Antes que todo, Carsten Höller es un científico. Nació en Bruselas en 1961 y se doctoró en Ciencias Agrícolas, con especialización en el sistema olfativo de los insectos. Sin embargo, en 1990, el belga se empezó a interesar en el arte y no lo dejó más. El resultado de la mezcla de ambas disciplinas es la creación de los llamados "entornos influyentes", donde el público es invitado a participar activamente. Holler utiliza animales, toboganes, espejos, juguetes gigantes y estupefacientes para crear instalaciones que desafían la percepción del público. Pero ¿qué ventajas tiene trabajar en arte en vez de en un laboratorio? "El arte es el área con más libertad para el pensamiento y la exploración, en el que las estrictas leyes de la academia no se aplican. Así y todo mis obras están influenciadas por la ciencia, sus métodos y supuesta objetividad", explica Höller a La Tercera.
El artista, que ha expuesto su obra en la Tate Modern de Londres, el Guggenheim de Nueva York, en la Fundación Prada de Milán y en la Bienal de Venecia, llega a Chile para exhibir desde mañana cinco instalaciones en la galería Die Ecke. Curada por Stephanie Hessler, la muestra Half past and half to puede ser descrita como una serie de juegos con reglas claras, que sin embargo, conllevan un cierto grado de duda y confusión.
Entre las obras que Höller exhibirá en Santiago destaca Santiago Twins: donde un par de gemelas sostienen una conversación totalmente lógica a través de dos monitores, pero el loop de los video creará una paradoja, y la performance Contrary Game, donde dos individuos dicen lo contrario a lo que están pensando, situación que pone en tensión el concepto de verdad. "Las obras expuestas proponen diferentes estrategias para escapar de nuestra lógica y de perder o al menos aflojar el control", dice el artista.
Para Höller, el papel de público es esencial en el destino que tendrán sus obras. Por ejemplo, en el 2000, el belga instaló, inspirado en un experimento del siglo XIX, del Dr. George Malcolm Stratton, hongos gigantes colgados al revés de uno de los techos de la Fundación Prada, Milán. La finalidad era que el espectador se sintiera desorientado; o en 2006, instaló toboganes desde el tercer piso de la sala de turbinas de la Tate de Londres, para que los visitantes recorrieran el museo deslizándose por ellos
En Santiago la pieza más controversial será, de seguro, Pill Clock: cada 15 segundos cápsulas blancas caerán desde el techo de la galería. Los visitantes pueden recoger y tragar las pastillas, asumiendo los efectos inesperados que puedan tener. "Cada espectador aporta su propia experiencia a la obra. En Pill Clock más que el efecto real de las pastillas, lo interesante será ver las expectativas hacia ellas, que desencadenará nuestra imaginación y provocarán un cambio de percepción. Todo dependerá del público", concluye Höller.