Apenas la Fundación Pablo Neruda instaló sus oficinas en La Chascona -la casa que el poeta mandó a construir en 1953, a los pies del cerro San Cristóbal, en el barrio Bellavista-, eran varias personas las que diariamente tocaban el timbre para pedir conocer el inmueble por dentro.
"En esos años, en 1990, no teníamos la idea de transformarla en museo. Queríamos que sólo la de Isla Negra tuviera esa categoría. Fue el interés espontáneo de la gente lo que nos obligó a reformularnos hacia eso", explica Fernando Sáez, director de la fundación.
A dos décadas de que la residencia en Santiago de Neruda abriera sus puertas al público, para mostrar sus intrincados pasadizos, las pintorescas escaleras y sus preciados artículos -como el cuadro que le regaló el muralista mexicano Diego Rivera y la biblioteca donde exhibe la medalla del Premio Nobel de Literatura-, el próximo mes comenzará a mostrar nuevos atractivos.
Desde fines de septiembre, fecha que coincide con el aniversario número 40 de la muerte del poeta, los visitantes podrán acceder a cuatro nuevos espacios: la cocina de la casa, la primera pieza que usó Neruda antes de hacer otro dormitorio en el segundo piso, la entrada principal a su domicilio y una habitación para cachureos. Todas serán incorporadas a las visitas guiadas.
Hoy, estos espacios son ocupados por oficinas administrativas de la fundación y por funcionarios para realizar labores domésticas, como preparar café y calentar almuerzos.
"Quedaban lugares emblemáticos de la casa que nunca habían sido parte de la visita, y por eso hicimos el esfuerzo de sacar las dependencias administrativas del museo", explica Sáez.
En las últimas semanas comenzaron a trasladarse al número 0160 de la misma calle Fernando Márquez de la Plata, donde está La Chascona. Allí, la Fundación Neruda adquirió en 2011 una propiedad que perteneció a la famosa escultora Marta Colvin, premio nacional de Artes Plásticas 1970.
El proceso de destinar La Chascona sólo a la función de museo comenzó hace 15 años, cuando se compró la propiedad que está entre el inmueble de Colvin y la casa que habitó el poeta. En ese momento se liberó gran parte de esta última propiedad.
En las próximas semanas, la cocina se transformará en una sala de espera para las personas que hagan el tour. Las habitaciones de Neruda, en tanto, tendrán material audiovisual con la historia de la casa y de la vida del vate.
Sáez explica que, pese a que los lugares cumplieron otros roles, no se recreará "un falso histórico", es decir, no se recreará fielmente las habitaciones tal y como se usaron cuando el vate y su mujer vivían ahí. "Siempre hemos mantenido la idea de respetarla como la dejó Matilde Urrutia al momento de su muerte, en 1985", asegura Sáez.
En total, serán 80 metros cuadrados los que se anexarán como espacio dentro de la casona, cuya fachada está pintada de azul.
Barrio de artistas
La antigua vivienda de Marta Colvin dispone de 200 m2 y fue construida también en los 50.
Además de las oficinas, ahí ya funciona desde julio pasado el centro cultural Estravagario. El lugar tiene capacidad para 200 personas y busca ampliar la oferta cultural del museo con ciclos de lectura poética, talleres de literatura y muestras de cine.
Durante las últimas dos décadas, el inmueble había sido la residencia del director de arte de comerciales y películas Jacques Hinzpeter (quien la usaba como locación) y de Isidro Suárez, destacado arquitecto.
"Cuando se puso a la venta, nos apuramos en tomar la decisión y compramos", indica Sáez.