A las tres de la tarde, Pedro Carcuro golpeó la puerta de la casa de Elías Figueroa en Villa Alemana. Era el 31 de diciembre de 1967. Carcuro, entonces estudiante de Derecho en la Universidad de Chile, debutaba como reportero deportivo. Cumplía el encargo que le había hecho poco antes su jefe en la radio Agricultura, Hernán Solís.
-Pedro, el 31 de diciembre llega Elías Figueroa. Viene a pasar el Año Nuevo con sus papás en Villa Alemana. Tienes que ir a entrevistarlo -le encargó Solís.
Carcuro obedeció. Se fue hasta la Quinta Región. Y a eso de las tres de la tarde golpeó la puerta del futbolista, que entonces jugaba por Peñarol de Montevideo.
"Yo tenía 22 años; él era un poco menor, como seis meses. Yo iba con una grabadora inmensa, que pesaba siete kilos. Era como cargar un piano. No sabía ni manejarla. Estaba muy nervioso. Elías me dio confianza, me dijo: 'No te preocupes, cálmate'. La entrevista no salió tan mal", recuerda Pedro Carcuro, medio siglo después.
Ese 31 de diciembre regresó a Santiago a las siete de la tarde. Con la misión cumplida. "Imagínate el medio debut mío; partir con el top, con el Alexis Sánchez o el Arturo Vidal de ese momento", dice, y lanza una carcajada. De esas suyas, como riéndose hacia adentro.
No se detendría más. Abandonó su carrera de leyes y estuvo un año en la radio Agricultura. En 1969 saltó a Televisión Nacional, donde participó en la formación del área deportiva del canal, en la que hoy es el empleado más antiguo. Allí ha cubierto los eventos deportivos más importantes en estos 50 años y ha estado desde con Pelé hasta Mohamed Alí. Ha sido relator; también comentarista. Simultáneamente, Carcuro ha hecho una carrera radial tan extensa como la televisiva. Entre otras radios, estuvo veinte años en la Chilena. Y desde el 2001 que está de nuevo en la Agricultura, donde todo esto empezó.
En estos 18.250 días de carrera, ¿no sentiste al menos un día de saturación?
No. Es que he tenido la capacidad de reinventarme. Tengo 72 años y me levanto todos los días a las 5:30 de la mañana para hacer un programa en la radio. No me aburre porque cada día busco algo nuevo que entregar. Siempre tuve la inquietud de hacer cosas distintas, nunca me conformé con ser un periodista deportivo encasillado en una cancha de fútbol, en una pista de atletismo o en un gimnasio; busqué desarrollarme en otros frentes, estar bien informado, leer, estudiar, tener cultura, no ser sólo un pelotero. Me acuerdo por ejemplo de que el 78 estaba haciendo el programa Los mundiales de Pelé y me tocó ir a Italia. Justo el día que llegamos a Roma encontraron el cadáver de Aldo Moro, el ex primer ministro italiano que había sido secuestrado. Ni se me ocurrió seguir haciendo el programa deportivo, y nos metimos a investigar lo de Aldo Moro.
A mitad de los 90 condujo De Pe a Pa, estelar de conversación que duró casi una década. Luego, por tres años hizo un espacio de viajes. Y ahora ya está trabajando en la nueva temporada de El sillón de Pedro que transmite la señal de cable de TVN y que el 2017 tuvo una versión en el canal abierto con los candidatos presidenciales.
"Me permite trabajar con jóvenes y equipos distintos. A mí me hace bien; y ellos se dan cuenta que uno no es una pieza de museo, ni un viejo anquilosado, ni un paquidermo del periodismo, sino que alguien con iniciativa", dice Carcuro.
¿Te has arrepentido de no terminar Derecho?
Sí. Hay tareas que uno tiene que cumplir y pienso que fue un poco de vago. Valía la pena haber cerrado el ciclo y haberle dado el gusto a mi padre, que sufrió mucho.
