Las emblemáticas Torres Petronas de Kuala Lumpur y el circuito de Fórmula 1 de Sepang, que se corre este fin de semana, se muestran como sólidas señas de identidad de Malasia. Sin embargo, otros símbolos que el país asiático había cultivado durante seis décadas de vida independiente, como la eficiencia y la seriedad, fueron echados por la borda por las autoridades de Malasia, debido al mal manejo del caso de la desaparición del vuelo MH370.

Desde su independencia del imperio británico, en 1957, Malasia se hizo conocida como una nación pacífica, ordenada y multiétnica, y en las últimas décadas ha mostrado éxito económico y uno de los más fuertes crecimientos de Asia. Por eso, junto con Tailandia y Singapur, se le conoce como uno de los "tigres del sudeste asiático".

Además, el gobierno de Malasia ha logrado, a partir de 1990, capitalizar esa imagen de país rico y acogedor con una eficaz campaña turística en buena parte de Asia y convertirlo en uno de los destinos preferidos.

Pero todo cambió a partir del 8 de marzo, con la pérdida del vuelo de Malaysia Airlines, que viajaba con 239 pasajeros, 154 de ellos chinos, en la ruta Kuala Lumpur-Beijing. El gobierno de Malasia comenzó a entregar al mundo "un brebaje de pistas falsas y contradictorias respuestas, junto con un comportamiento plagado de evasivas. Casi una semana después de la desaparición, el Ejecutivo reveló que tenía datos que sugerían que la nave había volado en otra dirección", escribió para Bloomberg Businessweek Joshua Kurlantzick, especialista en el sudeste asiático del Consejo para las Relaciones Exteriores.

COALICIÓN DEL GOBIERNO

En seis décadas, el país ha sido gobernado por la misma coalición política: la Organización Nacional de Malayos Unidos, una fuerza destinada a proteger a la etnia malaya. Para eso estableció la discriminación positiva para los malayos, algo que se consolidó en 1971 con una política basada en el hecho de que los miembros de esa etnia tengan más facilidades para acceder a puestos de gobierno y empresas.

De esta forma, los dirigentes malasios se han acostumbrado a rechazar a periodistas independientes y raramente los reporteros de medios controlados por el Estado arrinconan a las autoridades con preguntas incómodas. Por eso, en el caso del avión, el gobierno malasio se ha mostrado sin experiencia alguna frente a periodistas de diversos países que exigen y presionan por respuestas. De ahí que una de las autoridades haya pronunciado la frase: "No tenemos idea de dónde está el avión".

Los cuestionamientos a Malasia no sólo han provenido del gobierno de China, sino que ya se está reflejando en que haya caído en un 50% la llegada de visitantes chinos al país en las últimas dos semanas y en el desplome de las acciones de Malaysia Airlines, pese a haber sido elegida como la mejor línea del mundo en 2012.