El comité central del PS de hoy, que evaluará la derrota de Eduardo Frei y la crisis que detonó al interior de sus filas, será uno de los primeros al que no acude Carlos Ominami desde que renunció al partido, en junio. Antes de partir de vacaciones a la Rivera Maya, donde irá junto a su hijo adoptivo, Marco Enríquez, y su familia, el senador dispara contra los vicios del partido, la coalición, Ricardo Lagos y la relación con la Democracia Cristiana. "Hoy vuelven con el argumento de que hay que cuidar a la DC, cuando eso terminó haciendo pedazos a la Concertación", afirma.
¿Qué responsabilidad tiene Camilo Escalona?
Las responsabilidades son compartidas. El es responsable de haber transformado al PS en una maquinaria de administración de poder, pero es fácil concentrar los fuegos en una sola persona. Eso es muy erróneo: Escalona puede dar un paso al lado y los problemas van a subsistir.
¿Por qué?
Esto tiene una larga historia, diría que se remonta a las primarias de 1999, cuando Lagos le ganó a Andrés Zaldívar con el 70%. ¿Por qué comienza cuesta abajo? Porque no se construyó una gran fuerza progresista que fuera capaz de dar el salto que tenía que dar la Concertación; la decisión de Lagos fue parar este tren que venía a gran velocidad y recomponer las relaciones con la DC. Las fuerzas se neutralizaron y terminamos con un mundo progresista atomizado y una suerte de subsidio parlamentario a la DC. El progresismo, pese a ser mayoría, abdicó a ejercer su mayoría.
¿Cómo llega el PS a esta crisis?
Es dramático, pero el PS dejó de ser la casa común de la izquierda. Ese proyecto colapsó. Tú puedes decir, 'pero si le ha dado dos presidentes a Chile', pero desde el punto de vista de las grandes batallas políticas, es un partido arrinconado en la sociedad... Camilo tuvo una lealtad malentendida muchas veces, pero tiene el mérito de haber apechugado en momentos difíciles. Pagó el costo de aparecer con cierta obsecuencia. Eso tiene que ver con los traumas del socialismo, de no haberle dado el suficiente apoyo a Allende. Escalona es expresión de esos traumas.
¿Está dispuesto a volver al PS?
Descarto volver al PS, no me voy a someter a un partido donde se impuso la arbitrariedad, la discriminación y el silencio. Voy a intentar que se reagrupe el progresismo con prácticas distintas; es un camino pedregoso, que tiene de travesía por el desierto.
¿Qué opina del discurso de Lagos tras la derrota de Frei? El llamó a cambiar prácticas y la renovación.
Me llamó mucho la atención, sentía que ese día quien había sido el líder de la Conertación tenía la última palabra. Como que rompió un protocolo implícito y su llamado me pareció extemporáneo, bajo un concepto equivocado. Aquí se están configurando varias respuestas frente al triunfo de la derecha. Una es, bajo el título elegante de 'política de los acuerdos', que es de bandera blanca y rendición. Otra es la de recomponer la Concertación, lo que creo que está condenado al fracaso. Lo que hizo Lagos fue eso. El gobierno de Piñera no se va a distinguir mucho de los de la Concertación y el eje del SI y el NO tiene mucho de pasado y poco de futuro. Para Piñera es fácil confrontarlo: va a demostrar que con los recursos fiscales actuales es posible volver a crecer y crear más empleo, aunque su área compleja será la delincuencia... Me hubiera gustado la energía de Lagos para protestar frente a los errores que venía cometiendo la Concertación.
¿Es viable la renovación de rostros en el PS?
Esto no es cosa de rostros jóvenes, sino de nuevas prácticas. Hay cabros estupendos, pero hay otros que son partidarios de las viejas prácticas.
¿Comparte las críticas a Bachelet por la derrota de Frei?
Eso es injusto, ella se jugó a concho y su intervención fue decisiva para que en octubre la Concertación asegurara la segunda vuelta. La Presidenta entró en un cuadro de crisis política y se siguió profundizando en su período. Ella actuó desde el primer momento más desligada de los partidos, sin hacerse cargo de la crisis y terminamos en esto.