Tu padre hasta te acusó con Julio Martínez de haber abandonado la universidad…
Debe haber sido marzo o abril del 68. Después de almorzar un domingo, fuimos juntos al estadio. Yo iba a trabajar. Ahí mi papá encaró a Julio Martínez.
-Soy el papá de este niño, que está dejando Derecho por meterse a esta tontera. ¿Qué piensa usted? -lo enfrentó Vitto Carcuro, padre de Pedro.
-Señor Carcuro, deje que su hijo sea feliz -le respondió un amable J.M.
Gente nueva
Has dicho que estarás en TVN hasta 2019. ¿Lo mantienes?
O sea, tengo contrato hasta el 2019 con el canal. En esa fecha TVN cumple medio siglo y yo dije: "Quiero estar junto al canal para sus 50 años, porque soy el más antiguo"; me quiero dar ese gusto.
¿Y después qué?
A lo mejor ser más freelance. Quizás seguir con las entrevistas como en El sillón... u otra cosa que se me ocurra.
Después de 50 años en TVN, ¿los espacios para ti empiezan a agotarse? Uno debe ser capaz de asumir ciclos cumplidos.
Evidentemente que los ciclos se van cumpliendo. Creo que en el área deportiva de TVN hay un ciclo que concluye cuando muere Sergio Livingstone, en 2012. Después de eso, como que nunca hemos sido capaces de recuperar el rumbo, no hemos podido…
¿Hora de pasar la posta, entonces?
Exactamente. Ojalá que se produzca, digamos, el cambio en el liderazgo en el área deportiva. Me gustaría ser parte de esa transmisión de mando; yo me iría feliz si se consolidara un nuevo proyecto de deporte con nueva gente. A mí me encantaría sólo participar en poner en marcha esta nueva instancia, este nuevo momento.
La política de lejos
¿Es verdad que entre tus sueños no cumplidos está haber sido embajador en Italia?
No, lo he dicho como deseo no más. Ser embajador es un premio muy preciado, hay que estar demasiado comprometido en una campaña para poder cobrarlo. A estas alturas me contento con ser agregado cultural.
A lo mejor ahora con cambio de gobierno podría ocurrir…
Difícil… (risas)
En su época universitaria, Pedro Carcuro militó en la Democracia Cristiana. Dice que en esos años, desde mediados de los 60, en Derecho de la Chile se respiraba política. "Yo me deslumbré con esta cosa de la Patria Joven, estaba José Miguel Insulza, Lucho Maira, Genaro Arriagada; todos los que iban a ser los líderes políticos del futuro. Me cautivé, pero poco a poco me fui desinteresando. No fue satisfactorio desde el punto de vista espiritual. Me vino un desencanto de lo que significa el manejo del poder. Hoy estoy lejos de eso".
¿Te queda algo de esa sensibilidad DC o ya es archivo?
Archivo. Más todavía ahora (risas).
¿Tu familia era política?, ¿tu padre, tu madre?
No. Mis padres tenían opinión, pero nada más.
Sus dos hermanas mayores, Rosario y Carmen, sí eran más activas políticamente. Ambas simpatizaron con la UP. Después del golpe, Carmen -seis años mayor que Pedro, hoy fallecida- tuvo que irse al exilio. Regresó a principios de los 80. Cuatro años después fue detenida y torturada.
En un De Pe a Pa de fines del 2001, Pedro Lemebel contó lo de tu hermana Carmen.
Sí, y yo quedé para adentro.
Te veías molesto.
En ese momento no pensé en mí, sino en mi hermana. Carmen fue un ejemplo de modestia, de una actitud silenciosa, anónima, de trabajo en defensa de los derechos humanos siempre silente. Entonces que se hiciera público allí… Sentí que se había violentado la intimidad de algo que para la familia estaba guardado, pero no olvidado. Conversé con Carmen al día siguiente y se sentía dolida con Pedro Lemebel.
¿Cómo ves el episodio ahora, 16 años después?
Me he dado cuenta que era un homenaje para ella, que se merecía eso y más.
¿Eres de los chilenos que poselecciones están contentos o preocupados?
