La de las pasadas elecciones municipales -cuando perdió la reelección a la alcaldía de Santiago a manos del representante de Chile Vamos, Felipe Alessandri- es "en rigor" la primera derrota electoral de la vida política de Carolina Tohá. Antes tuvo -en todo caso- un traspié: en 1997 no fue elegida diputada por Santiago y cayó frente a su compañero de lista Enrique Krauss, pero para ella esa campaña "no la viví como una derrota", debido a que no tenía ninguna opción de ganar y logró casi igualar la votación del ex ministro del Interior de Patricio Aylwin. A casi un mes de su fallido intento de reelección, Tohá aún intenta explicarse las razones de su fracaso y anuncia un período de alejamiento de la primera línea de la política, en la que ha estado parte importante de su trayectoria.
Cuando recuerda el 23 de octubre pasado, ¿qué se le viene a la cabeza?
Uff, una emoción fuerte, porque fue un día intenso. Fue un golpe fuerte perder la elección, que no esperábamos. Y empezar a iniciar un proceso que es cerrar estos cuatro años de gestión, hacer también los balances del caso, empezar a despedirnos de los equipos con los que hemos trabajado, a despedirme de los vecinos y a pensar también en lo que viene hacia adelante. Así que fue un día muy fuerte, muy intenso y creo que fue un día también en que fue importante decir: estamos muy comprometidos y convencidos de lo que hicimos, pero perdimos la elección, así que lo que corresponde es empezar a pensar en algo diferente hacia adelante.
En rigor, entiendo, esta fue su primera derrota electoral…
Yo tuve una derrota aquí mismo en Santiago la primera vez que postulé como diputada el año 1997 y ahí perdí con Enrique Krauss. Perdí, pero fue una elección súper ganadora, porque no había casi ni una opción de ganar y fue un muy buen resultado y una preciosa experiencia. Para nada la viví como una derrota; esta vez fue una derrota.
¿Qué implicancias tiene en lo personal?
Es un proceso que tengo que madurar, no lo daría para nada por cerrado. Hay que darse tiempo, pasar la pena, mirar las cosas con perspectiva. Tengo una gran convicción de que en estos cuatro años aquí echamos a andar iniciativas muy potentes, hicimos innovaciones que con el tiempo van a transformarse en un legado, son semillas que quedaron ahí de cosas que se lograron hacer. Siento una gran satisfacción, pero al mismo tiempo hay una derrota de por medio, y una derrota que está, además, atravesada, porque la verdadera razón de la derrota es que la gente que podría haber votado por nosotros prefirió no ir a votar. Son personas que, en el fondo, están hoy día con una actitud retraída hacia la política, sintiéndose muy distantes, desencantados, con rabia muchas veces y que a lo mejor preferían nuestra opción, pero eso no fue suficiente para ir a votar. Mi tarea en este momento es esa: entender lo que fue esta experiencia de acá, aquilatar todo lo que aprendimos, porque esto me cambió a mí. Haber pasado por la alcaldía y haber vivido también este resultado electoral me ha abierto muchas miradas de las cosas y creo que es una obligación y, además, algo que deseo hacer, esa experiencia transformarla en un aprendizaje, en una maduración para lo que sea que haga después.
¿Por qué la gente no fue a votar?
Creo que hay varios factores y hay uno que es el mar de fondo en que estamos, que es este distanciamiento con la política, este clima de desconfianza, que está muy instalado, y eso creo que ha afectado transversalmente. Eso estuvo presente y a mí en lo personal me afectó, porque eso es un clima general que está instalado. Los temas de SQM, todo eso, también desmotivó a la gente para ir a votar. Ahora, eso es como el mar de fondo, por decirlo así, también creo que es importante mirar en nuestra gestión qué cosas pudieron afectar. Una de ellas, sin duda, es que nosotros nos dedicamos con mucha convicción a hacer un esfuerzo para bajar la conflictividad y la dinámica de tomas en los colegios, y a pesar de ese enorme esfuerzo que se hizo, eso no bajó, se mantuvo, y por momentos tuvo situaciones bien críticas y no logramos desactivar ese clima conflictivo, a pesar de que probamos hacer diálogo, participación, compromisos con la educación pública, innovaciones, reformas.
Josefa Errázuriz y ahora usted señalan que la gente no fue a votar, pero ¿por qué votaron por la derecha?
