A sus 84 años, Carlos Menem parece estar arriando las banderas de la lucha política y lo único que lo obliga a estar activo es la necesidad de contar con un fuero que lo mantenga a distancia de las causas judiciales y de las condenas en su contra. El fin de semana pasado, el ex Presidente argentino (1989-1999) desistió de su deseo por competir por la gobernación de su provincia, La Rioja, en las elecciones del 5 de julio y decidió dar un paso al costado para dejarle el camino despejado al abanderado del kirchnerismo, el actual vicegobernador Sergio Casas.

Con esa jugada Menem acentuó su alineamiento con el peronismo kirchnerista, a pesar del ambiente de fin de reinado que se respira en Argentina, ya que con toda seguridad en diciembre habrá un gobierno que -a la luz de los discursos y los sondeos- poco o nada comulgará con la actual administración de Cristina Fernández de Kirchner. Una alianza que llama la atención considerando que en 2003 el ex mandatario se enfrentó en las elecciones presidenciales a Néstor Kirchner (donde Menem, pese a quedar en primer lugar, desistió de competir en la segunda vuelta) y a que su década de gobierno se transformó en el blanco permanente de los cuestionamientos durante la era K.

"Son jóvenes políticos que tienen mucho que dar si llegan a ocupar la gobernación. Son gente joven, capaz, que nunca renunciaron a esta causa que es provincial", dijo Menem el día 15 en su casa del Golf Club, en La Rioja. Así, dijo que iba a "apoyar a los candidatos del peronismo", que en esa región (ubicada a la altura de Atacama y Coquimbo en Chile) responden al kirchnerismo, y sostuvo que el peronismo "es la única respuesta a los problemas que tiene la provincia y la República Argentina".

Lo cierto es que hace mucho que Menem muestra un progresivo retiro de la actividad política y pública, y que si no lo hace de manera clara y definitiva es por la necesidad de mantener un escudo legal, de variadas causas que van desde aquella, por supuesto, del tráfico de armas, hasta la de la supuesta venta del predio ferial de Palermo. "En el corto plazo, su alineamiento con el kirchnerismo ha tenido más que ver con la protección frente a los juicios, que con una convicción política o ideológica", explicó a La Tercera el analista político argentino Rosendo Fraga.

Menem ya logró un escaño en el Senado en 2005 y logró renovarlo en 2011, por lo que al menos hasta 2017 cuenta con la tranquilidad que le otorga ese fuero parlamentario. "El acuerdo con el kirchnerismo para ser senador, el cual nunca se ha hecho explícito, fue que Menem no puede dejar de tener protección legal", dijo a este diario una fuente que conoce los círculos del poder en La Rioja. Un pacto donde Menem aporta su voto muchas veces decisivo en el Senado para impedir el avance de iniciativas o propuestas de la oposición.

"Después de haber hablado públicamente en innumerables oportunidades, el ocaso de su carrera política encuentra a Menem en silencio. Tal vez crea que no tiene nada que explicar. Hasta en eso coincide con el kirchnerismo", escribió el diario argentino La Nación en un editorial en enero pasado.

Como sea, el ex Presidente pasa la mayor parte de su tiempo en Buenos Aires, donde acude irregularmente al Congreso y cuando viaja a La Rioja -cada vez de manera más esporádica- se queda en su casa en la capital provincial, donde acostumbra jugar golf, aunque su físico casi no le permite hacer todo el recorrido por más que se traslade arriba de un carrito eléctrico. Eso, sin contar que debe estar con ánimo para escuchar los insultos que le gritan algunos de los transeúntes que lo ven y lo identifican, pese a que aún en La Rioja cuenta con algo de apoyo y respeto.

De hecho, era el hermano del ex Presidente, Eduardo Menem, quien había hecho amago de presentarse a la gobernación, pero desistió cuando hubo gestos de Carlos de competir, aunque según fuentes riojanas esa era una aspiración más bien de su hija, Zulemita, y del secretario privado del actual senador.

En todo caso no era una idea descabellada, ya que Menem fue gobernador de La Rioja entre 1973 y 1976 y luego entre 1983 y 1989. Sin embargo, sus años, su capacidad física y su pacto tácito con las filas de los Kirchner, lo hicieron desistir. "Su renuncia a competir por la gobernación ha sido un gesto de realismo político. Es muy difícil que tenga recuperación política", sostuvo Rosendo Fraga.