Carlos Soto (52) está afectado por un cuadro de gripe severo, que después de esta entrevista lo hará caer en cama por dos días. Pero aún no. Antes quiere hablar. Han sido semanas duras para el ex presidente del Sifup, que dejó su mandato de una forma que, aunque lo niegue, le duele.

¿Hace cuánto no da una entrevista?

Uff. Hace rato. Es que no quería hablar. A ver. Desde el 4 de abril, cuando ocurrió todo esto.

Un día duro.

Sí. Imagínate, era el día en que estaba de cumpleaños mi señora. Fue un día penoso, porque no pudimos celebrar, no cantamos. Fue terrible. No comimos torta, era todo amargo, no cantamos ni cumpleaños feliz. Estuvimos dos días sin conversar, sólo nos saludábamos. Ella estaba afectadísima.

¿Ésta es la peor crisis que ha vivido como sindicalista?

No lo sé. Hubo un momento en que estuve un mes y medio con resguardo policial. Eso fue en 2005. En ese momento queríamos cambiar el sistema de las sociedades anónimas deportivas, empujábamos para crear un marco jurídico distinto al que teníamos, y nos activamos junto con parlamentarios. Probablemente a algún directivo o gente del fútbol con poder no le pareció bien y comenzaron a amenazarnos. Me seguían en auto, me llamaban a mí, a mi señora, mis hijos tenían que ir al colegio en vehículos policiales. Eso fue algo difícil.

¿Nunca lo llegaron a golpear, por ejemplo?

Sí. Una vez, Linares. Estábamos apoyando a los jugadores y en eso voy al baño y me toman entre tres tipos, uno del cuello y los otros me empiezan a dar patadas en las piernas y las costillas. Yo les digo que mejor se calmen, porque si gritaba iba a ser peor. Otra vez, en Iquique; en Santa Cruz también tuve que salir escoltado por Carabineros.

¿Se acabó todo eso?

Es difícil decir que terminé. Todavía me quedan cosas que entregar y si me llaman porque necesitan ayuda, ahí estaré. Sí siento que ahora se cerró el proceso, porque al fin entregamos las boletas y facturas que acreditan que no estábamos robándonos nada. Pero voy a seguir buscando documentación para acreditar aún más los 34 millones que faltan. Lo haré por un tema moral, porque yo no robé nada.

¿Asume culpas del desorden administrativo en su gestión?

Es lo mismo que dijo Gamadiel el jueves: hubo un desorden administrativo contable, pero no hubo malversación o dolo. Tuvimos problemas porque hicimos una remodelación en la casa del Sifup y estuvimos casi un año funcionando en otro lado. Estoy seguro que ahí se perdió mucha documentación. No digo que sea una causa, pero ponte que se perdió una caja con un par de millones justificables allí. También tomamos muchas decisiones de directorio, sin consultar en una asamblea, pero fue porque muchas veces se necesitaba ayuda inmediata para futbolistas y ex futbolistas.

¿Cómo fue trabajar en el Sifup, recaudando todos los materiales al lado de quienes lo acusaron?

Fue algo agotador. En realidad, el peso se lo llevó el equipo. Sergio, Susana, Julio. La verdad es que yo casi ni quería ir. Pese a todo, la directiva de Gamadiel García se portó bien, nos dieron todas las facilidades para hacerlo. Qué bueno que ya acabó esa parte.

¿Cómo se pagarán los 44 millones que quedaron debiendo?

No, ¿cómo 44? Son 34 [aporta un documento en el que efectivamente aparecen 34 millones; los 10 restantes corresponden a entradas que se compraron para la Copa América, de las que no se tienen respaldo, pero el sindicato lo pasó finalmente por alto].

¿Y cómo se pagarán esos 34?

Yo aún tengo discrepancias sobre eso. Para mí no está claro qué haremos.

¿Buscará rebajar el monto acreditando más gastos?

Por una parte mis dudas son ésas, porque creo que la cifra aún se puede rebajar. La otra razón es porque si hay cuentas, pagos, o lo que sea vinculado a tu responsabilidad, como en mi caso, que tengo un pasaje que a la contadora se le olvidó descontar en su momento, bueno, eso lo debo pagar yo, pero responder por otros no me parece. Por tanto, cada uno se hace responsable de lo suyo. Yo fui el presidente y respondo en esa calidad.

¿Eso está acordado o deberá acordarse?

No tengo idea qué se hará, cómo pagaremos esos 34 millones. Para mí fue tan duro esto que apenas terminó el jueves, necesito abocarme a mi ámbito personal, familiar y laboral. No tengo indemnización para pensar durante un tiempo a qué me dedicaré. Quiero buscar qué hacer con mi vida. Debo buscar trabajo, seguir viviendo y pagando dividendos.

¿Qué tenían que ver con el Sifup las boletas por trajes en Zara, pijamas y libros cristianos?

A mí me da risa eso. Es algo que se exteriorizó mucho más de lo que en realidad era. Los trajes los compramos para una gala del fútbol en que queríamos que todos los miembros del Sifup se vieran bien, porque iba a estar la tele también. El tema del pijama lo encuentro ridículo. Es una boleta que no tienen un valor importante, que no trae horario ni lugar donde se compró. Yo no sé si fue un error o qué, pero nunca compramos eso.