Es que la gente no fue a votar por nadie, todas las votaciones bajaron. Lo que pasa es que la gente de nuestro sector tuvo aún una merma mayor en la participación. La abstención afecta más al sector progresista, a la centroizquierda, porque son personas que ponen fichas en la política mucho más importantes de las que ponen las personas de derecha tradicionalmente.
¿Usted nunca tuvo luces de alerta de que podía haber muy poca participación?
Sabíamos que iba a subir la abstención, pero en esta magnitud no lo esperaba. Ahora, sí nosotros tuvimos y yo tuve muy claro que era bueno y era necesario, sobre todo después de que estuvieron presentes los temas de Soquimich, reconcursar esta postulación y hacer primarias. Pero no hubo otras candidaturas, no hubo tales primarias y creo que fue un momento en que pudimos haber sido más enérgicos, podríamos haber planteado como una condición que hubiera primarias.
¿Como una suerte de primer test para la candidatura?
Sí, también para dar opciones y para legitimar aún más la postulación. Creo que eso hubiera ayudado.
Cuando surgió lo de SQM varios pusieron en duda su repostulación. ¿Cree que hubo deslealtad?
En todo este período, las deslealtades que uno ve en la política están a la orden del día. Pero a mí en ese momento, el que se dijera hay que revaluar la situación de Santiago, no me pareció raro y yo misma fui partidaria de hacerlo. Otra cosa es la manera en que las cosas se dicen o actitudes que hay en torno a eso, pero no vale profundizar en eso.
Su currículum político es bien intachable: ministra, diputada, alcaldesa y perdió ante un desconocido de la política. ¿Subestimó a su rival, Felipe Alessandri?
No, no. Siempre he dicho que Santiago es una competencia que siempre es reñida, siempre es competitiva, siempre hay disputa, nunca pensé algo distinto, porque muchas personas hicieron esos cálculos, y yo nunca los compartí. Personalmente, nunca fui de las que pensaron que esto era llegar y llevar, que estaba ganada la elección, hicimos una campaña pensada en una elección competitiva, una campaña de mucho despliegue, de mucha gente participando, de mucha energía puesta en la calle, o sea, para nada subestimamos la elección. Pero yo tenía una confianza de que el peso de la gestión iba a ser mayor al final en la motivación de la gente a votar y vemos que no fue así, que mucha gente optó por no votar y se quedó en su casa.
No pocos en la Nueva Mayoría atribuyeron el mal resultado de las municipales al desempeño del gobierno de Michelle Bachelet. ¿Cree que ese fue un factor que la perjudicó?
Uno es parte de una coalición, es parte de ideas en las que cree, yo apoyo a la Presidenta Bachelet, soy leal con ella y nunca fue una opción de la campaña desentenderse o alejarse del gobierno. Quisiera que al gobierno le fuera mejor, quisiera que muchos problemas que se enfrentan no sucedieran, también se me aprieta la guata cuando suceden ciertas cosas, pero no por eso creo que sea una opción correcta desentenderse y ponerse en la vereda del frente. Hacerlo no sería creíble, no era una opción, sería un acto de oportunismo que nadie hubiera valorado positivamente, y para empezar yo no estoy dispuesta a hacerlo. Eso hay que considerarlo simplemente como un factor estructural.
En las elecciones municipales ganar o perder Santiago es un golpe anímico muy fuerte para las coaliciones. ¿Le pesa esa connotación?
Lo que he recibido en este período que ha pasado desde la elección hasta ahora han sido muchas muestras de apoyo, de cariño, de respaldo, y de eso me siento muy agradecida, porque eso ha hecho más llevadero todo este proceso. Y creo que todas estas cosas lineales que se asumen muchas veces en Chile, que el que gana Santiago gana la presidencial, eso la historia muestra que no es así. En general, todas estas fórmulas simplistas para ver lo que estamos viviendo no sirven. Los fenómenos que se están viendo hoy en las democracias de todo el planeta, en las elecciones son de una liquidez y una complejidad que hacen que todo este formulismo esté totalmente superado, no tenga ningún fundamento.
¿Cree que su situación electoral habría sido distinta sin que se le haya involucrado directamente en SQM?
O sea, claro que hubiera sido distinta.
¿Eso le costó la reelección?
Hay muchos factores. No es uno solo. Yo creo que ese es un factor, por cierto. No se tradujo en un voto de castigo, no se tradujo en que la gente se fue a votar a otro sector, al menos no de manera masiva o mayoritaria. Pero sí se tradujo en que la gente se desmotivó, pero aunque yo no hubiera estado en ningún caso, la gente está desmotivada de antemano, porque tiene un tema que va más allá de mí. Tiene que ver con su relación con la política, que afectó muchas cosas más. Afectó que aquí no teníamos parlamentarios. Y cada vez que estábamos en debates, estábamos en una orfandad completa, porque no tuvimos parlamentarios que defendieran la gestión municipal. Eso fue un tema.
