María Isabel Carrillo es vecina de Maipú y hace un año quedó cesante luego de trabajar como empleada en una casa particular, por lo que hoy participa activamente en el programa jefe de hogar del municipio. Como ella, hay muchas mujeres que se las "arreglan", sin una pareja, para mantener a su familia.

"Muchas no pueden trabajar porque no tienen donde cuidar a sus hijos. O van al centro o al barrio alto a trabajar para optar a mejores sueldos. Tienen que alejarse de sus comunas, andar en micro tres o cuatro horas al día y dejan de ver a sus hijos.", reflexiona Carillo.

Pese a ser mayoría en el país, las mujeres como María Isabel siguen siendo la cara más común de la vulnerabilidad. Así lo reafirma la última encuesta Casen, que mide la pobreza en el país, luego que ayer se dieran a conocer los resultados caracterizados por género (ver infografía). Esta información se usará para adaptar las políticas sociales y mejorar su condición.

El análisis reveló que la desigualdad en los ingresos, que llega a un 26,6% de sueldo menos para un mismo cargo, sigue estando presente en el país pese a la ley sobre igualdad de remuneraciones, vigente desde 2009, y que a juicio de la ministra de Sernam, Claudia Pascual, es letra muerta. "En la práctica no se ocupa porque no genera los castigos ni los incentivos para que los empleadores la cumplan, por lo tanto es un ámbito de lo que nos haremos cargo para hacer modificaciones a esta ley", indico Pascual.

Esta desigualdad se ha profundizado transversalmente en las mujeres de todos los niveles socioeconómicos y en especial entre las mujeres con más educación y capacitación. Según la Casen, la tasa de asistencia a la educación media es mayor entre las mujeres que entre los hombres y aún más significativa en la educación superior, donde un 38,6% de las mujeres cursa una carrera, por sobre el 34,8% de los hombres. Esta desigualdad se ha mantenido constante desde 2009. "La educación ya no es el único determinante, también hay un factor cultural en el mercado del trabajo que no se ha resuelto, con el riesgo a que sea un desincentivo para las mujeres seguir estudiando", sostuvo María Fernanda Villegas, ministra de Desarrollo Social.

Para Angela Riffo, vicepresidenta de la Mujer CUT, perseguir la igualdad de remuneraciones es un derecho "que no sólo beneficia a las mujeres, sino que también pone fin a la discriminación por edad u origen a la hora de postular a un trabajo o a un ascenso. Es vital que ellas participen más en las negociaciones colectivas para reivindicar sus derechos a un salario digno y justo".

Las mujeres además presentan índices de desocupación mayor que los hombres, y menores niveles de cotización previsional. Por el contrario, entre quienes no tienen ningún sistema de seguro de salud, los hombres superan a las mujeres.

En relación a la pobreza multidimensional, que incorpora factores relacionados con el bienestar y que por primera vez se midió en la pasada Casen, se registró una disminución significativa entre 2009 y 2013, sin diferencias significativas entre hogares con jefatura femenina o masculina.