Preocupado no estoy, pero más no te voy a decir.
Ineludible
Si Pedro Carcuro es tan longevo como sus padres -Vitto murió a los 102 años; Carmen a los 95-, tendrá que encontrar bastantes cosas en que gastar su tiempo después de dejar la televisión. Ver cómo ocuparse en una vejez larga. "Pero a mí me da miedo vivir tanto como mis padres", dice.
¿Qué te da miedo?
Repetir una vejez feliz como la de mis padres, con una buena salud, lúcidos, con más de 70 años de matrimonio, es casi imposible. Uno tiene que llegar hasta donde pueda, pero bien. Si no, es dar lástima. No quiero ser un cacho para nadie.
¿Y la salud cómo anda? En junio tuviste una trombosis en una pierna.
Fue muy desagradable, porque además se produjo en la Copa Confederaciones en Rusia. Quería disfrutar Rusia, ir a San Petersburgo, no pude. Fue muy incómodo.
¿Te tomó por sorpresa?
Yo me había dado cuenta. Cuando estaba en el aeropuerto antes de partir, me dolía salvaje y pensé: "Me debería volver para la casa"; pero pensé también: "Va a quedar la escoba si me devuelvo". Uno tiene sentimiento de culpa, una responsabilidad excesiva. Llegué a Rusia con el pie como un melón.
Has dicho que no le temes a la muerte. Quieres creer que tras la muerte uno se encuentra con la gente que ha querido y ya se fue.
Nunca me he sentido atormentado por la muerte. Es ineludible; en un momento uno tiene que bajarse obligatoriamente del tren.
¿Con quién te gustaría encontrarte después de la muerte?
Con todos los que quiero.
Responde rápido. Un poco nervioso. Carraspea. Sabe la pregunta que sigue. La que es inevitable, igual que la muerte.
¿Te gustaría encontrarte con Franco?
Claro.
Entonces Pedro Carcuro se empieza a quebrar de pena.
Franco y el dolor
Franco era el menor de los dos hijos de Carcuro. Un abogado brillante, que hizo un magíster en la FIFA, que dirigía un departamento de deporte en una universidad. El 25 de septiembre del 2009, mientras su padre estaba en Buenos Aires en la Copa Libertadores, decidió ponerse punto final. A los 32 años, se precipitó desde el piso 10 de un edificio. Murió de manera inmediata.
Yo lo conocí. Amable, un poco tímido, se sentía su fragilidad. Alguien muy querible.
Sí, muy querido. Por eso me hace falta todos los días… No es el dolor más grande de mi vida, es EL DOLOR de mi vida (y lo remarca lentamente, poniendo mayúsculas sólo con la voz).
Carcuro no puede seguir hablando. Se le agota la voz. Los ojos se le llenan de lágrimas. Hace un gesto con la mano de que necesita una tregua. Su tristeza es inmensa. Cuando luego de unos minutos se repone, cuenta que heredó uno de los mejores amigos de su hijo. Que ahora es amigo de él. "Panchito Ledezma fue su compañero en Derecho. Nos visitamos, nos vemos. Hace bien, aunque uno se emocione".
Quienes han perdido un hijo dicen que no hay pena comparable.
No, nada, es insoportable… Nunca uno se consuela.
Franco dejó una nota pidiéndoles que vieran la película Into the Wild. ¿La viste?
Aún no he podido verla. No soy capaz, sé de qué se trata.
Es la historia de un chico que decide romper con todo e iniciar un viaje hasta Alaska, para vivir directamente la naturaleza. Muere a poco de llegar allí.
Bueno… es como el viaje hacia la eternidad.
¿Es cierto que cada vez que debutas en un programa usas una corbata de Franco?
La uso habitualmente. Y la cuido. Tengo dos o tres guardadas, pero una es la que más uso, porque es azul oscuro, el color que me gusta.
Un soplo la vida
Te gusta el tango. Pienso en Volver y su célebre frase "que veinte años no es nada". ¿Se aplica a tus 50 años de vida laboral?
