Nada de sorpresas. Hong Kong eligió este domingo al nuevo jefe del Ejecutivo y, como era de esperar, la ganadora ha sido la favorita de Beijing, Carrie Lam. En la votación secreta Lam logró los votos de 777 miembros de un exclusivo comité de 1.194 representantes, un reducido círculo de votantes que ha escogido a la ex secretaria de gobierno entre tres candidatos previamente seleccionados en medio de la desconfianza de la sociedad hongkonesa en el proceso electoral.
"Lo que los hongkoneses se merecen realmente son unas elecciones y no una selección hecha por el gobierno de China", dijo a El País el secretario general de Demosisto, Joshua Wong. Para él, el comité no es representativo y se aleja del verdadero derecho de los ciudadanos de Hong Kong al sufragio universal. Wong, que en 2014 lideró la revolución de los paraguas para exigir democracia real a Beijing, aseguró que "el futuro de Hong Kong está siendo dirigido por el Presidente chino Xi Jinping y no por los hongkoneses".
Precisamente, en las protestas de 2014, en las que se ocupó el centro financiero de la ciudad durante 79 días, la entonces secretaria de gobierno y vencedora este domingo se posicionó a favor de Beijing, manifestando su apoyo a la decisión de que un comité eligiera un ganador de entre varios candidatos seleccionados previamente. Su postura le valió las críticas de amplios sectores de la sociedad hongkonesa, que volvieron a arremeter contra ella cuando el gobierno central mostró su preferencia por su candidatura.
Así lo hizo el número tres del gobierno chino, Zhang Dejiang, quien reveló durante la reunión de la Asamblea Popular Nacional que cuando se trata de la protección de la seguridad nacional y los intereses de Beijing hay que contar con alguien "leal, capaz y con sentido de la responsabilidad" en clara referencia a Lam. Una declaración de intenciones corroborada por lo dicho por el hasta hoy jefe del Ejecutivo hongkonés, Leung Chun-ying, quien indicó que "si el gobierno central no confía en el jefe del ejecutivo, difícilmente podrá disfrutar de un alto grado de autonomía".
Este posicionamiento no sentó nada bien a la ciudadanía hongkonesa, que considera que la mano de Beijing está detrás de todo el proceso. Para ellos, el hecho de que el comité esté compuesto por representantes de sectores profesionales como el industrial, comercial, financiero o religioso, entre otros, representa con exceso los sectores cercanos al Partido Comunista chino.
A partir de ahora, esta hongkonesa de 59 años y con casi cuatro décadas a sus espaldas en la administración pública, deberá centrarse en la economía y en intentar reunificar a una sociedad en la que han florecido movimientos independentistas y se han alejado posturas. Un distanciamiento originado por la intromisión de Beijing en los asuntos de una ciudad que debería regirse por el principio de "un país, dos sistemas" desde que volvió bajo soberanía china en 1997 y que, sin embargo, ya ha visto como en noviembre Beijing bloqueaba el acceso al Parlamento de varios legisladores partidarios de la independencia o la autodeterminación.