El barco de carga griego Rena, que encalló frente a la costa de Nueva Zelandia en octubre, se partió en dos. Con ello dejó a la deriva contenedores navieros y escombros, y desató temores de un nuevo derrame de petróleo.

El naufragio fue descrito como el peor desastre ambiental marí­timo de Nueva Zelandia. El buque ya habí­a derramado previamente petróleo pesado que contaminó las inmaculadas playas de North Island y causó la muerte de hasta 20.000 aves marinas. Pese a los esfuerzos de recuperación, cerca de 400 toneladas de petróleo se mantení­an a bordo.

Funcionarios marí­timos dijeron que la proa sigue anclada en su posición original, pero la sección de popa se deslizó al menos a 30 metros de la parte delantera y se está "moviendo de manera significativa", golpeada por oleaje de seis metros.

"Ha habido una descarga significativa de contenedores y escombros de contenedores de la nave", dijo el portavoz de Maritime New Zealand Ross Henderson. Advirtió que la tormenta que separó el buque seguirá por otros tres o cuatro dí­as.

Los restos incluyen madera, bolsas de leche en polvo y contenedores, todo lo cual podrí­a comenzar a llegar a la orilla el domingo por la tarde.

Alex van Wijngaarden, jefe del equipo de respuesta nacional en el lugar, dijo que el petróleo podrí­a tocar tierra cerca de la medianoche del domingo.

"Aunque los informes en este momento indican que no ha habido una liberación significativa de crudo, dado que el Rena está actualmente en una posición frágil, resulta probable una mayor liberación", dijo. "Si bien se desconoce en este momento con exactitud cuánto petróleo puede ser liberado, los equipos han sido movilizados y estarán listos para responder a cualquier cosa que pueda llegar a tierra".