Acá no hay parlamentario oficialista, digámoslo, están Giorgio Jackson y Felipe Kast...
Giorgio es el parlamentario que eligió la Nueva Mayoría acá, fue nuestro candidato. Yo hubiera esperado eso, por cierto. Porque aquí la derecha no dejó polémica por armar y cada vez que tuvo la oportunidad se trató de armar, digamos, un gran debate o poner muy en cuestión nuestras opciones y nuestra gestión y no hubo contraparte.
La noche del 23 de octubre fueron ministros a verla a su comando. ¿La Presidenta la ha llamado en días posteriores o esa misma noche para solidarizar...?
Ese día me invitaron a ir a La Moneda al final en la tarde, pero yo no fui. No creía que era una buena cosa ir a La Moneda ese día después de la derrota. No he estado con ella desde ese día, no nos hemos juntado por distintas razones, a pesar de que hemos tenido varias situaciones en que pudimos haber coincidido. Pero he sentido todo el tiempo el respaldo y el cariño de ella y de su equipo, eso no ha estado nunca en discusión, y creo que es lo natural también, que estamos en las buenas y en las malas.
Tuiteó que no espera llegar al gabinete, que tampoco le interesa el Parlamento. ¿Qué se puede esperar de su futuro político?
En este momento más puedo hablar de lo que no voy a hacer y no de lo que voy a hacer, porque no lo tengo claro.
Pero no es un retiro este...
No. No pretendo que sea un retiro. Pero ahora tengo que definir a qué me voy a dedicar, dónde voy a trabajar, porque soy una persona que tiene una vida, una familia y todavía no lo tengo claro. Sé que en política no corresponde que esté en cargos de primera línea, en este primer momento, porque quiero hacer un proceso de maduración de lo que he vivido acá. De lo que he vivido como experiencia en el municipio y también del resultado que tuvimos al final, y eso requiere un tiempo. Así es que no voy a postular al Parlamento. Tampoco creo que es bueno ocupar cargos de gobierno en este momento. Recién saliendo de acá, tengo demasiado encima esta experiencia. Ni creo tampoco que sea un buen momento para estar en la primera línea. Ni de las campañas presidenciales, ni de temas partidarios. No. Creo que tengo que madurar esto y ahí veremos para adelante qué se hace. No lo tenemos claro, pero tampoco me voy a desentender de la política, ni me voy a retirar para nada, pero el camino tendremos que hacerlo paso a paso.
Quedó instalada una sensación de que su gestión era celebrada por una suerte de elite, pero que los vecinos de Santiago pensaban otra cosa...
El mundo de los urbanistas no es la elite, lamentablemente en Chile el urbanismo, la ciudad, han sido temas tan ausentes. Nunca se han mirado, nunca han estado en la agenda. En esta gestión, y también en la campaña, hicimos una gran pelea por decir que los temas de la ciudad importan. Influyen en la calidad de vida, en la convivencia. Pero creo que esas son precisamente las cosas que hay que reflexionar. Porque esas cosas que importan mucho en su vida, parece no ser las importantes en las elecciones.
Fue un punto controvertido de su gestión el tema de la seguridad..., cifras iban en uno y otro lado...
Después de la derrota lo puedo decir ya con aún más tranquilidad: lo que se ha hecho en Santiago en seguridad es de primera. Es de primera, asumiendo el rol que los municipios tienen. Los municipios no somos ni jueces, ni fiscales, ni carabineros. Los municipios trabajamos con la comunidad, administramos el espacio público. Coordinamos a otros organismos o nos coordinamos con ellos. Y hoy día las instancias que hay para hacer esa colaboración son en base a las mejores experiencias que hay en el mundo.
¿Es Santiago más seguro?
Desde el punto de vista de la cantidad de delitos, Santiago está parecido a los últimos 10 años y en el último año ha bajado significativamente. Pero creo que el tema no es la cantidad de delitos. El tema es que la gente está muy insegura. Independiente de la cantidad de delitos. Porque hay una sensación que tiene que ver con dinámicas que no son sólo los delitos. Son las actitudes en el espacio público. El cuidado del espacio público, son la sensación de abuso en pequeñas cosas y también es el hecho, más allá de que la cantidad de delitos ha bajado, que la presencia de armas y los delitos violentos se han vuelto más presentes. Y eso es un gran tema de preocupación que hay que enfrentar.