Pero sí gastaron en libros cristianos.

Hay empresas que gastan en regalos, en vinos, champán, whisky. Pensamos que mejor era entregar una biblia o un libro devocional en vez de eso, porque alimentaba el espíritu. No lo vimos como algo malo, porque se lo dábamos a todos. Sé que no encontrarán una explicación lógica a eso, pero lo vimos así.

¿Fue un error mezclar la religión, una iglesia en particular, y el Sifup?

Difícil pregunta. Yo diría que uno puede tener dos respuestas: utilizamos el Sindicato para entregar el evangelio a la gente que no tenía otra opción, ésa es una; la otra es que pudo haber un exceso de esa utilización y eso no está bien. Hubo error en donar un millón de pesos a la institución de Julio, pero pudo haber sido al Hogar de Cristo o a cualquier otra.

¿Y usted estuvo al tanto de todo esto?

Sí. Yo aprobaba la utilización de la infraestructura del Sifup para eso.

¿Cómo quedó la relación con Julio Pastén?

Yo a él lo considero un amigo. Él fue el que me acercó a Dios y aunque estamos un poco distantes por todo lo que ha sucedido, creo que el tiempo nos volverá a acercar. No pudimos conversar, porque yo no estaba para conversar, y las cosas se solucionan así. Estoy agradecido de él, porque ha estado ahí.

¿Qué hace un sindicalista sin un sindicato?

Tengo varios proyectos, pero el que más me tiene entusiasmado es el estudio jurídico especializado en deporte que formaré con otros. Se llamará BMS Sport Legal y estará conformado por tres abogados especialistas. Conocemos bien el tema, sabemos cómo funciona y tenemos los contactos. También comenzaré a hacer clases en una OTEC sobre las reformas del sistema laboral. Me encanta esa parte.

¿Formará una agencia de futbolistas?

Sí, a eso apuntamos también. Pero con el interés de trabajar con los clubes. El futbolista es visto como una silla en estos momentos y eso no está bien. Los dirigentes me conocen, no soy un desconocido. Ya hay jugadores que me han pedido asesoría, tanto en Chile como afuera. Todo se está evaluando.

¿Cuántas veces intentaron sacarlo del Sifup?

Muchas veces, sobre todo al principio, me ofrecían cosas para que dejara de estar en la presidencia. Las principales eran dirigir a un club, como dos o tres veces, pero yo sabía que era más útil afuera que adentro. Me ofrecieron Everton, Santiago Wanderers. Fue en otra época, en 2001. Pero yo sabía que iba a perder uno o dos partidos y me iban a echar y ahí iba quedar fuera de todo.

¿Nunca intentaron sobornarlo?

Una vez con Carlos Ramos nos pasó. Estábamos en huelga y fuimos a la multigremial. Él era el presidente, Mario Salas era el tesorero y yo era el director. Fue el 97 y Carlos Ramos, además, era mi entrenador en Santiago Morning. Tuvimos una reunión con varios directivos y en un momento uno dice: "bueno, todo hombre tiene un precio". Yo ahí ni miré a Carlos y él tampoco a mí, nos hicimos los sordos, pero cuando salimos bromeamos respecto al tema. Nos habían intentado mojar. Al final terminamos los tres sindicalistas fuera del fútbol: Mario jugando en la B y nosotros con Carlos sin renovación de contrato.

¿Se va conforme con sus 17 años de gestión?

Sí, porque conseguimos muchas cosas. Conseguimos profesionalizar el fútbol chileno, con una ley que demoró 50 años, en 2007, que se venía peleando desde los tiempos de Caupolicán Peña. Conseguimos la casa propia en 2011. Conseguimos contratos con Fifpro por Pro Evolution Soccer, con Panini. Dejamos el Sindicato con 517 millones en el banco, con escuelas de fútbol para niños en riesgo social, con un contrato por 50 millones anuales por un partido en beneficio de la selección a nosotros, sin deudas. Hemos logrado hartas cosas. De hecho, conversaba con un señor el otro día y él me explicaba que todas las empresas trabajan con un déficit de entre un cinco y un siete por ciento de mermas en sus ganancias. Las que dejamos en el Sindicato son de apenas un tres por ciento.

¿Cree que se le recordará por eso o por el último escándalo?

Yo ya no espero nada. Ser chaqueteros es parte del chileno. Además, somos un país cada vez con menos memoria. Te pongo dos ejemplos: el penal de Caszely y el Bautizazo. Caszely para mí es un ídolo, pero la gente sigue recordando su penal; y en el Bautizazo la gente quería poco menos que expulsar a los jugadores del país, pero pasaron dos meses y reclamaban porque no estaban.

¿Se esperaba un final así?

No lo esperábamos. Fuimos vapuleados y ahí es cuando cuestionas todo lo que has hecho. Utilizamos recursos en beneficios de los jugadores, pero nadie esperaba que terminara así. Pero le agradezco a algunos compañeros, desde los de inferiores en la UC, los retirados e incluso cracks del extranjero que me dieron palabras de apoyo.