El ex socialista Carlos Ominami está convencido de la necesidad de que todas las fuerzas de la oposición lleguen a un pacto parlamentario con el único objetivo de terminar con el sistema binominal. Pero descarta toda posibilidad de un acuerdo más amplio. "Eso ya no fue", afirma tajante.

La Concertación y el PC negocian un pacto parlamentario. ¿El PRO podría ser parte de ese acuerdo?

En las condiciones de hoy día, de descomposición del sistema político, de una total incapacidad para resolver cuestiones importantes, sería fundamental hacer un esfuerzo serio para crear condiciones que nos permitan terminar con el sistema electoral binominal, que es la condición primera para comenzar a hablar de un proyecto futuro.

¿Es posible hacer un acuerdo parlamentario que tenga como único propósito reformar el sistema binominal?

La cosa más amplia ya no fue. El gran tema que tiene el país es cómo genera una institucionalidad política que dé cuenta de las limitaciones que tuvo la institucionalidad de la transición, porque no permite resolver los grandes problemas que tiene Chile. Para eso necesitamos una nueva Constitución.

¿Y para eso primero se requiere un cambio al sistema electoral?

Claro. Algunos dirigentes de la Concertación dicen que hay que hacer un planteamiento completo: vamos a una primaria presidencial de la oposición y en ese caso podríamos hablar de una lista parlamentaria. Pero ya hicieron una lista con el PC el 2005, y el PC llevaba formalmente otro candidato presidencial. Entonces, no digan que es imposible pactar con un sector que lleve otro candidato presidencial. Hoy no hay ninguna condición para tener candidato único de la oposición en Chile, a estas alturas hay que descartarlo.

Entonces, hay que avanzar en una negociación…

El PPD ha planteado primarias parlamentarias, como Marco y el PRO.

Pero la DC no comparte esa idea y el PC ni siquiera quiso ir a primarias para enfrentar las municipales...

Lo que advierto en el PC es un giro brusco de una crítica bien implacable a la Concertación durante 20 años -en los que muchos dirigentes acusaron injustamente a la Concertación de ser una expresión en una democracia formal del mismo modelo de la dictadura- a una disposición a ser parte de una coalición en la medida en que puedan subir de tres a seis diputados. Eso está por debajo, y lo digo con mucho respeto, de la historia del PC chileno. Creo que el PC podría estar a las puertas de un concertacionismo tardío, quiere entrar a una institucionalidad que se está desmoronando, a un Parlamento que ni siquiera fue capaz de hacer un intento serio por cambiar el binominal. Me parece estupendo que Camila Vallejo, Camilo Ballesteros, Karol Cariola, quieran llegar al Parlamento. Pero es un poco patético que el PC se contente con aumentar su número de parlamentarios que van a ser tan impotentes como lo son hoy Teillier, Carmona y Gutiérrez para cambiar algo importante en Chile.

¿Qué garantías hay de que Marco Enríquez-Ominami se allane a un pacto parlamentario para terminar con el sistema binominal?

Hablo por mí. El es candidato a la Presidencia de Chile, los otros tienen fecha de vencimiento. Cuando decimos que somos partidarios de primarias parlamentarias, estamos diciendo que somos partidarios de una lista única parlamentaria.

¿Es sensato pensar en primarias parlamentarias en todos los distritos y circunscripciones?

No. El PRO siendo una fuerza emergente dio signos de madurez en las elecciones municipales. Reconoció, por ejemplo, que Carolina Tohá -más allá de todas las diferencias que podemos tener con ella- era la carta de la oposición y, por lo tanto, el PRO tomó la decisión de no levantar candidato.

¿En qué casos es indispensable realizar primarias parlamentarias?

En aquellos lugares donde exista una multiplicidad de liderazgos y existan dudas razonables de quién puede competir, hagamos primarias para elegir a la dupla más competitiva. Como esa es una decisión compleja, no puede quedar librada simplemente al capricho o a la deliberación de las cúpulas partidarias.

Usted critica el giro del PC. Pero ¿no cree que desde hace algunos años se está avanzando a un bloque con la Concertación?

Eso no es una coalición. A lo que se está avanzando es a un acuerdo electoral sin contenido, un acuerdo electoral que pone por delante el poder por el poder.

Algunos plantean que el programa lo debe definir el candidato...

Esa es la expresión completa de la decadencia. Algunos señalan que no tiene sentido discutir el programa, porque el programa es la candidata. Eso es volver al peor de los caudillismos. Me parece dramático que se esté imponiendo esta estrategia de que mientras menos se hable, mejor. Esta estrategia puede ser buena para ganar elecciones, pero es fatal para gobernar, porque la ambigüedad genera demasiadas expectativas. Y los líderes de la Concertación están muy preocupados de ver cómo entran a La Moneda en marzo de 2014, pero no hay ninguno que tenga la más mínima preocupación de cómo sale la doctora Bachelet en marzo de 2018. Eso les da lo mismo.

¿El PC puede perder votos de la izquierda debido al giro que menciona?

Creo que sí, porque uno ve que el PC está entrando en la institucionalidad de una manera que tiene que ver más con la cooptación que con un esfuerzo serio de transformación. Me preocupa que el PC entre en este bacheletismo sin contenido, y que ha ido cambiando los énfasis. Ahora está dejando de lado la idea de la asamblea constituyente. No sé si Teillier fue receptivo al alegato de Escalona de que todo eso significaba fumar opio. El PC va a tener que mirar bien cómo resuelve esto y cómo escapa de ser inconsistente con movilizaciones en las cuales fue un cierto impulsor. Camila Vallejo fue presidenta de la Fech con un tremendo liderazgo y ahora el PC llegó tercero en las elecciones de la Fech. Es un tema sobre el cual cabría a lo menos interrogarse.

Cree que si Bachelet llega al gobierno ¿el PC podría volver a la misma política que desplegó mientras la Concertación estuvo en el poder?

Es altamente probable, cuando tienes un proceso que ha puesto el acento en lo electoral, bastante desprovisto de contenido o con algunos sumamente ambiguos. Y en el momento de la acción gubernamental, hay que tomar decisiones complejas, difíciles, que muchas veces no son populares.