Cuando usted llegó a este municipio se señaló que había un superávit presupuestario de $ 2 mil millones, ¿cuál es la situación actual de platas de la alcaldía?
Primero, cuando llegamos a este municipio no había un superávit de $ 2 mil millones. De hecho, lo primero que tuvimos que hacer aquí es empezar a absorber déficits que había en educación, déficits que estaban escondidos y tuvimos un primer presupuesto que administrar que tenía inflados los ingresos en cerca de seis mil millones de pesos. Este municipio está siempre en el límite con la gestión de su recurso, porque la verdad es que, aparentemente, es un municipio muy rico, pero las exigencias que tiene esta municipalidad superan por lejos las capacidades de recurso que tienen y eso es algo que todavía no se comprende suficientemente. Pero la firme es que en estos cuatro años este municipio ha mejorado su recaudación en 34 mil millones. Hoy, el presupuesto municipal tiene 34 mil millones que antes no tenía y eso es sólo gestión del equipo que está acá.
¿Se está entregando con superávit o con déficit?
Se entrega un presupuesto equilibrado de la municipalidad donde hay más problemas de recursos en educación. El municipio que dejamos, en ese sentido, es un municipio con muchas más espaldas que el que recibimos para hacer cosas.
¿Cuál es su reflexión respecto del manejo del tema estudiantil?
Yo nunca diría que una actitud dialogante es algo que fue un error o que no debimos haberla tenido. Y, de hecho, más allá que después empezamos a tomar medidas duras, siempre esos espacios de diálogo y participación se mantuvieron. Si yo tuviera que hacer una evaluación, nosotros apostamos aquí a que abriendo un espacio de diálogo que había estado tan fracturado, haciendo una apuesta sincera por recuperar la educación pública, por dejar de cerrar colegios, por recuperar la matrícula, por iniciar reformas en Santiago, antes de que empezaran en Chile, eso iba a descomprimir el clima de tanta tensión. Y no fue así, la conflictividad no bajó. Si yo tuviera que estar de nuevo en ese momento creo que lo que nos faltó hacer es que en esos diálogos y en esos compromisos no sólo había que iniciar la recuperación de la educación de Santiago, sino que también había que ponernos de acuerdo a los límites de dónde es legítima la manifestación y cuando ya se está vulnerando el derecho de los otros. Y eso no haberlo puesto en la conversación desde un principio se mal entendió, y muchas personas en este período y proceso empezaron a emplear formas de movilización que salen del esquema de lo aceptable... Yo lo encontraba obvio, si hay diálogo por qué debería haber violencia, si ya no cerramos colegios, si empezamos a acoger las demandas y empezamos a recuperar la educación en Santiago, por qué va a haber violencia, para qué. Y no pues, la hay porque, lamentablemente, hay grupos que están detrás de los estudiantes que mayoritariamente son adultos, en el cual hay gente ajena a los colegios, también hay algunos papás, algunos grupitos de profesores, grupitos, no son todos... Están en otra agenda, en una agenda que no quieren que resulte la reforma, quieren que las reformas fracasen, para que eso sea un camino para un cambio mayor del cual surgirá un orden justo y bueno que vendrá después del desastre, cosa en que profundamente no creo y pienso que conduce a las peores pesadillas. Siempre hay gente que hace esa apuesta, lamentablemente, y confunde eso con ser de izquierda. Yo creo que eso es lo más lejano a ser de izquierda. Y más aún una izquierda moderna y democrática.
Cuando piensa en estos cuatro años, ¿cuál es su legado más sentido...
Mi legado más sentido es la innovación llevada a las principales áreas de la gestión municipal, a la gestión del aseo, a las políticas de patrimonio y vivienda. Lo que ya empezamos a hacer va a fijar pautas de cosas que llegaron para quedarse y que van a ser muy importantes. Las políticas de movilidad, la apuesta en la infancia, la prevención en salud, la participación ciudadana. En todas esas áreas se hicieron aquí cosas inéditas y creo que esa semillita van a florecer. Creo que esas políticas no fueron derrotadas. Yo fui derrotada, pero lo que iniciamos acá en materia de iniciativas, de miradas para enfrentar los temas de la ciudad creo que son triunfos absolutos que tienen que quedarse y que yo espero que la próxima administración los cuide y que también los vecinos, la opinión pública los cuide y yo, personalmente, voy a seguir ligada a esos temas desde donde esté.
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