Nunca han sido personales. Las cinco novelas publicadas por Carla Guelfenbein han bordeado su biografía, pero nada de confesiones propias, dice. Sin embargo, algunas de sus narraciones se han cruzado con sus raíces judías en Ucrania.
Admiradora de la novelista Clarice Lispector, la autora nacional leyó hace un par de años la biografía escrita por Benjamin Moser. Allí supo que los orígenes de la autora brasileña estaban también en Ucrania.
"Mis abuelos murieron siendo yo pequeña y no investigué mis orígenes. Y cuando me interesé ya casi todos habían muerto, partiendo por mi familia materna, y a mi padre le dio demencia senil. ¿A quién preguntarle? Entonces tuve que inventarme mi historia familiar", dice Guelfenbein al explicar el origen de su nueva obra, Contigo en la distancia, que llega a librerías luego de obtener el Premio de Novela Alfaguara 2015 y la suma de US$ 175 mil.
"Nunca había ganado nada, ni siquiera en una rifa", cuenta antes de tomar el avión que la llevará en una gira promocional por Hispanoamérica. En el tour hablará de Vera Sigall, una escritora de culto inspirada en Lispector, que es el centro de su nueva narración.
"Llegué a Chile tan solo un par de meses antes de la mañana de agosto en que Vera Sigall cayó por las escaleras. Mi propósito era reunir material para terminar la tesis que escribía sobre su obra", dice Emilia, uno de los personajes de Contigo en la distancia. El libro se construye con diferentes voces que intervienen en la historia. Después de Emilia también hablará Daniel. En paralelo a la historia de ambos jóvenes, se despliegan los recuerdos de de Horacio con Vera. El es un poeta de fama internacional y retrocede a la década del 50 para citar aventuras juntos.
"Lo primero que necesito al escribir son mis personajes. Sentirlos, poder mirar el mundo desde ellos. Luego, está el gran desafío de escribir, porque no me gusta repetirme. Me interesa que mi curiosidad esté siempre vigente. Yo soy súper matea, creo que es por mi formación científica", dice Guelfenbein, quien estudió Biología en Inglaterra.
Sus títulos anteriores, desde su debut con El revés del alma (2002), han tenido críticas dispares. "No sé si tendrá que ver con mi persona. No sé qué imagen proyecto, pero lo cierto es que no me interesa mucho", dice Guelfenbein, quien hace seis meses inicio la escritura de una nueva novela sobre un grupo de jóvenes que confluyen en una clínica siquiátrica.
"Son cuatro jóvenes que han tenido crisis en sus vidas, con problemas de drogas, intentos de suicidio... Quizá publico con un seudónimo. Es especial la sintonía que se produce escribiendo como otro. Lo pensé, guardando las proporciones, después de escuchar a John Banville refiriéndose a Benjamin Black", concluye.