En su habitual mensaje de Navidad desde la Catedral Metropolitana, el cardenal Francisco Javier Errázuriz, administrador apostólico de Santiago, hizo alusión a las desgracias que este 2010 afectaron duramente al país y el resto del mundo. Haciendo hincapié que este ha sido un año "sembrado de esperanzas y de desgracias".
"Concluye el año del terremoto, el maremoto, el derrumbe de la mina San José, el incendio terrible de la cárcel de san Miguel, el estremecimiento por los abusos que han sufrido incontables niños en muchos países, y de la nueva y mortal amenaza legal a los niños indefensos que aún no han nacido", señaló.
En cuanto a los abusos a menores denunciados en el mundo, el cardenal Errázuriz lamentó que a la Iglesia la hubiesen "sacudido" estos escándalos. Agregando que "el Santo Padre ha relacionado estos abusos con los estigmas de Cristo que sangran, calificándolos como pecados graves y verdaderos crímenes. Ellos implican una gran humillación, nos exhortan a la verdad y la reparación, y nos llaman a la renovación".
A pesar de estas desgracias, el religioso deseó a todos los chilenos que "el asombroso misterio de la Navidad y las actitudes que inspira iluminen sus vidas y sus proyectos en este día y en el futuro de nuestra patria, y abran sus corazones para compartir la generosidad de Dios, y la alegría y la contemplación de María y José. Y que guíe sus pasos, llevando la gratitud y el gozo del Nacimiento hacia los que están solos y abatidos: sin regalos, sin consuelo, sin esperanza y sin alegría".