A principios de la década del 20, el comerciante Pedro Lehuedé encargó al arquitecto Federico Bieregel construir una gran casona residencial para su familia. El inmueble, inaugurado en 1923, se transformó en uno de los íconos del que sería el barrio Bellavista, por su estilo ecléctico con toques de Art Nouveau.

Después de 90 años de historia, la conocida casona de color rojo, llamada también Castillo Lehuedé y ubicada en la Plaza Camilo Mori (en Constitución con Antonia López de Bello), tendrá un uso completamente distinto: a partir de junio comenzará a operar como un hotel boutique, con 19 habitaciones que rememorarán la época de construcción del lugar, con un bar lounge para uso de los pasajeros y un restaurante abierto al público en el primer piso. En total, el edificio tendrá cinco pisos.

La idea nació de Alvaro Jaime, propietario de la casa vecina, quien después del terremoto del 27/F se interesó en comprar la Casa Roja. Para eso contactó a un grupo inversor norteamericano, compuesto por Aaron Menche, Isaac Kuperman y Gerald Barad -este último propietario de hoteles en Manhattan-, y en conjunto decidieron apostar por la compra del inmueble para transformarlo en hotel boutique.

"Nos pareció un sitio ideal porque está en medio de un barrio turístico. Quisimos retomar la historia de una de las mansiones icónicas de la capital del siglo XX", comenta Jaime, quien revela que el costo total alcanza los US$ 5 millones.

Antes de intervenirla tuvieron que gestionar permisos con el Consejo de Monumentos Nacionales, pues la construcción estaba ubicada en plena Zona Típica.

Decoración de época
Los trabajos de recuperación comenzaron a principios del año pasado. Fue la oficina A2 Arquitectos la que se hizo cargo de reparar la fachada, de reforzar la estructura y transformar en habitaciones los más de 1.000 m2 de la casa.

"Volvimos a darle la distribución original. En 1959 se había vendido y se había dividido de manera distinta a la original", explica el arquitecto Jorge Aguila.

Mientras que en el primer piso estará sólo el lobby y el restaurante, en el segundo y en el tercero se ubicarán las habitaciones.

Estas quedarán ambientadas a la usanza de los años 20. Hugo Grisanti fue el escogido para hacerlo. "Las decoraremos según eran antes. Nos basamos en los planos originales y con ellos les daremos un guiño de eso a cada espacio. Queremos que los visitantes se sientan como en el Santiago de esa época", dice el diseñador.

Desde hace un año que los muebles están preparándose para aterrizar en este espacio. No sólo se repararán los que ya existían, sino que además, están confeccionando otros nuevos y recopilando objetos con anticuarios de la capital y de Buenos Aires. Como broche de oro están las pinturas de Camilo Mori, de quien se adquirieron dos.

Casa Blanca
El nuevo recinto se llamará Hotel Castillo Rojo y los dueños apuestan a que sus clientes sean extranjeros que quieran estar cerca de la vida nocturna, pero también cerca de barrios tranquilos, como Providencia y el Parque Forestal. "Los atractivos más céntricos de una ciudad hacen que los visitantes conozcan un panorama más real", explica Jaime.

Según sus cálculos, las habitaciones costarán entre los US$ 200 y US$ 350 por noche.

Otra de las novedades que tendrá la casona será el paseo peatonal que se instalará a un costado de ella. Como las antiguas puertas principales quedarán cerradas (se transformarán en vidrios), el acceso se ubicará a un costado derecho del hotel y ahí se construirá una especie de pasillo público donde, además, habrán mesas (ver infografía).

El proyecto también incluye la casa blanca contigua al Castillo Lehuedé. En ese lugar se instalará, en julio, la primera sucursal de un restaurante bonaerense de comida francesa, Brasserie Petanque, y que también es parte del proyecto de Alvaro Jaime y sus asociados. En el resto de este mismo inmueble, en los dos pisos superiores, se construirán otras 31 habitaciones. Eso sí, éstas estarán listas en 2014.

La idea del paseo peatonal responde a unir el hotel con el espacio público. "Vamos a aprovechar todos los contornos de la casa", concluye el arquitecto Jorge Aguila.