durante su paso por la cárcel Fleury-Mérogis en 2005.

Según un estudio británico, las cárceles europeas se han convertido en un "vivero" para las redes yihadistas que se centran en reclutar criminales "maduros" para actuar. El informe, realizado por el Centro de Estudios de la Radicalización y la Violencia Política (ICSR) del King's College de Londres, dice que la situación por la que atraviesa el Estado Islámico ha reforzado los vínculos entre terrorismo y delincuencia. Las organizaciones extremistas, señala, han desviado su interés de las escuelas religiosas a los "guetos" europeos, donde pueden encontrar candidatos aguerridos con un pasado criminal.

En particular, las cárceles ofrecen una cantera de "jóvenes enojados" que están listos para la acción. "Observamos que se producen radicalizaciones cada vez más rápidas en prisión. Haber sido encarcelado por delitos violentos facilita el paso al extremismo violento", explicó a la agencia France Presse, Peter Neumann, director del ICSR y coautor del informe. La familiaridad de ciertos detenidos con las armas y los circuitos ocultos de financiación alimentan esta tendencia, según el estudio.

Para elaborar el informe, el ICSR analizó los perfiles de 79 yihadistas europeos que partieron al extranjero a combatir o participaron en atentados en Europa. Eran originarios de Bélgica, Dinamarca, Francia, Alemania, Holanda y Reino Unido.

Se estima que 5.000 europeos occidentales se sumaron, en los últimos cinco años, a organizaciones yihadistas como el Frente Al Nusra o el Estado Islámico para combatir en Irak y Siria.

De las personas estudiadas por el ICSR, 57% pasaron tiempo en la cárcel antes de su conversión al yihadismo y de éstas, el 27% experimentó la radicalización en la cárcel. Algunos vieron en esto la oportunidad de una "redención", según el estudio. Se cita el caso de Alí Almanasfi, un londinense de origen sirio, que dijo: "Quiero hacer algo bueno por una vez, algo puro".

"El Estado Islámico representa la brutalidad, la fuerza y el poder que buscan estos jóvenes, a menudo antiguos integrantes de pandillas", afirmó Peter Neumann. "A grandes rasgos, les dice: 'Pueden seguir haciendo lo que han hecho hasta ahora. Pero esta vez, irás al paraíso'.

El diario británico The Independent pone como ejemplo los mensajes para reclutar que realizan los combatientes del EI en Reino Unido agrupados en la organización Bandera de Dios.

"A veces las personas con los peores pasados crean los mejores futuros", dice el slogan que está ilustrado con la imagen de un yihadista enmascarado mostrando un fusil Kalashnikov y caminando hacia una luz enceguecedora. El diario dice que el blanco son hombres jóvenes que buscan redimirse del crimen, consumo de drogas o las pandillas, dispuestos a lavar sus almas uniéndose a la yihad.

Proceso de radicalización

Los musulmanes constituyen una desproporcionada mayoría en la población penal de Francia, estimándose en un 60%, en contraste con el 8% que representan en la población total del país. Y, aún más, según el diario londinense The Guardian, la proporción de radicales islámicos está creciendo entre los 68 mil reos del país.

La situación es diferente en Reino Unido porque si bien la población de musulmanes detenidos ha ido aumentando en el país, según cifras del Ministerio de Justicia obtenidas por el diario Daily Mail, representan el 15% de la población penal. Aumentaron de 6.571 en 2004 a 12.255 en 2014.

El diario The Guardian dice que quienes critican la práctica de colocar a radicales islámicos en una misma celda, temen que se formen ghettos de extremistas.

El francés, Mourad Benchellali, que estuvo detenido en la prisión de Guantánamo, en Cuba, y que ahora combate la radicalización en las cárceles, explicó al periódico que los reos que no tienen buenas intenciones pueden influenciar a los detenidos más débiles, "llevándolos hacia la yihad". Esto porque al compartir celdas pequeñas con dos o tres reos, el más débil está en riesgo de ser adoctrinado por los más fuertes.

La revista Mother Jones señaló en un artículo que con el fin de detener esta tendencia de radicalización en las cárceles, Francia está llevando a cabo programas en varias prisiones, en las que los reos acusados de terrorismo o que se creen puedan ser susceptibles de radicalización, son excluidos de la población general y se les ofrece servicios psicológicos, de profesores e imanes, entre otros. Pero la publicación advierte que el veredicto preliminar, basado en funcionarios franceses, es que el programa no ha funcionado.