Se han pasado volando… "Sentir que es un soplo la vida, que veinte años no es nada…". Es verdad que es un soplo la vida.
¿Has trabajado mucho y has vivido poco?
He trabajo mucho, pero he vivido harto. Aunque uno siempre piensa que ha vivido menos de lo que le gustaría. Hay espacios que te los quita el trabajo. El periodismo deportivo tiene una cosa dramática: trabajas cuando los demás descansan; trabajas sábados y domingos y eso mata la relación con tus hijos. De a poco me empecé a perder los almuerzos de los domingos con mis padres, una institución en la familia Carcuro.
¿En deuda con los sentimientos?
Soy un poco culposo, entonces me hubiera gustado haber entregado más tiempo, fundamentalmente a mis hijos. A Giovanni y a Franco los llevé al colegio todos los días hasta cuarto medio. Era una instancia para conversar. Yo estaba separado de la mamá de ellos, los pasaba a buscar a las 7.15 de la mañana y éramos los primeros en llegar a la Scuola. Conversábamos 15 o 20 minutos. Esas son las cosas cuando uno trata de reemplazar las carencias y errores que comete con sus hijos.
¿Tuviste éxito? ¿Eres cercano a Giovanni?
Sí. Hablamos por teléfono casi todos los días y nos vemos al menos una vez a la semana. Él es el que tiene menos tiempo. Es traumatólogo, opera mucho. Es un gallo choro, tiene una linda familia. A los 43 años está chalado con la bicicleta. Fue al Cerro Castillo, en la XI Región. Dio la vuelta al lago Llanquihue. Ahora irá a la maratón en bicicleta de Nueva York. Está flaco, está hecho un palo, eso es lo único que me da envidia.
SIN MUNDIAL
Estamos fuera del Mundial de Rusia 2018. ¿Relatores y comentaristas deportivos se quedaron con los crespos hechos?
Evidentemente duele, es duro. Ya se anunció que no va ninguno. La industria del periodismo deportivo se resiente de manera muy dura con la exclusión de la selección. Pero pasará algo que yo lo he vivido antes: en tres o cuatro meses más, va a ser locura el mundial en Chile, aún sin la selección. Vamos a estar todos hablando del mundial, de Messi, de Neymar, de Cristiano Ronaldo. La FIFA vende de manera impresionante su espectáculo mayor y nosotros no nos vamos a quedar abajo.
¿Ha sido tema entre ustedes?
Sí, en el canal y en la radio lo hemos conversado. Uno siempre se hace expectativas de viajar, es lindo ir a un mundial. Desde el 74 yo sólo he faltado a dos: Corea-Japón e Italia.
Según tus tiempos de salida de TVN, éste iba a ser tu último mundial en pantalla.
A mí me habría gustado haber ido a un mundial a disfrutarlo, sin responsabilidades, a lo mejor como freelance, escribir una columna. Pero no sé si Qatar 2022 me motiva tanto. Qatar no me atrae. El otro día hablábamos con mi hijo Giovanni la posibilidad de ir juntos a los Juegos Olímpicos de Tokio. Japón es maravilloso. La última vez que asistí fue el 93. En ese tiempo no comía sushi, así que ahora lo disfrutaría más.
EL CHARLISTA
Te has convertido en charlista. ¿Cuándo empezaste?
Hace unos ocho años, con una charla que hicimos con el "Sapo" Livingstone sobre el área deportiva en TVN. Yo usé la fórmula del De Pe a Pa, y le hice una entrevista al Sapo. Salió linda la historia. Así que seguí con eso, solo. He ido evolucionando. Me gusta relacionar el deporte con historias de vida y con conceptos como liderazgo, solidaridad, disciplina, generosidad. Hago unas seis o siete por año. A empresas, a universidades.
¿En serio en las charlas hablas de Madonna y su capacidad de reinventarse?
Sí. Aparecen competidoras y ella siempre las saca. Ella, como yo, es de la Italia del sur; somos longevos, somos peleadores.